Sin dudas es una de las claves del éxito de este lugar. Su proyecto musical ganó adeptos, creando asiduos recurrentes, marcando el perfil del público. Toda esa gente que tiene como costumbre ponerse a bailar, como un encuentro tribal, como un encuentro Cuando suena la bomba es la que impuso el lugar como un referente de la ciudad. Lunes a la noche, a pasarla Bomba.

Santiago Vazquez encontró allí, el lugar de sus sueños.Es así como comenzó su relación con el lugar: enseñaba Mbira, un instrumento medio desconocido para esa época y uno de los alumnos era Dani Abadi, “quien me conocía y sabía de mi busqueda y me comento que estaba trabajando con Andy en el armado de Ciudad Konex. Cuando vi la Plaza Central y la escalera naranja en el medio quedé hipnotizado. Fue como una visión. Era el lugar perfecto para generar un encuentro alrededor del ritmo”, recuerda Vazquez.

Era grande, muy grande y tuvieron en principio ver la posibilidad de encontrar la forma que no parezca vacío. Empezaron en el entrepiso con ensayo abiertos para 300 personas. Ya en esa época, Santiago sentía que estaba en el lugar perfecto, en el momento perfecto. Siete meses más tarde, hacia sus primeros shows en la escalera del patio, y fueron creciendo juntos, ahí creo el sistema de señas que es un un modelo de exportación para la enseñanza de percusión. “Este es un lugar mágico, cualquiera que venga un lunes se dará cuenta de que estoy hablando” dice.