Corría noviembre de 1986. El mismo año en que Maradona levantó la copa del Mundo con el mejor gol de la historia y en que el desastre nuclear de Chernobyl marcaba el principio del fin de la Guerra Fría. Luis Alberto Spinetta había editado Privé, uno de sus discos fundamentales marcado por la exploración electrónica, y faltaba muy poco para el lanzamiento de La la la, su disco doble junto a Fito Páez. En ese marco de cosas, el Flaco fue invitado a dar una charla en una serie de clínicas musicales organizadas por el Centro Cultural Ricardo Rojas. Su tema: el trabajo de composición. En rigor, el título sería sólo la punta de un ovillo que Spinetta iría desenredando para hablar de una poética en la que el arte y sus formas, el alma humana y los misterios del cosmos se cruzaban de manera única e insondable. Uno de los pibes que asistió a esos encuentros fue Alberto Brunelli, que con sólo 16 años y en la era del walkman, tuvo el buen tino de grabar la charla en dos cassettes de 90 minutos.        

Por estos días, Brunelli subió, gracias al metódico trabajo de otros amigos y habitués de la casa de música que tiene en Parque Patricios, la desgrabación de esa charla. Hoy puede leerse en el sitio de Revista Devenir Rondo, pero el equipo está trabajando en editar el material para, en breve, subir los audios. “La clínica duraba dos días. Me anoté, y en el primero, Spinetta hizo una especie de introducción acerca de lo que iba a hablar, y ahí ya me di cuenta de que no iba a entender nada: lo que él decía iba tomando una profundidad tal que decidí llevar al otro día un grabador, y después escuchar todo mejor en casa”, cuenta Brunelli.


Con apuntes en papel, una guitarra acústica y un grabador que le servía para ejemplificar sus apreciaciones sobre el tempo, la estructura rítmica o melódica con discos de autores como Herbie Hancock o Stravinsky, Spinetta dio rienda suelta en esa charla a sus elucubraciones, hallazgos y también dudas sobre la relación fascinante del ser humano con la música y su manera de producirla. El Flaco diría, entre otras cosas: “En esto hay mucho de juego; es el juego de una ley musical usarla como si fueran las licencias poéticas”. Luego iría más a fondo aún, tal como se lee en las siguientes líneas de la desgrabación: “Para poder romper un esquema es necesario internarse en el torbellino personal. Es necesario bajar hasta el extremo de la pasión interior para poder llamar con esa necesidad a algo que no esté. Es necesario ser muy cabezón para provocar algo más de lo ya provocado, ¿no es cierto? Y de alguna manera todos nosotros somos divinas criaturas creativas”, decía el intérprete, compositor y poeta en una reflexión que parece encerrar toda su esencia.  

Hace 36 años atrás, Spinetta hablaba de todo esto temprano en la tarde. Recuerda Brunelli: “Había mucha gente, la sala que había dispuesto el Rojas era grande y estaba llena. Recuerdo también que estaban Katja Alemann y Omar Chabán entre el público. Spinetta fue con la guitarra, pero sin la intención de tocar. Hubo un solo momento en el que tocó una cosita, nada, y fue genial. Después nos dio la guitarra acústica al público para que nos la fuéramos pasando, y te imaginas… Cada uno la agarraba y tocaba algo mientras él seguía hablando, y nosotros con la alegría enorme de poder sacar unos acordes en la guitarra del Flaco”.

Como en algún momento enunciaría también en la charla, por esos días Spinetta estaba fascinado con la literatura de Carl Sagan y su best seller Cosmos, y también por los samplers, las herramientas digitales y las posibilidades que abrían. El Flaco empezó su exposición abordando la naturaleza intrínseca del sonido como atributo de todos los fenómenos del universo, incluido el cuerpo humano, y los intentos de la civilización por mesurarlos, y terminó hablando de cómo había usado el ruido de un lavarropas como efecto en Privé. “Lo puse así (gesto), lo grabé con un micrófono y después lo gatillaba con el teclado, cuando yo quería. Me mandé un sampling, es toda una historia, hay mucha ciencia en todo esto. Está en una parte de “El androide”, parece que fuera una cascada y en realidad es un Eslabón de Lujo todo quemado (risas)”, contaba en el Rojas sobre esa experiencia.

Brunelli tuvo muy claro en ese momento que Spinetta no estaba improvisando. “Fue con sus apuntes, se notaba que había preparado la charla y que quería ser claro en el mensaje. Creo que la descripción que él hizo del proceso creativo es tan grande y tan sencillo a la vez, que aplica a cualquier rubro. Incluso hay cosas que dijo esos días que tienen una actualidad increíble”.  

Hoy sabemos que después de ese encuentro del ’86 Spinetta haría muchos discos más, desafiando siempre sus horizontes o retomando esquemas de algunas de sus muchas encarnaciones musicales. También sabemos que conoció el hip hop, géneros y artistas nuevos, a través de su propia curiosidad y de las experiencias que se abrieron con la carrera de Dante Spinetta y los Illyia Kuryaki and The Valderramas. Pero en estas apreciaciones del Rojas, no deja de asombrar la claridad y la libertad que el músico tenía para vislumbrar el futuro de su oficio. “Tenemos al alcance de la mano lo que queramos, en materia de texturas de sonidos, en materia de instrumentos que te permiten tocar sin haber estudiado una, u-na (acentúa) lección de música. ¿Qué sucede? Va a cambiar de mano. Yo pienso que el arte popular, el arte pop, ya no va a estar asociado a la idea de unos pocos que son célebres sino que va a ser popular en serio”, opinaba Spinetta.