Bajo el concepto de ser fiel a uno mismo, sin terceros ni obstáculos que esquivar, el camino de uno de los músicos folklóricos más auténticos del país sigue construyendo su propia senda. Al costado de estrategias de marketing y de la acción de los medios que construyen realidades artísticas a medida, a Raly Barrionuevo pocas cosas parecen intranquilizarlo, salvo la instancia de traicionar a su música, la misma que irrumpió con fuerza a mitad de los años ’90 como contracara del folklore romántico y meloso.

Siendo fiel al sentido de la libertad que implica la autogestión (que incluye una peña, sello discográfico y a la Universidad Trashumante) lo de Barrionuevo fue creciendo hasta transformarse –tal vez a su pesar– en alguien observado pero también admirado. En 2017 y con una docena de discos que llevan su nombre, La niña de los andamios (su nuevo álbum de reciente edición que presentará en Niceto Club del 17 al 20 de noviembre) no hace más que continuar con esa construcción estética donde el folklore manda, pero que también adopta nuevas sutilezas que miran a otros géneros. El disco –producido por Juan Carlos Toch– incluye la participación de amigos invitados como Peteco y Demi Carabajal, Micaela Vita (Dura Tierra) y Lisandro Aristimuño, entre varios otros.

Tranquilo en cada una de sus respuestas, Raly se muestra reflexivo a la hora de analizar su nuevo álbum, tal vez como consecuencia del sismo emocional que significó parir un álbum como La niña de los andamios. «Siento que este es un disco de cambios. Es algo que noto a partir de las letras. He sido muy transparente, puse mucha atención y me divertí también haciéndolas. Siento que me mostré a los demás y que por eso vienen de alguna parte del inconsciente. Es algo fuerte porque salen cosas que ni siquiera yo sabía que podía transmitir ni decirlas de esa manera, por eso es algo como sanador para uno mismo», aclara Raly poco tiempo antes de su seguidilla de shows en Buenos Aires.

–Antes del lanzamiento del disco dejaste saber que tu madre podría ser parte esencial de tus nuevas canciones. ¿Finalmente terminó siendo de esa manera?

–La primera canción que hice para de este disco se llama «Hijo de ayer» y tiene mucho que ver con eso. El disparador tal vez haya sido la muerte de mi mamá, unos cuatro años atrás. Hay una canción de un disco de Peteco que se llama «A mis viejos», su letra habla de cuando los padres se van y se llevan con ellos nuestra infancia. Entonces el camino para volver a la infancia y que se encuentra en los padres ya no lo tenés más. Siento que implicó un desafío, un crecimiento nuevo, pero no lo planteo como poniéndome en víctima. En una letra puse algo así como «ya es tiempo de saltar sin red», así que cuando se va alguien importante para uno implica también ejercer nuevos desafíos y compromisos.

–Entonces resultó pura catarsis personal.

–Sí, porque en general me dejó eso. Después de procesar la historia tuve un agradecimiento muy grande con mi madre, entonces ahí escribí la canción «La niña de los andamios».

–¿Y terminó siendo un concepto tan fuerte que es el título del disco?

–Así fue. Pero todo salió por ver una escultura rodeada de andamios en Buenos Aires. Lo mismo me pasó con una obra en un espacio en Salta. Me ocurrió algo raro también con esos andamios porque pasó el tiempo y luego no volví a verlos en el mismo lugar. Me puse a pensar en los que estaban trabajando en la altura, con el riesgo y el equilibrio. Bueno, hice una simbiosis con lo que fue la vida de mi madre, que fue una mujer del campo que trabajó como docente en Santiago del Estero. La imaginé subida a un andamio, asumiendo riesgos también, porque ella fue madre y padre al mismo tiempo. De ahí me salieron imágenes como si ella fuese una niña subida a esos andamios y construyendo a partir de esas situaciones.

–El disco tiene colaboraciones como las de Peteco o Lisandro Aristimuño. ¿Pensaste en cada uno de ellos especialmente?

–Estuve mucho tiempo dándole vueltas a cómo comenzar este disco pero no encontraba el momento, entonces había cosas que se perdían. Busqué ayuda y recurrí a un músico cordobés al que admiraba mucho como Juan Pablo Toch. Él se tomó el tiempo para escuchar lo que estaba haciendo, me tiró ideas y posteriormente lo produjo. Juntos pensamos la idea de que nos acompañen amigos y que todos ayuden a generar una especie de estado de amor en el disco, que todos hagan una nota musical por lo menos, porque son gente que quería que estuviese. Por ejemplo, Micaela Vita, una cantante tremenda, hizo coros, o Peteco que estuvo tocando y cantando. Y lo de Lisandro se dio porque un día él estaba en mi casa, comenzó a hacer unos coros, los guardé y los usé en el disco.

–Tus actividades con la peña y la Universidad Trashumante superan lo social y lo autogestivo. ¿Hacia dónde van esos proyectos sociales en la actualidad?

–La peña es la herramienta para generar la autogestión y las movidas sociales de la Universidad Trashumante, que es una organización autónoma e independiente de educación popular que trabaja en muchos barrios en Córdoba. Digamos que nació para eso y así sigue creciendo: de hecho, mi participación es solidaria en la peña y lo mismo hacen las organizaciones que cocinan para esos barrios. En el espectáculo que hicimos hace poco en Cosquín, la peña estuvo trabajando de la misma manera en que lo hizo para otras ocasiones. No tenemos sponsors ni nada. Sólo nos tenemos a nosotros y a la música.

–La música es la que te permite hacer cada vez más shows en Buenos Aires (NdeR: vive en Unquillo, Córdoba). ¿Sentís que tu propuesta crece en esta parte del país?

–Puede ser. Pero la verdad es que no tengo compañía discográfica ni nada que sea ficticio. No sé de esa cuestión de bombardear por radio para que la gente te escuche o reviente. Nunca fue mi forma esa, porque siento que cada persona que se suma a escucharme lo hace porque es auténtica, le gusta por varias razones mi música y se suman. Después están esas cosas mediáticas o hechas por una compañía discográfica que tiene millones de estrategias que no las conozco ni me interesan conocer porque son cosas que después se derrumban fácil. La música construida sobre cimientos sólidos siempre perdura. Es un principio básico que viene de toda construcción.  

El reclamo por Santiago 

El 2 de octubre pasado, exactamente a dos meses de la desaparición de Santiago Maldonado, una carta de Raly Barrionuevo llegaba a los medios para intentar aportar –siempre desde el terreno de las letras– algo de claridad a todo lo malo y oculto que sucedía con el caso Maldonado. A la distancia y con las novedades posteriores, Raly reflexiona sobre todo lo ocurrido: «Yo estuve participando de las marchas que se hicieron en Córdoba y escribí un texto sobre el tema por la sensibilidad que me despertó semejante hecho. Estoy sumado al pedido de clamor, justicia y transparencia para lo sucedido con Santiago. Lo que pasó el 1 de agosto con una fuerza represiva y que posteriormente desaparezca alguien es tremendo, reabre heridas que son muy profundas y dolorosas en nuestro país. Espero que se eche luz porque es muy raro todo lo que pasó. Y lo único que uno puede pedir por el bien de la democracia y las instituciones es que las cosas se esclarezcan». «