Para los fans históricos de Star Wars una larga espera llegó a su fin. Desde sus primeras apariciones en las películas de los años ochenta –El imperio contraataca. Episodio V y El regreso del Jedi. Episodio VI– Boba Fett devino personaje mítico por lucir bien su casco y armaduras intergalácticas, aparecer poco, hablar menos y casi vencer al encantador héroe Hans Solo (Harrison Ford), entre otras proezas maléficas.

Considerado el cazarrecompensas más prestigioso y elevado a la categoría de mercenario amado de la galaxia por el público masivo, desde hace tiempo Boba reclamaba una ficción propia que desentrañara sus secretos y el origen de su maldad imperturbable y letal. Ese sueño de los fanáticos pareció menos lejano tras su gloriosa aparición en The Mandalorian, ya sin casco y en la piel de Temuera Morrison, y aun más cuando en los créditos finales de la segunda temporada de la serie se anunció El libro de Boba Fett

A través de la pantalla de Disney+, el primer episodio de este nuevo spin off de la interminable saga de Star Wars –titulado “Extraño en una tierra extraña” como homenaje al clásico homónimo de la ciencia ficción del novelista Robert A. Heinlein– cumple su cometido y a la vez resulta una caja de promesas. Como novedad para la más famosa de las ficciones de las galaxias, se deja de lado la clásica linealidad narrativa y se apela al repetitivo recurso de la mayoría de los seriales actuales: situar el relato en dos planos temporales. 

Sin embargo, el flashback y el forward parecen tener un sentido dramático. Porque en principio, El libro de Boba Fett, describe la épica de un malvado desde lo que parece su derrota definitiva hasta su consolidación como el nuevo rey del hampa de Tatooine, la más hostil y arenosa ciudad del universo estelar. Para ello, la narración comienza en el pasado con Fett escapando de las vísceras de un monstruo –el sarlacc que lo había devorado en El retorno del Jedi– para inmediatamente ser apresado y despojado de todo por los moradores de arena y trasladarse a un presente donde aparece consagrado como el nuevo daimyo, el señor cuasifeudal del mundo criminal. Sin embargo, para conservar los honores y el poder actuales debe ganarse el respeto del pueblo y enfrentarse a bandas de guerreros y facciones de ninjas misteriosos que intentan controlar el imperio del delito.  

En definitiva, el ansiado protagónico de Boba Fett se presenta como una combinación entre el western espacial –ya explorado magistralmente en The Mandalorian– con la versión galáctica de El Padrino. Para cumplir tal cometido, Temuera Morrison imprime al personaje esa marca enigmática, taciturna y feroz –la virtud de pocas palabras y muchos golpes mortales– que lograron, a partir de fugaces apariciones, que su magnetismo perdure por más de cuatro décadas.

A su vez, su compañera de fechorías, Fennec Shand (Ming-Na Wen), lo secunda eficazmente luciendo a la vez impiadosa, impenetrable y dueña de un erotismo hierático. Sin un personaje tierno como el entrañable Baby Yoda, que dulcificaba la dureza del Mandaloriano, es de esperar que la relación entre Temuera y Fennec cumpla el rol de suavizar al personaje principal y posibilitar que su desmesura se despliegue en sentimientos de intensa humanidad.

Por ahora la desmesura e intensidad están concentradas en las logradas secuencias de acción y las antológicas peleas que son sello del universo Star Wars, y que no perdieron su ritmo trepidante, su capacidad de entretener ni su magia. En este sentido, el duelo de Boba y Fennec contra los asaltantes rebeldes es extraordinario,  y la lucha contra el bizarro monstruo con reminiscencias de Ray Harryhausen –el creador por antonomasia de los dinosaurios, los dragones y otros engendros del cine clase b de Hollywood– es particularmente disfrutable. A su vez, hay constantes guiños que harán el deleite de los ochentosos nostálgicos: nuevos androides y animales fantásticos, la recreación de una escena donde estuvo la adorable Princesa Leia (Carrie Fisher) y la actriz Jennifer Beals, recordada protagonista de Flashdance (Adrian Lyne, 1983), en un rol que se las trae como dueña del bar de Tatooine. 

The Mandalorian, esta nueva invención de la prolífica franquicia recupera el tono oscuro, la exquisita banda sonora de Ludwig Göransson y por supuesto la mano firme y el conocimiento del universo de Star Wars de Jon Favreau. Si bien al menos en su primer capítulo no llega a la maestría de su antecesora, con Favreu como creador hay garantía de que la diversión y la emoción crecerán en los siguientes seis capítulos que componen la miniserie de Disney+. 

Centrada en el lado oscuro o quizás en el lado amoral de la Fuerza –al fin y al cabo, los mercenarios siempre supieron venderse al mejor postor– esta historia de criminales y gánsters que vivieron hace mucho, mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana, no solo tiene la fascinación cautivadora que ejerce el mal, sino que evoca la clásica historia del personaje que busca convertirse en héroe, incluso en héroe mafioso (no casualmente una de las historias termina con Boba Fett venciendo a un monstruo, etapa imprescindible en el mítico periplo de cualquier héroe que se precie de tal).

El tiempo dirá si Boba Fett ascenderá al cielo infernal donde moran otros malvados eternos de celuloide como Darth Vader, El Joker, Loki o Lex Luthor. También responderá la pregunta de si Fennec y Boba conseguirán ser la Bonnie y el Clyde del futuro. Lo que es seguro es que El libro de Boba Fett da cuenta de que hay sables con luces, naves, humanoides, animales bizarros y cuerda para rato para ese amor que empezó en 1977, con una película utópica de George Lucas, llamada Una nueva esperanza.  «

El libro de Boba Fett

Showrunner: Jon Favreau. Dirección: Robert Rodríguez, Jon Favreau, Dave Filoni y otros. Con Temuera Morrison, Ming-Na Wen, Jennifer Beals y elenco. Miniserie de siete capítulos. Estrenos: miércoles, por Disney+.