“Estoy hace 15 años dentro de este coro, pero antes tuve una preparación desde chico, desde los 8 años, porque mi papá, que fue también uno de los integrantes del coro, nos fue preparando a toda la familia”, cuenta el hoy el director interino del Coro Qom Chelaalapi, Elvio Mansilla. “Tuve la oportunidad de sumarme a este coro que es tan importante para nosotros y para la comunidad, y festejar estos 61 años”, dice sin ocultar su orgullo el hoy reemplazante del director Claudio Largo, que dejó temporalmente el cargo.

El próximo 15 de abril en el CCK el Coro estará presentando su flamante y bello Campo del cielo, un EP de seis temas que conjugan lo ancestral con la electrónica, dando vida a una de las sonoridades más modernas de los últimos años. “Lo más complicado fue al principio”, cuenta Mansilla. Los más ancianos, cuenta, no querían que se hiciera la fusión con la electrónica. “Pero llegamos a un acuerdo con Matías Zundel, productor y DJ argentino, líder de Lagartijeando y el productor Sebastián Fernández para lograr este disco que consiguió atrapar a un público que conocía la música electrónica, pero no el canto en Qom. Para nosotros fue algo nuevo y aquellos que escucharon este material quedaron sorprendidos.” Muy, como dicen los pibes hoy. “Pero no olvidamos lo ancestral de los otros cantos o de los instrumentos autóctonos -aclara por las dudas Mansilla-. Y el canto a la naturaleza, a los grandes líderes que tuvimos, los caciques, a los pájaros, a los ríos y a todas las cosas que la naturaleza nos brinda. Por eso, para nosotros es muy triste todo lo que se ve en diferentes lugares cuando se quema un bosque o lo que le tiran a un río: sabemos el dolor que siente la naturaleza y los ríos, y le seguimos cantando para que no siga más, por protección de todos los animales y de todo lo que hay dentro de la naturaleza.”

Lo que tal vez podría sonar de otra manera en aquellos formados en la tradición de Occidente, que después de tanto desastre ecológico recién hace unas décadas parecen haberse dado cuenta del daño que han producido -y siguen produciendo-, para un miembro de la comunidad Qom tiene una magnitud que es difícil transmitir con palabras. “Por lo general ensayamos en la ciudad, pero lo mejor, el ideal, es hacerlo en el monte. Y sin instrumentos. Ahí se siente la voz como más natural, más limpia. Y mejor hacerlo por la mañana, porque uno a la mañana recién se levanta y tiene una voz más fuerte, más limpia. Después, en el día, te encuentras con personas, dialogás, y a las 3, 4 de la tarde, la voz, las cuerdas vocales, se te cansan. Lo mejor es a las 6, 7 de la mañana, cuando sale el sol, ahí es cuando las canciones se sienten más potentes, más natural, y nosotros lo hacemos como prueba para ver si estamos conformes y ver qué tipo de voz es la mejor. Por eso somos llamados ‘bandada de zorzales’: a esa hora, casi ni sale el sol, y el zorzal ya está cantando.”

La música a través de las generaciones

Los miembros del Coro no viven exclusivamente de sus participaciones, giras y grabaciones. Además de trabajar en el Instituto de Cultura de Chaco, también dan talleres de canto y “de artesanías, porque además somos maestros artesanos”. Y en el caso de Mansilla, a su rol de director y de ser una de la voces del coro, le agrega tocar el bombo y el Novike (según su españolización), “un violín de lata de una sola cuerda”. Así se ocupan de difundir en toda la comunidad una música de tradición oral que, a diferencia de la occidental, aún no tiene un traspaso masivo a la escritura. “Por el momento es oral. Se puede hacer escrita, pero por ahí es medio complicado por las notas que lleva, que son diferentes, por ejemplo, a cantar un chamamé o una zamba. Un profesor de Resistencia, un director de orquesta, decía que son notas bemoles: no es exactamente un do o un re, sino que está como en el medio, por la tonalidad que nosotros llevamos en nuestro canto, que buscando exactamente una nota por ahí no coincide.”

Luego de tanta persecución, racismo y maltrato, esa tradición ha sobrevivido, y eso es sin dudas todo un orgullo para la comunidad. Y se debe sentir un gran triunfo haber sobrepasado las seis décadas de existencia. “Acá existen comunidades, pero les cuesta arrancar, así como hicieron nuestros iniciadores. Para mí es un orgullo muy grande y lo quiero seguir llevando hasta que por ahí lo sigan mis hijos o mis nietos.”

Foto: Prensa

-¿Como tu papá hizo con vos?

-Mi papá nos preparó a todos y el que quedé fui yo. Mi papá falleció en 2018, después de una gira que tuvimos por Europa. Éramos 10 hermanos, y todos son buenos, pero tenía que elegir a uno, porque no podía elegir más que uno. Y yo voy a tener que elegir entre mis seis hijos, de los que dos ya son adolescentes y cantan y conocen la música ancestral, el idioma y también la música folclórica. Quiero seguir llevando este orgullo y agradecer a todos los que nos escuchan y difunden, porque nosotros demostramos que tenemos una cultura viva.


Campo del Cielo

Remixes del Coro Qom Chelaalapi y Lagartijeando celebrando el 61 aniversario de trayectoria del coro indígena del noreste argentino. Disponible en Spotify y Amazon. Presentación en vivo en Buenos Aires sábado 15 de abril, Centro Cultural Kirchner (www.cck.gob.ar).