El rostro desconcertado de Jane Fonda sobre el final, sin saber si decir o no las últimas palabras de la noche para darle cierre a la ceremonia, fue genial. Es que la sorpresa coreana, que logró lo que no pudo “Roma” el año pasado, ni “La vida es bella” en 1998, dejaba a todos un poco fuera lugar. La cinta de Corea del Sur “Parasite”, la gran ganadora de la noche, fue la primera película extranjera en ganar las estatuillas como mejor producción extranjera y mejor película. Y antes también se había alzado con el premio de la categoría Mejor guion original: por eso todos los presentes, desde Tom Hanks en la primera fila hasta los de la bandeja más elevada, pidieron que se alargue el tiempo del discurso final. Una de las actrices de “Parasite” dijo ante los presentes algo revelador: “agradezco al público en Corea, nuestro público, porque nunca nos alabaron ni nos criticaron, pero fueron a ver la película y eso nos motivó a seguir”.

Todo empezó a predecir ese final cuando en un momento de la noche Diane Keaton y Keanu Reeves anunciaron que “Parasite”, la película del surcoreano Bong Joon-ho, era la ganadora de la estatuilla al mejor guion original. “Uno generalmente escribe en soledad, pero este es primer Oscar que recibe el cine coreano así que no me siento solo”, dijo Bong en su idioma natal, con interpretación consecutiva en inglés. Los aplausos no esperaron y la platea entera se puso de pie para homenajear al guionista y director que es el primero en conseguir un Oscar para el cine de su país.

Un hecho curioso fue que mientras el guionista Han Jin-won estaba ofreciendo su discurso, el director de la cinta, Bong Joon-ho, esbozó una tierna sonrisa mirando el cráneo dorado del pequeño Oscar, casi fraternalmente, como no creyéndolo.

Joon-ho volvería al escenario para recibir el Oscar al mejor film internacional, como se denomina ahora la categoría que antes se llamaba mejor film extranjero. «Me alegro de ser el primero en recibir el premio con lo que significa este nuevo nombre», dijo el director coreano antes de confesar que ya estaba «listo para tomar un trago». Ya su simpatía y pelo alocado se había comprado a propios y extraños.

El primer batacazo fuerte fue cuando el virtuoso cineasta coreano volvió una vez más para recibir el Oscar al mejor director de  la mano de Spike Lee. “Pensé que ya había terminado y estaba listo para relajarme”, suspiró Joon-ho. Y luego hizo poner de pie a la platea cuando señaló: “Si la Academia me lo permitiera, partiría este Oscar en cinco y lo compartiría con ellos”, refiriéndose a sus compañeros de rubro. Entre ellos, destacó especialmente a Martin Scorsese “a quien estudié en la escuela de cine” y que el sólo se conformaba con estar nominado junto a él, pero que nunca pensó en que le ganaría. La ovación de pie de todos los presentes pareció conformar al director de “Taxi driver”, “Casino”, “Buenos muchachos” y demás clásicos.

El coreano nombró también a Quentin Tarantino, diciendo que “que cuando mis películas no eran conocidas en los Estados Unidos, él las mencionaba en sus listas de predilectas”. Los dedos en V y un puño al corazón le lanzo el creador de “Pulp Fiction” y “Kill Bill”. Y Allí dijo sus últimas palabras en un inglés precario: “Ahora voy a beber hasta el próximo día”. La juerga de los ganadores seguramente fue, casi seguro, el germen de un guión  del cual todos nos gustaría ser parte.

El resto de la premiación tuvo también sus puntos altos. Al film de Quentin Tarantino, “Había una vez en Hollywood” lo contentaron con mejor diseño de producción por su hermosa estética y recreación de Los Ángeles de fines de los ‘70. En el apartado de guión, se premió la osadía y la incorrección al darle la estatuilla como mejor libreto adaptado a “JoJo Rabbit”, una comedia negra ambientada en la Alemania nazi en la que un niño tiene como amigo imaginario a Hitler. En los segmentos técnicos hubo lugar para contentar a varios, la fotografía fue para “1917”. Roger Deakins hizo una labor espléndida con su cámara, en un filme técnicamente complejo que resulta realista y desolador. La cinta de Sam Mendes también obtuvo el Oscar en efectos visuales y en mejor mezcla de sonido, pero no en edición de sonido (algo muy raro) que de lo llevo “Contra lo imposible” por el sonido de motores. El largometraje sobre la contienda entre Ford y Ferrari en Le Mans 66 también se llevó mejor Edición.

“Mujercitas”, otra obra que mereció mejor suerte pero no se le dio, se llevó mejor vestuario, demasiado poco para tamaña producción. El escándalo se quedó con mejor maquillaje y peinado, una sorpresa en un rubro donde se suele premiar a películas de fantasía o época en donde se lucen las prótesis y los apliques. “Guasón”, pudo alzarse con otro Oscar a Hildur Guðnadóttir por su tremenda banda de sonido, aunque “Star Wars” era el soundtrack favorito.

Cuando fue el momento de mejor canción original Elton John subió al escenario, estrafalario como siempre, con una zapatilla de cada color, a recibir la estatuilla  por “(I’m Gonna) Love Me Again” de “Rocketman”, la biopic sobre su vida.

“Toy Story 4” ganó en el rubro de Mejor Película Animada, imponiendo su status d clásico de Pixar ante opciones más independientes como “Klaus” o “Sr. Link”. Como siempre el momento más emotivo se dio en el recuerdo a las estrellas que ya no están, un épico in memorian que con la dulce voz de Billie Eilish, cantando “Yesterday” (Los Beatles),  que empezó con Koby Brian y fue coronado por la figura del eterno y recientemente fallecido Kirk Douglas

Entre los rubros que premian interpretaciones no hubo mayores sorpresas: entre las actrices, casi sin abrir los parpados, como es su expresión característica, Renné Zellweger subió a recibir la estatua dorada como la mejor  por su caracterización sentida de Judy Garland “Nuestros héroes nos unen, nos inspiran. Judy Garland no recibió este honor en su tiempo. Estoy segura de que este momento es una extensión de la celebración de su legado, único y generosos que trasciende cualquier logro artístico. Señora Garland, ciertamente está entre los héroes que nos unen y nos definen y esto es, ciertamente, para usted” dijo la actriz de “Jerry Maguire”, “Irene yo y mi otro yo” y “El diario de Bridget Jones” que esta vez se puso en la piel de quien hiciera “El Mago de Oz”.

Laura Dern, la que fuera la actriz fetiche de David Lynch, se llevó el premio como mejor actriz de reparto por su labor en “Historia de un matrimonio” como una abogada implacable, la producción de Netflix (uno de los grandes perdedores de la noche) dirigida por Noah Baumbach. «Noah ha escrito un guion sobre el amor y sobre cómo acabar con las diferencias en el hogar”, dijo Dern arriba del escenario, que en la película interpreta una suerte de alter ego de Laura Wasser, una abogada súper estrella de Hollywood especialista en divorcios,

Brad Pitt sentado junto Cynthia Pett-Dante, su manager desde 1988, gano por su actuación de un doble de riesgo en “Había una vez en Hollywood”. «Esto es realmente increíble”, dijo Pitt de 56 años al subir al escenario. En su discurso, el actor le agradeció a Tarantino, por su arte, por ser “único en su clase” y  le dijo  “la industria del cine sería un lugar horrible sin ti”. También elogio a su compañero de elenco, Leonardo DiCaprio. Y le premio se lo dedicó a sus seis hijos “que le dan color a todo lo que hago, los adoro”, señaló. Fue la primera vez que el actor mencionaba a sus hijos durante un discurso de aceptación. A lo largo de toda la carrera de premios había ganado siempre, y en todas las galas Pitt ofreció discursos cargados de humor, pero esta vez se puso serio. Es que se impuso ante Tom Hanks por “A beautiful day in the neighborhood”, Anthony Hopkins por “The Two Popes” y Al Pacino y Joe Pesci por “The Irishman”.

Su interpretación no dejaba mucho espacio para las dudas pero Joquin Phoenix, de 45 años, fue el justo elegido como el mejor protagonista: superó en la categoría al español Antonio Banderas, nominado por su papel de Pedro Almodóvar en “Dolor y gloria”, así como Leonardo DiCaprio (“Erase una vez en Hollywood»), Adam Driver (“Historia de un matrimonio”) y Jonathan Pryce (Bergoglio en Los dos papas).

Phoenix había estado cerca pero nunca lo había logrado: estuvo nominado tres veces antes por “The Master” (2013), “Walk the Line” (2006) y “Gladiator” (2001). Tartamudeando, con  marcados signos de timidez y nervios, pero mirando fijo a los presentes, el actor disparo un discurso potente que incomodo a muchos y dejo a otros recalculando coordenadas. “Estoy tan lleno de gratitud en este momento y no me siento por encima de ninguno de mis compañeros nominados o de nadie en esta sala, porque compartimos el mismo amor, el amor por el cine y esta forma de expresión me ha dado la vida más extraordinaria, no sé qué sería de mí sin ella”, dijo el actor al recibir el premio.

El actor, que se convirtió en el segundo Guasón en llevarse un Oscar, luego de la póstuma premiación de Heath Ledger en 2009 por su rol secundario en “El caballero de la noche”, se mostró agradecido por la oportunidad de usar su voz “para los que no tienen voz”. Continuó diciendo que si él u otros nominados están discutiendo la desigualdad de género, el racismo, los derechos indígenas o los derechos de los animales, todos hablan de injusticia. “Hablemos de desigualdad de género, de racismo, de los derechos LGTB, de los animales… la lucha contra las injusticias. Un pueblo, una raza no tiene derecho a explotar a los otros con impunidad. Nos hemos desconectado mucho del mundo natural y estamos en un mundo egocéntrico y explotamos nuestro entorno para nuestro bien. Creemos que la idea del cambio político es que tenemos la necesidad de sacrificar algo, pero cuando aprovechamos el amor como principio podemos llevar a cabo sistemas de cambio beneficioso para el ser humano», manifestó en su discurso.

“He sido un sinvergüenza en mi vida”, dijo Phoenix, con voz temblorosa, entre la emoción y la falta de medicación. “He sido egoísta. He sido cruel a veces. Difícil para trabajar. Y estoy agradecido de que muchos de ustedes en esta sala me hayan dado una segunda oportunidad”, expresó. Antes de retirarse Joaquin Phoenix recordó, emocionado tras ganar su primer Oscar por su papel de Arthur Fleck en Joker, a su hermano River, quien murió de una sobredosis la noche del 30 de octubre de 1993 en el club nocturno The Viper Room, de Los Ángeles. “Cuando tenía 17 años, mi hermano escribió esta letra: ‘corre al rescate con amor y la paz te seguirá’», dijo

Bon Joon-ho ya ni hablo sobre el final,  y Jane Fonda pudo leer el telepronter y despedirse hasta el próximo año. “Parasite”, gran película de gran factura, la ganadora, marca un antes y un después, sin dudas, ya que con su estilo de autor, que conquistó la Palma de Oro, y parecía destinada los festivales del séptimo arte y las salas de cine de autor. Sin embargo, se llevó el gran premio de la meca de la industria, quizá abriendo la posibilidad que se repita, ampliando la calidad a otro tipo de historias y más allá de los pochoclos dulces y salados de preferencia popular. O quizá no sea ese punto de inflexión en los criterios de la academia y sólo se trasforme en una anécdota de tantas que tienen estos eventos. Ya lo veremos.