La 11ª reunión de ministros que prepara la Organización Mundial de Comercio (OMC), a realizarse en Buenos Aires entre el 10 y el 13 de diciembre próximos, estará marcada por los debates económicos que sacuden hoy a las potencias económicas globales, por lo que –según los expertos- no deben esperarse documentos innovadores en materia de comercio global ni importantes avances en materia de liberalización del comercio.

Esto es una mala noticia para los partidarios de la globalización, para quienes el comercio exterior es una de las vías esenciales para la profundización de ese fenómeno mundial, al que adjudican el poder de desarrollar las economías y crear riqueza.

Según esta visión, existe un peligro de repliegue de los países hacia sí mismos, de generación de barreras proteccionistas que paralizan el comercio mundial. Susana Malcorra, ex canciller de la Argentina durante el primer año y medio de mandato de Mauricio Macri, se desempeña como máxima responsable de la OMC para la cumbre de ministros de diciembre. En una reciente entrevista para el portal de noticias de la OMC, asegura que “este es un momento bisagra para el comercio internacional”, y señala al respecto que “la realidad es que algunas naciones están cerrando sus fronteras y apelando al proteccionismo. Negarlo no es bueno”.

Malcorra hace referencia a la asunción de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y al Brexit, dos hechos que conmovieron la estantería de los globalizadores y dieron alas a los sectores políticos que buscan patear el tablero, no tanto hacia un mundo sin comercio sino hacia otro con las reglas que ellos quieren.

“Cuando Trump hace su alharaca nacionalista, no dice ‘eliminemos el comercio’. Lo que está diciendo es que quiere imponer sus propias reglas al comercio con China, con Japón, con la Unión Europea, con América latina y África. Con el mundo”, dijo recientemente el economista Robert Samuelson en su columna semanal en el Washington Post.

En ese camino, la OMC aparece a los ojos de Trump y sus consejeros como un obstáculo para alcanzar la meta. “Los acuerdos multilaterales atan las manos de todos. Cada país vale un voto y eso obliga a negociar”, dijo en septiembre pasado Carlos Bianco, ex secretario de Relaciones Económicas Internacionales durante el segundo mandato de Cristina Fernández, en un evento organizado en el Senado de la Nación para dar a conocer actividades anticumbre. Para Malcorra, “la negociación y el consenso es el corazón del sistema multilateral de comercio. Sin ellos, no existe”.

Evelin Heidel, de la organización Argentina Mejor sin TLC, opina que “en la OMC prima una visión mercantilista, pero la arquitectura multilateralista que tiene, de un país un voto, torna muy difícil que se consiga la desregulación en sectores en los que hay discusión”.

Según Samuelson, esquivando a la OMC, la administración Trump tendría mayores libertades para discutir (o imponer) convenios comerciales bilaterales. “Los países que se opongan deberían hacerlo por cuenta propia, con los riesgos que ello conllevaría”, agrega.

Así, la amenaza que pende sobre la OMC ha sido tomada por Roberto Azevedo, el brasileño secretario general del organismo, quien en el cierre de un encuentro preparatorio realizado en octubre último en Marruecos, advirtió sobre “la necesidad de redoblar esfuerzos” ante “los desafíos que enfrenta la OMC”.

La posición recalcitrante del gobierno de EEUU ha creado la paradoja de una China haciendo una campaña mundial en la que se autoadjudica el papel de paladín del libre comercio. En lo que hace a la resolución de diferencias, China prefiere el multilateralismo antes que enfrentar a Estados Unidos cara a cara.

Malcorra se ha establecido un objetivo ambicioso para esta cumbre ministerial: “Encontrar los caminos para reconfigurar el comercio global e involucrar a todos; esa es mi base”, sostiene. Sin embargo, no queda claro cómo conseguirá ese objetivo. El método habitual de la OMC es impulsar acuerdos prácticos parciales antes que promover profundos debates conceptuales. Pero en esta oportunidad, dadas las fuertes diferencias que existen entre los países, es probable que no pueda avanzar en ninguno de los dos terrenos. En ese escenario, es probable que se fortalezcan las tendencias críticas de la OMC, tanto desde los proteccionistas como de los que cuestionan de base a la globalización y sus herramientas.

La ex canciller argentina ha dicho que apuntará sus esfuerzos a lograr algún acuerdo en alguna de estas áreas: seguridad alimentaria, agricultura y pesca, y comercio electrónico y economía digital. Otros asuntos, como el comercio de servicios, las compras gubernamentales o la propiedad intelectual no estarían entre estas prioridades ya que los desacuerdos son demasiado profundos. Ese es el caso del comercio de servicios (por ejemplo, telecomunicaciones).

Tampoco parece que vaya a haber acuerdo global en lo que hace al comercio electrónico y la economía digital. Las pretensiones del gobierno de EEUU, que representa a las grandes multinacionales del sector (el llamado GAFAM: Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) son excesivas. Implican que el resto de los países resignen la posibilidad de aplicar políticas de protección de sus economías digitales o, incluso, simplemente de los datos de sus ciudadanos.

Las tendencias contrapuestas se pueden observar en el reciente balance sobre la Ronda de Doha que hizo el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) en un comunicado emitido a propósito de la próxima reunión de la OMC en Argentina. “Tras 16 años de iniciadas las negociaciones, la Ronda de Doha ha fracasado reiteradamente en sus intentos de concluir y tiene pocas perspectivas de avanzar en el corto plazo”. Clacso agregó que “El contexto económico y político mundial se ha venido deteriorando en el último período dificultando aun más las negociaciones”, con lo que “el fracaso de las negociaciones de Doha es también la crisis del multilateralismo”. Así, la falta de respuestas de la OMC “acentúa el lento crecimiento del comercio mundial y acrecienta todavía más las desigualdades y los conflictos entre los países”. «

La contracumbre

Más de un centenar de organizaciones, redes y movimientos se congregaron en la Confluencia Fuera OMC, que llevarán a cabo la contra cumbre con actos, debates, talleres y diversas movilizaciones durante el transcurso de la reunión de ministros. La Confluencia se declaró “en alerta y resistencia y expresa la necesidad de denunciar al comercio en el marco del capitalismo como una falsa propuesta de desarrollo, desnudando su carácter expoliador que aniquila la soberanía y los derechos de los pueblos, y a pensar un comercio y formas de desarrollo soberanas para y en manos de los pueblos.”

El inicio de las actividades está previsto el jueves 7 en la Plaza de mayo, acompañando la Marcha de la Resistencia de las Madres-Línea Fundadora. Durante los dos días siguientes habrá varios talleres y se destaca también el debate “¿Recuperar la política?”, en la Casona Cultural Humahuaca (Humahuaca 3508). Luego las actividades se centrarán en la sede de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (Santiago del Estero 1029) hasta el miércoles 13 en que se realizará, el acto de cierre “Fuera OMC-Solidaridad con los Pueblos que Luchan” y la fiesta final denominada “Seguiremos de pie”. Para el martes 18 a partir de las 18 está prevista una marcha con recorrido a definir que, se presume, será multitudinaria. 

Durante todo ese lapso tendrá lugar la feria “Fuera OMC-Las alternativas existen”, en la que productoras de la Economía Social y Solidaria, productores agroecologistas, de redes locales de comercio y otras, venderán sus productos. También funcionará la “Feria del Libro Independiente y Alternativo”.  La versión preliminar del Programa puede consultarse en https://fueraomc.org/programa