Puede decirse que lo que más caracteriza a las películas de Todd Phillips (director de la trilogía ¿Qué pasó ayer?) es la sagacidad. La suya como director y como guionista para dotar a sus películas de esas dosis de ingenio que hace de la ocurrencia un cuento y no una canchereada.

En este título apela a una historia real en la que descubre algo de su cine, o por lo menos algo de lo que podría pasarle a cualquiera de sus personajes. Hill y Teller son dos amigos veinteañeros que viven en Miami Beach, prestos a aprovechar la ventaja. En plena invasión a Irak, descubren una iniciativa del gobierno poco conocida incluso entre los especialistas, que pequeñas empresas participan de los grandes negocios de los contratos militares, a los que por lo general acceden sólo las grandes empresas. El negocio es exponencial y la buena vida les sonríe, pero la situación se desmadra (¿qué otra cosa podría pasar en una película de Phillips?) cuando ganan a un contrato por 300 millones de dólares para armar el ejército afgano: las grandes ligas es algo que los excede, pero ya metidos en el baile, deben bailar, incluso con el gobierno de Estados Unidos.

El ribete de seriedad de la historia parece ponerle algunos límites a la osadía de Philips, aunque eso no va en desmedro de ese cine que tan bien sabe hacer, lejos de la moraleja y cerca de los avatares que pueden sorprender al común de los mortales cuando se atreven a mirar un poco más allá de sus narices.

Amigos de armas (War Dogs. Estados Unidos, 2016). Dirección: Todd Phillips. Con: Miles Teller, Jonah Hill, Ana de Armas, Jeff Pierre, Shaun Toub, Barry Livingston y Brenda Koo. Guión: Stephen Chin, Todd Phillips y Jason Smilovic, sobre el artículo Arms and the Dudes, de Guy Lawson. 114 minutos. Apta mayores de 16 años