La viga maestra de la economía nacional en 2022 estará construida con lo que surja de las negociaciones con el Fondo Monetario. Si no hay acuerdo, lo menos probable, este año que recién comienza tendrá un derrotero. Si el nuevo convenio se firma, el recorrido será otro muy distinto. En rigor, prácticamente la totalidad de los pronósticos de los analistas y de los propios funcionarios del gobierno nacional parten de la idea de que habrá fumata blanca con el organismo que dirige Kristalina Georgieva.

A partir de allí se terminan las coincidencias. Mientras que en el gobierno especulan con un crecimiento de la economía en torno del 4%, tal cual fue plasmado en el nonato Presupuesto 2022, en el sector privado las expectativas son más bajas, en torno del 2,5%, como quedó reflejado en el último Relevamiento de Expectativas de Mercado que publicó el Banco Central con las opiniones de 14 bancos y 27 consultoras, la enorme mayoría de tendencia liberal o neoliberal.

Son dos las causas de esta pobre expectativa de crecimiento económico. De un lado, que no habrá fuertes inversiones de capital que incrementen la producción y la productividad (hay que ver cómo queda la inversión pública tras el acuerdo con el FMI) y que tampoco habrá recuperación del poder adquisitivo de la población. Del otro, que las exportaciones serán una incógnita dado el panorama complicado que muestra la evolución de la pandemia de Covid-19.

Industria, en ralentí

En ese sentido, los analistas privados creen que el motor económico de 2021, la recuperación industrial, podría estar llegando a un techo a partir del cual se estabilizaría en niveles en torno del 65-70% de uso de la capacidad instalada y ventas externas motorizadas por los autos y otros vehículos, pero con escasa participación del resto de los rubros fabriles.

Según la consultora Abeceb, que dirige el exministro de Producción del gobierno de Cambiemos, Dante Sica, la producción de vehículos crecerá un 8,3% en 2022, motorizada por las ventas externas y lo que caracteriza como un «mercado interno cautivo» que, además, tiene el beneficio de considerar al automóvil como una inversión y reserva de valor.

El otro sector industrial al que Abeceb le da buenas perspectivas este año es el de la producción de aparatos de uso doméstico y de electrónica de consumo, a los que asigna incrementos en la producción en torno del 15%. En estos casos impactaría favorablemente la continuación de los programas oficiales de subsidios al consumo (Ahora 12 y otros), además de cierta aceleración en el recambio tecnológico en compensación por los retrasos anteriores derivados de la caída del poder adquisitivo.

Estos movimientos deberían impulsar las actividades de base, como la siderurgia, la química y la extracción de petróleo y gas, que elaboran los insumos difundidos de las industrias.

Por otro lado, la agroindustria podría ser también uno de los motores, aunque menos destacado, de la actividad fabril. Pero en este caso habrá que observar el impacto de la sequía (al cierre de 2021, un tercio de los cultivos de soja y maíz se encontraban en esa situación o con falta de agua), que le sacará capital a la producción primaria, con lo que su efecto sobre el resto de la economía podría ser inferior al de este año. Abeceb espera una caída drástica en la venta de maquinaria agrícola y de fertilizantes, y también en la molienda de soja.

En materia de exportaciones, si prevalece la tendencia de 2021, se verá un fortalecimiento de las ventas externas de productos primarios, especialmente petróleo crudo y minerales, a pesar de la creciente oposición de la ciudadanía a esa actividad. «

Repuntan los servicios

Entre los analistas existe la impresión de que el sector servicios tendrá un buen desempeño en 2022.

El sector que aparece con mayores posibilidades es el de los servicios tecnológicos, un amplio universo que abarca desde los servicios financieros de las fintech, hasta la logística que se necesita para la entrega de los paquetes del comercio electrónico.

En ese sentido, la eliminación de las retenciones a las exportaciones de este amplio espectro de servicios impulsará nuevos emprendimientos. El problema es que su impacto sobre el movimiento económico más general es marginal, al igual que con el empleo.

El comercio seguirá atado a la capacidad de compra de la población, algo cuyo futuro es todavía una incógnita (ver página 22).