El «Chango» Spasiuk es uno de los músicos más respetados y queridos de la Argentina, con gran proyección internacional. Nacido hace 53 años en Apóstoles (Misiones), rápidamente se transformó en una suerte de embajador de nuestro chamamé, género que abraza con pasión, respetando sus raíces y enriqueciéndolas con su audaz mirada.

El acordeonista y compositor lanzó en 1998 Polkas de mi tierra, un álbum imperdible que alterna música y relatos para homenajear la memoria de sus abuelos ucranianos y el legado cultural que transformó el palpitar cotidiano de la Mesopotamia. “Algunas personas se confunden por ese disco. Soy argentino y mis padres son argentinos. Pero más allá de que no tengo familiares en Ucrania, mis abuelos eran de ahí y siento una conexión cultural muy fuerte. En casa mi papá y mi mamá hablaban en ese idioma e íbamos a una iglesia en la que se impartía misa en ucraniano”, recuerda.

Spasiuk concretó múltiples shows en Ucrania durante 2001, en el marco de los festejos por los diez años de la independencia de la URSS. Hoy vive la situación con dolor: “Veo la gente huyendo de sus casas con desesperación y es muy triste. Me duelen la guerra y la violencia, las de ahora, las de antes y las que seguramente vendrán. No tengo parientes en Ucrania pero sufro lo que pasa como si los tuviera. Como sufro por lo que pasa en Palestina, Siria y tantos otros lugares”.

Mientras dialoga con Tiempo, Spasiuk viaja a Paso de los Libres para sumarse a un show a beneficio a los damnificados por los incendios en Corrientes. “La humanidad no puede tropezar una y otra vez con la misma piedra. Los jóvenes van a la guerra y mueren por órdenes de gente que no va a la guerra y tiene una larga vida. No creo que haya buenos y malos impolutos entre los que deciden. Pero es claro que hay víctimas, y siempre son los más débiles. Mis abuelos vinieron a la Argentina escapando de la guerra. Casi cien años después, estamos en la misma situación. La humanidad, y sobre todo los más poderosos, no aprenden ni les interesa aprender nada”, concluye.