Dice que el show de Café Berlín “es el más importante de este año”, que es “una excusa para plasmar la foto de una transición: ir dejando atrás los discos anteriores, ofrecer un ramillete de canciones del disco nuevo”. Juan Iñaki lo dice con la seguridad de los que saben pocas cosas, especialmente que la vida como el universo es un espacio incierto. “Invité amigas mujeres, Lorena Astudillo, Paulita Suárez, Susy Shock: ellas van a estar ahí conmigo. Decidí que lo que tenía ganas de cantar eran esas voces. Va a ser una transición, una puerta abierta a ese disco que viene, que no es en absoluto purista, más bien todo lo opuesto: de un tiempo para acá me voy sintiendo más afuera, al menos fuera de la coyuntura folklórica. No me interesa pertenecer a eso. Soy un amante de la música de este continente, un amante de las fiestas populares de este continente, pero siento un poco eyectado.”

La forma de conjugar eyectar da para interpretar tanto que se fue como que lo repelieron. Pero antes de pedir precisiones Iñaki despeja dudas: “Es como estar dando respuesta a reclamos de un tribunal que no termino de tener claro. Reclamos que responden a cosas que ya no son vigentes, que no interpelan a la juventud, que no están al día por ningún lado. Entonces prefiero seguir inspirando en esta música, en esta poesía desde lo que pasa en este continente desde los bordes. Que también me son bastante conocidos, porque las mujeres y las disidencias de alguna manera estamos acostumbrades a hacerlo desde los bordes de lo impuesto, de lo instituido. Hasta que se institucionalice jajaja”. 


-¿Lo sentiste como una inquisición?

–Sí. El folklore funciona como una especie de institución sustentada sobre una iconografía rancia, machirula, resistida y yo no tengo interés en dar respuesta a nada de todo eso. No siento que tenga que ser leal al género ni a esa idea patriótica con olor a naftalina. Y la música no tiene ninguna culpa, el arte no tiene ninguna culpa. Eso es solo esas son las personas que lo componen que no tienen ningún tipo de impulso de preguntar.


El no ser leal al género quedó repiqueteando como una manifestación de libertad identitaria que excede a la música. Y de esas lealtades o sus faltas se espera que hable su nuevo disco, que tiene el certero y polisémico nombre de Adentro. “Se llama así porque la mayor parte de las canciones están compuestas en pandemia. Tuve tiempo de ponerme como con una lupa  a observarlas, a mejorarlas (las canciones), a exigirme un poco más. La música es un gran viaje inestable, y uno se enoja tratando de forzar una estabilidad a una cosa que por su propia naturaleza no es así. Esa mirada hacia dentro creo que me ayudó a bajar los umbrales de frustración, con los que no convivo nada bien. Me marcó muchísimo la pandemia. Creativamente, laboralmente, empecé a sentir cosas que de chico no entendía, fueron llegando. Me acuerdo de conversaciones con gente grande que me decía: ‘vas a ver que a los 35 y pico no vas a cantar igual que a los 25’ y pico, y yo decía: ‘estos viejos pesados’. Y la experiencia es una cosa que otorga algo que más nada otorga. Y no se puede manipular.”


-Bueno, el universo tiende al equilibrio, nunca está en equilibrio.

-Jeje. Yo le tengo mucho miedo a la muerte, honestamente. De un tiempo para acá eso se volvió más vívido. A la muerte vamos todos, y eso es una gran certeza. Siento que algo dentro mío tuvo que acomodarse a la idea de que se va a morir. Y que quizás sea una tragedia. Mi compa por ejemplo ha estado más atravesado por las pérdidas, y lo veo más sabio. Veo que no tiene los temores que a mí me genera. Y me parece que tiene que ver con saber la pérdida desde el vamos, integrarla. Es algo que no he terminado de hacer, pero vamos hacia eso.  


Acaso su coloquial combinación del singular y plural sea más atinado de lo que se cree: las ganas que se notan en multitudes que llenan estadios como salas chicas para ver a artistas que lo mismo da que le plazcan que le despierten curiosidad, indica que algo no está igual que antes de la tan mentada pandemia. “Creo que el año pasado fue muy incierto, eso de salir un ratito y volvernos a guardar fue muy desmoralizante. La virtualidad ya no funcionaba de la misma manera, había tenido su tiempo de novedad y la gente que labura -que es la mayoría de mi público- no quería volver a la pantalla después de un día de trabajo. A esa primera angustia nos pudimos acomodar. El veranito y después volver a guardarnos fue muy frustrante. Y siento que sí, que este año viene muy marcado por esa ansiedad, por esa voracidad del encuentro. Sobre todo en Buenos Aires. Aunque sigue siendo difícil, creo que éste es el año de la salida de la pandemia. A mí me pasa que tuve que atrasar proyectos que tenía para este año por la cantidad de fechas y viajes que van apareciendo. Y preferí priorizar ese impulso, que es algo que me llama la atención y observo mucho. Hay algo como de compromiso vivo: sobrevivimos, estamos vivos; un ver caras que no sabíamos qué había pasado, un volver a reconocernos.”



¿Cuándo?

Juan Iñaki. Jueves 14 de julio, 20:30, Café Berlín (Av. San Martín 6656). Invitades sorpresa.