“Sobrevivir a las personas que amamos tanto, a punto de disponernos a matar por ellas, es uno de los crímenes más misteriosos e incalificables de la vida. El código penal no lo menciona.” 

El epígrafe de la novela Las brasas de Sandor Marai bien puede servir de prólogo a The Bee Gees: How can you mend a broken heart, el documental producido por HBO que comienza con el testimonio de Barry Gibb, el único sobreviviente de la banda de hermanos que resultó paradigmática de la masificación de la música disco hacia fines de los años setenta. Con casi 75 años, Barry declara que, en toda familia, siempre queda un testigo para contar cómo fue todo, pero que su versión de los hechos sobre los Bee Gees es la propia y seguramente difiere de la que contarían Maurice o Robin Gibb. 

La película dirigida por Frank Marshall –productor de filmes antológicos del director Steven Spielberg como E.T., En busca del Arca Perdida y Volver al futuro, entre otros- narra de manera prolija y documentada la trayectoria del grupo de rock & pop de origen británico que se convirtió en hito de la cultura popular global. Marshall pone en funcionamiento la experiencia y el pulso revelado a lo largo de su trayectoria para captar al gran público apelando constantemente a las canciones icónicas y mechando sabiamente el material familiar y artístico. Así logra evocar y remover la nostalgia de los melancólicos de una época de baile y liberación sexual anterior al sida que muchos recuerdan como feliz. 

Formas pedagógicas

Y en forma concomitante y pedagógica da cuenta de que la música disco no comenzó con Stayin Alive, sino impulsada por estrellas del soul negro como Barry White y una comunidad LGTB que buscaba ritmos y espacios donde no fuera prohibido bailar entre varones. Asimismo, registra que la carrera de los hermanos Gibb no empezó con la exitosa película Fiebre de sábado por la noche (Badham, 1977) sino desde la tierna niñez en Gran Bretaña y Australia. El documental es honesto en tanto no elude los consumos problemáticos de diversas sustancias de los integrantes del grupo ni la eterna rivalidad por la fama entre Barry y Robin –mediadas por Maurice, gemelo de Robin– que frecuentemente los llevaba a peleas y separaciones, portazos y rupturas que, en ocasiones duraban años. 

Ser hermanos y cantar era una perla, pero también un verdadero drama que Marshall sabe aprovechar y el documental deviene en saga familiar de amores, odios, tragedias y perdón, todos los condimentos del melodrama. 

Era dorada

Así registra distintos momentos del grupo: el tiempo de oro con las canciones icónicas que hacen las delicias de fans y que aún hoy impulsa a los osados -con desigual resultados artísticos- a agitar el brazo y a reproducir los movimientos de Tony Manero (John Travolta) apenas asoman los primeros sones de “Stayin Alive” o “Nigh Fever” en una fiesta. Y narra el posterior declive de la música disco que culminó en un acto con ominosa quema masiva de discos y amenazas de muerte a la banda. Eso obligó a Barry Gibb a reinventarse exitosamente con la composición de perdurables melodías en los ochenta junto a estrellas como Barbra Sreissand y Diana Ross. 

A todo esta data y material se le superponen videos caseros, imágenes inéditas y la fugaz aparición de Andy Gibb, el cuarto hermano que, como en las tragedias griegas, muere joven y bello después de haber tenido como solista un breve éxito fulgurante que superó por poco tiempo a la banda fraternal. 

Marshall sabe explotar la nostalgia colectiva y la culpa personal que le produce a Barry, el hermano mayor, ser el único sobreviviente de toda la familia. El mismo Barry que en 2017 recibió un Oscar honorífico de manos de John Travolta.  El documental cuenta con invaluables testimonios de Eric Clapton, Noel Gallagher y Justin Timberlake, que se sacan el sombrero con sincera admiración.  «

How can you mend a broken heart

La historia de The Bee Gees. Director: Frank Marshall. Disponible en Amazon Prime Video.