La vida de Álvaro es un drama. Su esposa lo dejó, su hijo adolescente no lo respeta, sufre problemas cardíacos graves y no hay nada que lo motive. Su desasosiego de la mediana edad alcanza su máxima expresión cuando una voz «desde las alturas» lo pone al tanto de que está a punto de ser despedido del trabajo en el que depositó su vida. Pero El gerente, la flamante película de Ariel Winograd, es una comedia hecha y derecha. Amparada en el axioma de que la comedia es tragedia+ tiempo, Leonardo Sbaraglia protagoniza esta historia basada en un hecho real: el derrotero del gerente de Noblex que ideó y comandó la «súper promo Eliminatorias» en 2018, la estrategia de marketing que multiplicó en forma exponencial las ventas de televisores, puso a la empresa en boca de buena parte de los argentinos y –al mismo tiempo– estuvo cerca de mandarla a la quiebra.

La película, que llegó este jueves a los cines y a la plataforma Paramount+, combina el fervor de la épica futbolera –a escasas semanas del comienzo del Mundial de Qatar– y el atractivo siempre vigente del género «basado en hechos reales». Pero el Álvaro de El gerente se desentiende de Marcelo Romeo –el directivo de Noblex de carne y hueso– para comandar una comedia de supuestos perdedores –tanto él, como su equipo, una suerte de armada Brancaleone de la publicidad– salpicada por recurrentes guiños de argentinidad. Ese grupo casi alucinado generará múltiples risas en su camino a las segundas oportunidades y deberá eludir diversos obstáculos. Entre ellos, aparecerán su propia torpeza, el ciclo de empates crónicos en el que caerá la selección Argentina de Jorge Sampaoli y una odiosa archienemiga: Federica, la nueva gerenta general, interpretada por Carla Peterson.

Sbaraglia es uno de los actores más respetados y convocantes de nuestro país y España. Su carrera cinematográfica avanza en ambos continentes con una agenda que rara vez da lugar a descansos. Participó de más de 60 películas, entre las que se destacan El otro hermano (Adrián Caetano), Dolor y gloria (Pedro Almodóvar) y Errante corazón (Leonardo Brzezicki), por citar solo algunas de las más emblemáticas de los últimos tiempos. El gerente representa un nuevo desafío en un rubro que muy pocas veces transitó: la comedia de amplio espectro con una decidida búsqueda de popularidad.

Foto: Paramount + / Prensa

–¿Cómo construiste a Álvaro para que fluyera con el tono de la película?

–Me encontré con un guión muy bueno de Patricio Vega, muy bien armado. Que está basado en hechos reales, sí. Es la historia del gerente de Noblex y la audaz campaña de marketing que ideó para las eliminatorias del Mundial de Rusia de 2018. Pero los puntos de contacto con Marcelo (Romeo), con quién pude hablar más de una vez, son pocos. Una cosa es la vida real y otra, la película. Mi trabajo fue entender bien el guión y seguirlo a rajatabla. La comedia es un mecanismo de relojería y es muy importante respetarlo. El mayor desafío de esta historia fue entender el carácter del personaje, a partir de ahí fui armando todo lo demás. Para mí esta es una historia sobre las segundas oportunidades en la vida. Cuando comienza la película, Álvaro es una persona deprimida, casi vencida, alejado de su familia y con su trabajo en peligro. Ese el punto de partida de la historia.

–Hasta que tiene una idea particularmente audaz.

–Claro. Tiene esa idea que funciona como un «ahora o nunca». Duda, tiene miedo, pero se anima. Y se le abre el laburo y la vida, aunque todo con mucho esfuerzo y múltiples zozobras. La idea era genial. Si Argentina no clasificaba para el Mundial, Noblex le devolvía el importe del dinero a todos los que habían comprado un televisor de esa marca durante la promoción. Las estadísticas lo avalaban. Por la historia de la Selección, por Messi, porque los rivales tampoco estaban en un gran momento… Pero el equipo de Sampaoli empieza a empatar, a empatar y a empatar. Y las monumentales ventas comienzan a poner en riesgo la estabilidad de la empresa y de Álvaro, claro.

Para interpretar el abandono de Álvaro, Sbaraglia aparece en pantalla avejentado. Se lo ve con el pelo descuidado, algo de entradas, ropa vintage y un abdomen que no se condice con el de su vida. El cuadro se completa con una posición corporal cansina y una voz algo pastosa, como impactada por los desengaños. Toda la estética de la empresa y su fauna –a excepción de la nueva gerenta general– parecen ancladas en los ’70, casi desentendidos del mundo exterior. Hasta que la idea salvadora le dará una segunda oportunidad. A todos.

Foto: Paramount + / Prensa

La omnipresencia de Noblex en la película permite imaginar que aquella audaz estrategia de marketing de la vida real encontró una más sutil réplica en una película protagonizada por Leonardo Sbaraglia. ¿Habrá sido otra audaz idea de Marcelo Romeo y/o su equipo?

La vida profesional de Sbaraglia no se parece ni por asomo a la de Álvaro. Pero la desazón y el «piloto automático» son males endémicos que –en mayor o menor medida– pueden atrapar a cualquiera. «¿Si alguna vez me pasó eso de sentirme encerrado, sin avanzar en mi vida? ¡Por supuesto! – confiesa el actor–. Nos puede pasar a todos. Por eso creo que esta es una película con la que se va a identificar mucha gente, sobre todo de cierta edad. Un chico de 20 años seguramente se va a identificar con Gonzalo, el hijo de Álvaro. Pero cualquier persona de una mediana edad creo que pasó por algún momento similar, aunque no sea tan extremo. El ritmo de la vida a veces te lleva, no te das cuenta y te alejás de tus deseos y afectos. Vencer los miedos es clave para reconciliarse con una vida mejor. Creo que me di cuenta bastante joven de eso y me ayudó mucho.

–El deseo no garantiza concretarlo, pero…

–Claro. Todo puede fallar. Pero me parece que nada falla del todo cuando uno va adelante con valentía y convicción, y con cierto sentido del riesgo. Hay momentos en los que me fui alejando de esos lugares de riesgo. Por suerte me di cuenta bastante rápido.

La filmación de El gerente duró seis semanas y tuvo un ritmo febril. La premisa era clara: había que estrenar pocas semanas antes del mundial. Esa intensidad también le dio más cohesión al elenco y a la relación de Sbaraglia y Ariel Winograd (El robo del siglo, Cara de queso). El director y el actor ya habían trabajado juntos en Hoy se arregla el mundo (2021) y la química que construyeron permite imaginar más proyectos conjuntos. «Con ‘Wino’ hemos encontrado una sociedad artística preciosa y nos encantaría que se siga desarrollando. Yo he hecho mucha menos comedia que drama. Pero no porque no me sienta cómodo haciendo comedia: me gusta y la encuentro más afín a mi carácter. No soy una persona densa, me gusta reírme. Pero creo que la mayoría de las buenas películas o buenos guiones son dramas. Muchas comedias están relacionadas con cuestiones más frívolas o comerciales. Más allá de que nos es muy políticamente correcto nombrarlo en estos tiempos, me parece que alguien como Woody Allen te daba comedia profunda y muy graciosa sobre las cosas más importantes de la vida. Tengo ganas de seguir buscando por ese lado».

Foto: Paramount + / Prensa

–Sos una persona atenta a la realidad política y social. ¿Cómo viviste el intento de asesinato contra Cristina Fernández y los discursos de odio que le dieron marco?

–Lo primero que hice fue expresar mi repudio. Me hubiera encantado ir a la Plaza, pero no pude ir por cuestiones personales. Me parece que toda la sociedad debe expresarse en contra de algo tan terrible como lo que sufrió la actual vicepresidenta y expresidenta. Creo que hay gente que quiere meter la grieta en todo y eso no es nada bueno. La Argentina más que nunca necesita conciliaciones y encuentros de otros tipos. Creo en un proyecto de país que apuesta a construir, y no en el odio y la destrucción. «


El gerente
Dirección: Ariel Winograd. Guión: Patricio Vega. Elenco: Leonardo Sbaraglia, Carla Peterson, Luis Luque, Cecilia Dopazo, Valentín Wein y Marina Bellati. Disponible en cines y Paramount+.



Ritmo intenso y liturgia futbolera
El gerente apuesta a la parodia y a un intenso ritmo de gags que le aseguran un recorrido ágil. Sube los decibeles con la liturgia futbolera y desde la tensión que genera ese plan de marketing tan audaz que por momentos parece adquirir destino de Titanic.
Pero entre los pasos de comedia, la argentinidad autocelebrada y alguna sensiblería, se cuelan problemáticas bien contemporáneas. Una de ellas es la alienación laboral: «Álvaro tiene, en principio, un buen trabajo. Antigüedad, experiencia, ciertos ingresos… Pero está totalmente desmotivado. Propone ideas viejas, no se compromete y se lo ve totalmente agobiado y alejado de su deseo. Sus relaciones afectivas están truncadas, con su hijo y su exesposa. Pero ante la emergencia de la posibilidad de un despido tiene esa idea increíble y cambia todo. Destraba sus vínculos y su vida. Más allá de las dificultades que se cruzan en su camino. Hay algo del orden del deseo que siempre te acerca a un mejor puerto. Creo que el reencuentro con su hijo es lo más emocionante de la película».