Es una de las actrices más celebradas de nuestro país con múltiples éxitos televisivos, teatrales y cinematográficos. Por estos días Laura Novoa ocupa su tiempo en una próxima película –Sin salida– , pero también le pone el cuerpo a su personaje en Los gestos bárbaros, la obra de teatro que protagoniza con Valentina Bassi, Silvina Sabater, Ignacio Rodríguez de Anca y Francisco Bertín, todos los miércoles a las 20:30 en Hasta Trilce, Maza 177.

–Estás haciendo en teatro Los gestos bárbaros desde el año pasado.

–Es una sensación que me ha pasado en otras oportunidades, como por ejemplo con Romeo y Julieta, que estuvimos haciéndola unos dos años, y con El zoo de cristal también sucedió algo similar. Es verdad que la estabilidad de la obra tiene un valor grande, quiere decir que lo que nosotros hacemos gusta y recibe el reconocimiento de la gente. Es una obra independiente que se hizo con gente con muchos años de trabajo.

–¿Es más satisfactoria la permanencia de la propuesta?

–Sí, porque es para un espectador que viene a sentirse interpelado, y justamente ese individuo no abunda. Para nosotros es como un doble éxito, pero teniendo en cuenta eso es que tenemos conciencia de que no es algo para todo el mundo y por eso la hacemos los miércoles a las 20:30. Es una obra de nicho, pero que al día de hoy tiene entradas agotadas.

–¿Cómo eras de chica?

–Era una chica muy imaginativa, ese espacio era poderoso para mí.  Me quedaba mucho en las funciones que hacía mi padre (Pepe Novoa) para mirar a los actores e investigar a esos adultos tan raros (risas).

–¿Qué te gustaba hacer?

-Me gustaba mucho la introspección en mi cuarto. Ahí cantaba, actuaba, hacía historias y armaba mundos imaginarios.

–¿En la escuela cómo eras?

–Era un lugar donde sufrí mucho. En el colegio la pasé muy mal porque soy disléxica y esa característica es muy especial. Afortunadamente ya no está vista como una discapacidad, pero en ese momento nadie lo podía comprender. Lo académico me costó mucho porque tenemos otra percepción de la realidad, entonces la escolaridad fue un suplicio.

–¿Cuándo aparece el teatro?

–A muy temprana edad. Fue a eso de los cuatro o cinco años. La pediatra que me atendió, que después fue la de mis hijos, me comentó que cuando era muy chica le dije que quería ser actriz. Yo no me acuerdo de todo ese tema pero sucedió. Por otro lado, a mis viejos siempre les pedí estudiar teatro.

–¿Ser hija de alguien famoso te ayudó o te condicionó?

–Las dos cosas, realmente. Me ayudó a comprender que este laburo no es joda y que implica trabajo, estudiar, poner el cuerpo, respeto por los demás. No quise hacer notas con mi padre hasta que me gane mi lugar y esas cosas.

Socorro, 5° año te llevó a millones de hogares en el país. ¿Cuán fuerte fue esa situación siendo adolescente?

–Fue la primera cosa fuerte con el reconocimiento que tuve pero fue muy placentero para mí. Estaba muy contenta y feliz en ese momento, con un tipo como Rodolfo Ledo, un sol de guionista, productor y director. Luego estaba el grupo, todos pibes que estábamos peleándola y a la vez éramos muy diferentes. Teníamos todos una identidad, casi como los personajes de la tira. Es todavía un gran recuerdo para mí.

–Cuando llegó tu laburo en una tira como Poliladron, ¿lo viviste de la misma manera?

–Para mí, ese fue un suceso más sufrido, duro. En ese momento estaba casada y vivía en París, la vida era más tranquila y volvía a Buenos Aires para hacer algo específico y sin mucho compromiso. Ese éxito me tomó por sorpresa, me separé y volví a la Argentina. Comencé con Poliladron pensando que serían tres meses de tira y fueron tres años de éxito, con lo cual no sobrevivió mi matrimonio porque nuestro acuerdo era vivir allá un año y otro acá. Ese éxito fue como una piña dolorosa, rara.

–Hay actores de TV, otros de cine y otros de teatro. ¿Dónde te sentís más cómoda?

–Tengo la suerte de saber nadar en todos esos lados. Es imposible decir donde me siento mejor porque sería como elegir a cuál hijo querés más. Los tres medios me dieron un abrazo y lo siguen haciendo, así que cuando uno me abandona viene otro y me agarra con pasión (risas). De esa forma me hice como actriz. «