Walter «el Chino» Laborde es una de las caras más reconocidas del tango que emergió en los años noventa. Como uno de los fundadores de la Orquesta Típica Fernández Fierro, lo suyo fue romper esquemas con una nueva manera de decir y hacer sonar al tango. Laborde sigue festejando los 25 años de activa vida junto al tango y la ocasión bien amerita con creces un festejo acorde.

–¿Cuál es la actualidad de Walter Laborde?

–Con muchos proyectos. Tengo que sacar un disco de canciones propias que no pude lanzar en el 2022. Otra cosa que vendrá es editar un álbum de tangos contemporáneos compuestos por hombres y mujeres que siguen haciendo tango en el siglo XXI, amén de hacer un disco con valses y milongas basados en composiciones de Los Redonditos de Ricota. Luego tengo mi proyecto de composiciones de canciones propias, con el rock como bandera, pero la verdad es que estoy creando situaciones con mucha gente. Desde que dejé la Orquesta Típica Fernández Fierro, hace casi ocho temporadas, comencé a compartir el tango con muchas más personas.

–¿Cuándo eras chico en tu casa se escuchaba tango?

–Sí, tuve la fortuna de tener al tango de manera viva ya que se escuchaba en vivo en mi hogar. Mi abuelo materno era un bandoneonista aficionado, así que yo heredé su instrumento cuando murió. Mi vieja, tía, parientes y vecinos se acercaban a unos asados que se hacían y se compartía el tango. Por eso, para mí la música en vivo es muy importante porque el hecho en vivo es algo verdaderamente mágico. Con la música en vivo se invoca a duendes que construyen situaciones únicas, algo así como dibujar un cuadro en frente de los espectadores. Tal vez por eso, la adrenalina del vivo me sigue despertando grandes situaciones que más tarde construyen grandes historias. Antes el tango estaba por todos lados, con los discos en varias casas, pero yo tuve la oportunidad de tener al género desde la panza de mi madre y después ahí nomás, al alcance del oído por todo lo que te contaba antes.

–El tango siempre fue un caballo difícil al que hubo que agarrarlo de varios lados. ¿Hoy qué es el tango para vos?

–Es verdad que el tango es algo difícil de domar porque en el siglo pasado los gobiernos y su manejo de la cultura manejaron al tango a gusto, sin darle al género el lugar que merece. Es una de las músicas más significativas de nuestra patria que se atrevió a denunciar, siempre en el corazón de la ciudad, muchas actitudes que no eran nuestras, cosas que no nos pertenecían. Desde el tango muchos se atrevieron a musicalizar realidades profundas y complejas, y ahí siempre estuvieron los poetas. Tanto ayer como hoy, el tango es una forma de sentir y entender la vida. Es también cierto que esta música no está en la televisión ni sonando en todos los autos, ventanas u otros lugares en la calle, pero no es menos cierto que está vivo y que sigue ahí, sonando para muchas miles de personas. Somos una nación muy joven, nacida entre grietas y tiranteces, y ahí siempre estuvo el tango, así que el tango va reflejando esas cosas que la gente no sabe cómo decir. Hoy el tango es un gran decidor de verdades más allá de su gran espacio alrededor del mundo. Más allá de esto, el tango está vivo con sus autores, su gente, sus músicos, el pueblo.

–¿Tuviste un pasado rockero o nunca lo abandonaste?

–Yo diría que no se trata de un pasado sino de algo que nunca dejé, es un presente. Me doy el lujo de hacer una música fuerte, visceral y diferente al tango, pero con muchos puntos de contacto a la vez. Yo nací con el tango pero lo abandoné cuando murió mi abuelo, el bandoneonista de la familia, en esa época conocí al rock a los ocho años y quedé pegado al rock argentino. Ahí noté que había letras de tango pero con otras músicas, y me di cuenta más tarde que existió o existe un buen rock argentino porque existió antes el tango. Nuestro rock tuvo un altísimo vuelo, con una gran poesía.

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–¿Cuál es el estado del rock en estos días?

–No es el género más popular en la actualidad pero creo que va mutando. En algún momento volverá ahí arriba porque su cultura es fuerte.

–¿El rock es menos complejo que el tango?

–Es una música más simple. Muchas veces el rock no tiene la complejidad que tuvo el tango para ser compuesto, pero sigue siendo música popular. Hoy la vida me dio la posibilidad de cantar como invitado de un asunto que se llama La Kermesse Redonda. Son Los Redonditos de Ricota, sin el Indio Solari y sin Skay, bajo el nombre de Los Decoradores. Fui convocado y todavía lo soy para recrear la música de Los Redondos. Esa posibilidad me da la chance de cantar las partes del Indio Solari, así que comparto todo eso junto a ese público increíble que tienen Los Redondos, algo que hoy por hoy está diversificado. Los Decoradores son Semilla Bucciarelli en el bajo, Sergio Dawi en saxo, Tito Fargo en guitarras y Hernán Aramberri, que supo colaborar con la banda y que también es organizador de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. Todos ellos más los técnicos y el público son como una caricia al alma para subir al escenario e interpretar las grandes canciones del grupo.

–¿Existe el tango electrónico?

–No lo creo. La música electrónica tiene componentes que se dan de bruces con el tango. Lo que mantiene siempre el tango es su esencia.

–¿Cómo recordás a la Fernández Fierro con el paso del tiempo?

–Rompimos moldes con la Fernández Fierro. Escribimos una bonita página para el tango del siglo XXI. Pateamos moldes haciendo música vestidos con jeans, zapatillas y remeras. Era algo que espantaba a los demás, pero hoy es normal.

–¿Volver con ellos es posible?

–Hay cosas que en algún momento suceden. Me encantaría volver a cantar con ellos y seguramente sucederá el día de mañana. «

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