La expectativa indicaba que 2020 sería un año de recuperación del salario y el empleo luego de cuatro años de caída del poder adquisitivo, cierre de empresas y despidos. Sin embargo, la irrupción de la pandemia modificó el escenario drásticamente.

Con todo, ya antes de la llegada del coronavirus las señales no resultaban alentadoras toda vez que el PBI durante el primer trimestre se contrajo un 5,4%. Desde el Ejecutivo se anunciaron medidas en sentidos opuestos. Por un lado, se estableció la doble indemnización para amortiguar los despidos y se dictaminó un incremento de $ 4000 para los salarios privados. Por el otro, se dejó sin efecto la fórmula de movilidad jubilatoria y se establecieron incrementos por decreto que, a la postre, implicaron una mejora de los haberes  previsionales de al menos cinco puntos por detrás de lo que hubiera establecido la fórmula vigente.

Una vez estallada la pandemia y anunciadas las medidas de aislamiento, el gobierno dispuso la prohibición de los despidos y una serie de programas de asistencia tendientes a morigerar la pérdida de empleo y de ingresos como las ATP y el IFE.

Con todo, y a pesar de los decretos oficiales, los datos indican una destrucción de 375 mil empleos registrados entre marzo y junio especialmente concentrados en el sector privado. Desde ese mes hasta septiembre se recuperaron cerca de 100 mil empleos registrados aunque, en su mayoría, bajo la forma de monotributistas o empleados públicos. Datos de la Afip dan cuenta del presunto cierre de 16.669 firmas entre marzo y septiembre que, desde la versión de cartera laboral, son las que explican esas bajas.

Pero el mercado laboral, se sabe, es mucho más amplio. Según la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, la población ocupada se redujo en entre 1,3 y 1,5 millones de personas durante de la pandemia. La salida «voluntaria» de millones de personas del mercado laboral sirvió para disimular lo que hubiera sido una desempleo del 29% en el segundo trimestre.

El número surge del relevamiento que se realiza en 31 conglomerados urbanos donde viven 28 millones de personas. Proyectado al total de la población se trata de casi 2,4 millones de empleos evaporados. De hecho, la masacre que sufrió en el empleo del sector no registrado produjo como resultado una interesante paradoja: el trabajo informal se redujo desde el histórico 35% hasta un 28,7% en el tercer trimestre de 2020.

Ingresos y pobreza

De los datos oficiales difundidos por la cartera laboral surge que la mediana del salario de los empleados registrados tuvo una mejora de apenas un 11,7% en los primeros nueve meses del año, cuando la inflación en el período acumuló un 22,3%. Según los datos disponibles, entonces, el sector registrado, lejos de recuperar el salario, en el período, sufrió una nueva pérdida del poder adquisitivo del 8,7%. Para los sectores más relegados el retroceso fue aun más grave. No solo porque quedaron más expuestos a los despidos y a la pérdida de ingresos paliados muy parcialmente con las escasas tres cuotas del IFE, sino porque la suba de precios impactó más decididamente en los bienes y servicios más elementales. De hecho, en ese período, el valor de la Canasta Básica Alimentaria escaló un 24,7%. La demora de más de tres meses en la actualización del salario mínimo vital y móvil así como su actualización en apenas un 28% tampoco colaboraron en sostener el poder adquisitivo. Por eso, estimaciones privadas basadas en datos oficiales indican que la pobreza, sobre mediados del año, ya alcanzaba a un 47% de la población.

El dato, con todo, soslaya que la mayoría de las negociaciones paritarias quedaron congeladas durante los primeros meses de la cuarentena y que los incrementos ser terminaron acordando mayormente a partir de los meses de septiembre y octubre. Si bien es posible que, por ese motivo, se verifique una caída inferior del salario real, también es cierto que desde el punto de vista de la masa salarial anual, las patronales lograron descargar gran parte de su crisis en el sector asalariado. De hecho, según el informe de generación de ingresos del Indec, durante el peor período de la cuarentena, el segundo trimestre del año, las ganancias patronales mejoraron en 12,4 puntos su participación en el ingreso general de la economía.

Sea por la vía de los despidos, la caída del salario y los subsidios estatales a los empresarios, el impacto de la pandemia que implicará una caída del PBI de casi 12 puntos para todo 2020 cayó especialmente sobre los sectores asalariados.

Desde gobierno, sin embargo, aseguran que en 2021 promoverán una recuperación del salario real y del empleo. «