“Siempre nos planteamos que esto sea una experiencia, que el espectador pueda vivenciar lo que nosotros vivimos en el monte”, dice Celeste Contratti sobre La espera, el documental que realizó junto a Ingrid Valencic sobre un cazador de La Pampa, que puede verse hasta el miércoles 26 de abril en el Cine Gaumont. “Y eso se aprecia, sobre todo si uno la ve en la sala de cine”, completa sin dejar de aclarar que toda película se aprecia realmente como es, en una sala. “Tratamos de que sea un viaje, y es ahí, en esa oscuridad, en no estar atravesados por los sonidos de nuestras casas o de la calle, que se puede vivir.”

De hecho, luego de años de filmar a Daniel Mansinelli, el protagonista exclusivo del film, hicieron un último viaje en el que “el 80 por ciento del tiempo fue usado para grabar sonido de monte -cuenta Valencic-. Nos habían emocionado y llamado tanto la atención, durante todos esos años, que queríamos tenerlo bien registrado. Y también el sonido de la brama, que es el momento en que las hembras están en celo y los machos braman y se pelean por ellas”. La espera es descripta como una película que muestra, en lo profundo del monte pampeano, a un cazador que “pasa sus días persiguiendo el rastro del ciervo colorado, esperando que el viento traiga el eco de sus bramidos”. Para Mansinelli, se aclara, cazar ya se volvió una actividad de tiempo completo. Y con una narrativa impecable, el dúo Contratti-Valencic consiguen transmitir el espíritu descripto en esas palabras, al tiempo que producir una fuerte empatía para alejar al personaje de la animadversión que, en estos tiempos y especialmente en las urbes, implica la acción de cazar animales.

“El impacto de aquella primera vez que vi el galpón con todas esas cabezas de ciervo fue bastante similar al que tuve al volver a verlos ahora para la película -recuerda y compara Valencic su primera impresión, de chica, con la que le produjo encontrarse de nuevo con Mansinelli y su colección -. A lo largo de mi vida estuve rodeada de cazadores por el lado de mi papá, no es que venía de la ciudad y de repente veía una cabeza colgada y me era absolutamente ajeno. Pero lo que más me atrajo en ese momento, tiene que ver con la forma en la que él lleva adelante la cacería; creo que eso es lo que nos atrapó. A diferencia del estereotipo que uno, por ahí, tiene más en mente respecto de los cazadores, a medida que lo íbamos conociendo y no simplemente quedándonos con lo visual de él y su espacio, fuimos descubriendo que su forma de vida, aunque parezca un poco fuerte para las personas que somos de la ciudad, tenía un sustento clarísimo: elijo vivir de esta manera, alimentarme de esta manera todas las veces que pueda”.

Las directoras Celeste Contratti e Ingrid Valencic.

Valencic empezó a filmar a Mansinelli en 2016. Y todo se fue desarrollando según los tiempos, la financiación y el contraste con la mirada ajena que se iba desarrollando a partir de la participación en presentaciones de proyectos y work in progress, que influyó decididamente en la narrativa final. “Por ahí algunas personas reaccionaban negativamente, y nos parecía que había una cuota de hipocresía en esa crítica -dice Contratti-. Durante mucho tiempo yo, personalmente, viví seducida por hacer una película sin entrevistas, sin nada, me gustaba de principio a fin esa observación y me gustaba ese clima y esa atmósfera. Pero nos generó tanto debate mental, que no decir nada al respecto tampoco le iba a ser fiel a lo que habíamos experimentado nosotras. Y en algún momento dijimos: lo tiene que decir él y dar su propio punto de vista. Ahí surgió la parte en la que él se cuenta a sí mismo”.

Valencic amplía: “Por supuesto, él nació en el monte, entonces todo tiene mucho que ver con su forma de vida. Mansinelli y su familia se alimentaron siempre de la caza. Y lo interesante es que a lo largo de los años podría haberse involucrado en el comercio, porque es una de las actividades principales de La Pampa y del pueblo, y no lo eligió. Y ese es nuestro gancho para seguir retratándolo, observándolo y buscando de qué manera contar su forma de vida.”

Daniel Masinelli vive en La Pampa, donde se dedica a ir detrás del ciervo colorado para cazarlo y alimentarse.

“Ese galpón funciona como símbolo de lo que nos pasó con la película -agrega Contratti-. Uno apenas lo ve se impacta con esa imagen, y aparecen ahí un montón de prejuicios: qué es este lugar lleno de cabezas. Y lo que hay detrás es que esas cabezas valen un montón de dinero, de plata, económicamente: si él quisiera podría vender todas esas cabezas y eso valdría un montón. Y sin embargo, hay algo en esa decisión suya de no hacerlo, porque él sabe lo que valen todas esas cabezas. Esa idea de colgarlas y tenerlas ahí, para él representan una historia de vida, de todos esos encuentros con esos animales, y detrás de ese primer impacto o ese primer prejuicio, hay como una como una idea de mantener una ideología y de no venderse. Detrás del primer impacto, eso se vuelve un símbolo valioso para la película.”

Mansinelli, cuenta Valencic, “camina tres días el monte para tener su carne, se toma el trabajo de hacer toda la faena y de eso, comen él y su familia todo el año”, resume Contratti agrega: “Y encima, después utiliza todo el animal, todas las piezas, y lo que friza puede llegar a durar bastante tiempo”, completa. “Creemos que lo que él trae o podría llegar a traer a los espectadores -continúa- es más una pregunta sobre qué tipo de relación tenemos nosotros con el consumo de carne, antes que sobre él, como nos pasó a nosotras, que en mi caso, además soy vegetariana”. Y quien la vea no podrá dejar de interrogarse.



La espera

Un documental de Celeste Contratti e Ingrid Valencic. Guión: Ingrid Valencic. Fotografía y Cámara: Ingrid Valencic. Montaje: Celeste Contratti. Dirección de Sonido: Sofía Straface. Hasta el miércoles 26 de anril inclusve, a las 19 15 en el Gaumont, Av. Rivadavia 1635.