Como el célebre trineo abandonado en la nieve de marca Rosebud inmortalizado en El ciudadano (1941), Mank no puede ser más que el fruto de un sueño caro a los afectos y largamente acariciado. Para su última película de flamante estreno en Netflix, el director David Fincher –Pecados capitales (1995), El club de la pelea (1999), Zodíaco (2007) y Red Social (2010), entre otras– recupera un guion de su padre Jack Fincher, fallecido en 2003. De la misma manera que en una de las escenas más perdurables de El ciudadano, en este fuera de campo que es la génesis del proyecto, se retorna a algo del paraíso perdido de la niñez. Tópico caro a quien también filmó El curioso caso de Benjamin Button (2011). 

Mank es el apócope de Mankiewicz y remite a Herman J. Mankiewicz, nombre poco conocido para el gran público pero que circula entre los cinéfilos como coguionista o el principal hacedor del formidable guion de El ciudadano. En la película, Fincher se inclina por esta última hipótesis e intenta reconstruir el proceso creativo del clásico del cine a través de breves pasajes de la vida del desmesurado, apostador compulsivo, alcohólico y genial Mankiewicz, interpretado magistralmente por Gary Oldman. 

Para eso, Fincher se vale de recursos narrativos, artísticos y técnicos que fueron valiosos aportes al campo cinematográfico y que inmortalizaron la película de referencia. Así, la impecable fotografía en blanco y negro de Erik Messerschmidt, el uso de diferentes planos, la delicada música de Trent Reznor y Atticus Ross, el lirismo de las imágenes, el uso de secuencias gemelas que remiten al original dirigido por Welles (Tom Burke) y las potentes recreaciones constituyen puro placer del séptimo arte. 

Siguiendo esa lógica, la historia de Mank no es lineal, sino que busca el sentido y la génesis de la obra cumbre de Welles en flashbacks que remitenal pasado y a la turbulenta relación que Mankiewicz mantuvo con Hollywood y con William Randolph Heart (Charles Dance), el siniestro magnate del cuarto poder y aspirante al poder político en que se basa el personaje principal de El ciudadano.   

Pero Mank es mucho más que una película sobre otra película o la historia oculta de la disputa por la autoría de una obra emblemática. Es cine dentro del cine y por ello resulta un deleite ver a Mank recorriendo los decorados de Hollywood no solo para mostrar el cartón pintado de la fábrica de sueños que particularmente durante esos años intenta elevarse sobre los escombros miserables de la crisis del treinta. Sino que es una oportunidad para los cinéfilos de jugar a reconocer el escenario de películas inolvidables y el desfile de los dobles de actores y actrices –Greta Garbo, Clark Gable, Charles Chaplin, Carol Lombard o Joan Crawford, entre otros– de una época mítica e irremediablemente perdida. Una época plena de fiestas con mucho alcohol y brillantemente artesanal: no casualmente es evocado el primer productor por antonomasia de Hollywood, Irving Thalberg, en quien se basó Scott Fitzgerald –constantemente referenciado– para el personaje principal de El último magnate a cuya atmósfera también remite Mank. Y así se suceden una tras otras las citas cinematográficas y los paratextos. 

Mank es finalmente la épica de un rebelde que tiene el encanto de los perdedores irremediables que se juegan el todo por el todo.  La historia clásica del genio talentoso que es usado como el bufón de los poderosos pero que un día cumple con el destino asignado desde la Antigüedad a los bufones que los poderosos suelen olvidar: decir la verdad, recordarle al César que es simplemente un hombre, plantarse poéticamente contra el poder político y económico y decir “No”. Y con esa potencia subversiva Mank se opone a su leal esposa Sara (Tuppence Middleton), a sus empleadores de la Metro Goldwyn Mayer con Louis Mayer (Arliss Howard) a la cabeza, a Marion Davies (Amanda Seyfried), la adorable amante de Heart, y al mundo entero para develar de manera magistral las miserias y los crímenes que esconden toda fortuna capitalista. Es así que da a luz a la ficción dirigida por Orson Welles que ha trascendido los tiempos. 

Eso posibilita que quienes aman apasionadamente El ciudadano lleguen a un placer similar al orgasmo cuando Mank-Oldman convaleciente en la cama, fumando un cigarrillo, tomando un trago, con el pie enyesado después de un accidente típico de borrachín, le dicta a su leal ayudante Rita (Lily Collins) las primeras imágenes del guion: “Alguna vez, un castillo en la colina, ahora solo el recuerdo de lo que fue. Solitario en su palacio inconcluso, deteriorado, apartado, rara vez visitado y jamás fotografiado, vemos a un hombre mayor en bata, fumando una pipa, sentado junto a su piscina…”  «


Mank
Dirección: David Fincher. Elenco: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Lily Collins, Arliss Howard y Tom Pelphrey. Disponible en Netflix.