Bailarina, coreógrafa, directora y productora de sus propios espectáculos, con los que recorrió el mundo mostrando el baile del tango como uno de los símbolos de la cultura argentina. Mora Godoy es sinónimo de danza y del 2×4. Egresó como bailarina clásica en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires, bailó para los Rolling Stones –cuando la banda visitó el país en febrero de 2006–, el mismo año que en cercanías del Obelisco, pudo hacer lo propio acompañada por la orquesta de Daniel Barenboim.

Tres millones de personas vieron sus espectáculos en el mundo tras 20 años de giras internacionales. “En realidad son 30 de carrera si contamos los años de formación y los primeros pasos en agrupaciones, pero siempre tuve claro que quería esto para mi vida”, señala. Este 6 de junio ofrecerá el espectáculo 20 años. Grandes éxitos en el Teatro Gorriti ART Center de Palermo, Juan B. Justo 1617.

-¿Cuál era tu gran sueño siendo niña?

-Bailar en un escenario. Y después viajar por el mundo mostrando lo que hacía. Cumplí ese objetivo que me puse a los 8 años. Es muy loco.

-¿Bailando tango?

-Se dio que fuera con el tango, pero podría haber sido con el ballet. Arranqué con Olga Ferri, a los 10 años entré al Colón e hice toda la carrera allí. Descubrí el tango, al escuchar a Piazzolla en un ensayo, un día saliendo de cursar.

Astor Piazzolla.

-¿En el Colón?

-Sí, cuando el maestro tocó en 1983, ese fue un disparador y con el tiempo, al egresar del instituto, me puse a estudiar tango y después ya me animé hacer algunas presentaciones. Me vieron en una compañía, me llamaron y a los 15 días estaba en Londres. Desde ahí no paré.

-¿Tenés varias vueltas al mundo?

-Sí, varias. Recorrí gran parte de China, Rusia, Escandinavia, toda Europa en realidad, todo Latinoamérica, todo Estados Unidos, casi toda Asia. Siempre llevando nuestra identidad y cultura como emblema, tratando de ser novedosos y con vestuarios revolucionarios.

Borsch.

-¿Hay alguna comida en especial que incorporaste a partir de tus viajes?

-Sí, por ejemplo, las pastas al vapor chinas, que tienen relleno de cerdo, me encantan. Ahora voy al barrio chino, en Belgrano, para conseguirlas. El borsch, una sopa de la cocina rusa, común en Europa del Este y Asia del Norte. Con zanahoria y remolacha, siempre me la hago.

-¿Te remontan a esos lugares?

-Sí, claro, la sopa me acuerdo que la tomaba en el tren Transiberiano, cuando fuimos la primera compañía de tango en pisar Siberia. Me gusta siempre probar lo que se come en el lugar, buscar las delicias autóctonas, para conocer más.

Teatro Colón.
Foto: Juan Mabromata / AFP

-¿En las giras hay tiempo de recorrer?

-Casi no hay tiempo libre, es montaje, desmontaje y relaciones públicas. Por eso digo, voy a comer a un lugar típico y no mucho más. Se duerme poco y se ensaya bastante antes de las presentaciones. Pero bueno.

-¿Ni para un par de vueltas?

-No podemos usar mucho las piernas antes de un show. Olvidate. Este arte es muy demandante físicamente, hay que administrar las energías y cuidarse. No recorremos casi, un poco. Quizás nos llevan a los lugares típicos. La torre Eiffel, la Plaza Roja, la Plaza de Tiananmén y la Ciudad Prohibida en Pekín, o el puente de Londres, sí, por ejemplo. Por supuesto aprovecho, si me llevan, pero lo prioritario es el espectáculo.

-¿Hay otras artes que te estimulen?

-Sí, alguna película, a veces el teatro o la ópera, o un cuadro que me impacta. O música que quizás escucho de casualidad. Siento que todo tiene que ver con todo, y bueno en mi todo decanta y sale por el lado de coreografiar eso que te hace sentir, darle movimiento al sentimiento.

Mora Godoy bailando.
Foto: Carlos Villamayor

-¿Cómo te mantenés motivada?

-No sé, es parte de mi personalidad. Hago terapia, nada espiritual. Soy polvorita, no te lo voy a negar, pero trato de bajar un cambio, no enroscarme. Me gusta, algún domingo ir a San Telmo, cuando puedo, o ver una serie, relajarme, estar con mi hija. Hacer silencio para luego decir algo, pensar y luego hablar.

-¿El baile transmite más que las palabras?

-Lo siento así. El baile es un romance de tres minutos que no precisa palabras, se cuenta a través del movimiento. Por eso las milongas en todo el mundo funcionan. Sin decir nada, bailando te entendés con cualquiera.

Daniel Barenboim.


Foto: Soledad Quiroga

-¿Sos de estar pendiente de la agenda?

-Tengo una gran empatía por lo social, por lo que pasa. Me interesa la política y lo económico. Pero hay mucha frivolidad, que se usa para distraer la atención de lo que importa. Me enfoco en lo que me parece primordial y en crear las mejores coreografías para mostrar nuestra cultura al mundo.

-¿Qué es lo que más te importa de la coyuntura actual?

-De la Argentina me preocupa la gran deuda externa y cómo los sectores que menos recursos tienen pueden sobrellevar esta crisis. No podés mirar para otro lado. Eso es lo esencial. Más en un mundo con inflación, crisis energética. Nadie la está pasando bien en ningún lado.

-¿Te interesaría hacer política?

-Desde la gestión cultural puede ser. Pero todavía estoy parándome en esta post pandemia, tengo camino que recorrer en lo mío, para estar firme. Quizás más adelante haga algo en ese sentido, con un proyecto. Soy metódica, así que creo que cada cosa se hace a su tiempo. «

Pastas al vapor chinas.