Florencia Isabel Torrez tenía 14 años. Había crecido en la comunidad wichí de Carboncito, en Salta, pero vivía en Pichanal. Allí fue asesinada con un arma blanca el sábado. Su cuerpo fue hallado cerca de la ruta provincial 5, a pocos metros del cementerio local. Dos hombres fueron detenidos, entre ellos un adulto que se decía pareja de la niña desde hacía años. Algo similar ocurrió con Julia Fernanda Flores, “Pamela”, hace poco más de un mes. Una niña wichí de 12 años, por cuyo femicidio en la localidad de Pluma de Pato está preso un adolescente. No son casos aislados, pero sí invisibilizados. Familias y comunidades, de luto, cuestionan que no son escuchadas sus denuncias, que autoridades e instituciones no hacen lugar a sus reclamos. Recién les prestan atención cuando ya es demasiado tarde.

“Los vecinos comentan que ya había sufrido situaciones de violencia. Había estado en noviazgo con ese hombre, que calculan tiene unos 25 años. Ella tenía 14 y hacía como tres años que lo conocía. Y ella venía de un caso judicializado en Carboncito, porque a su corta edad ya había tenido que pasar por un montón de situaciones de abuso con la pareja de la madre”, contó Leti Quispe, de la agrupación Kuape Äi, que está acompañando a la familia de la víctima. Cuando la madre de la niña falleció por una enfermedad, el padre se hizo cargo y se mudaron a Pichanal, hace alrededor de un año y medio. “Nos encontramos con una familia totalmente abandonada, en estado de desidia total. Gracias al movimiento que pudimos generar, se acercó gente del Municipio, está llegando una delegación interdisciplinaria para asistir. El papá trabaja en la finca todos los días; entre ayer y hoy no fue a trabajar y no tuvo ingresos. Su actual mujer es ama de casa, es una familia numerosa”, describió Quispe, en diálogo con Tiempo.

“Nuestra idea es poder visibilizar estas situaciones de violencia que existen especialmente con la gente de las comunidades indígenas, queriendo naturalizarla por años. Más allá de todo tipo de violencia a través del machismo y el patriarcado, el abandono de quienes se tienen que hacer cargo. Lo que exigimos es que las políticas que ya existen lleguen a estos lugares. Hay una secretaría de Diversidad, Mujeres y Géneros, y de Asuntos Indígenas: queremos que lleguen. Celebro que hoy vengan, pero no quiero que quede en hoy. Quiero que los que se tienen que hacer cargo se ocupen de esta familia, de una hermanita de 13 años que queda muy mal porque Florencia tenía un rol muy importante en su vida. No queremos que pase por todo lo que pasó su hermana”, lamentó la mujer, que este martes en el marco del Día de la Mujer participará de un reclamo con toda la comunidad: “Ya habíamos planificado unas actividades pero las suspendimos y todas vamos a marchar de luto. Porque todas las mujeres estamos de luto por Florencia”. La movilización será hacia la comisaría de Pichanal.

La familia y los vecinos de Florencia la describen como muy amable y alegre. “Sonreía todo el tiempo, a pesar de todo lo que había sufrido. Es por eso que con el permiso de la familia salimos a hablar en los medios, porque queremos que se visibilice. Que para algo sirva su muerte. Que el nombre de Florencia, como el de Pamela, se visibilicen. Que se vea que existen también las nenas que están sufriendo todo esto. Florencia se nos fue pero hoy nos quedan sus hermanitas. Por ellas vamos a pedir todas las asistencias que tienen que llegar. No queremos después llorar una nueva víctima. No queremos que sea un número más”, resaltó Quispe.

Rosa Rodríguez, maestra de Florencia durante los grados que cursó en la primaria de Carboncito, habla con dolor sobre la historia de su alumna. “Es una tristeza porque estamos en situación de abandono en la parte de educación, de salud. Uno no sabe qué hacer para que los jóvenes acá tengan un futuro mejor. Que no terminen como Florencia. Insistimos al gobierno para que les dé oportunidades a los jóvenes, que tengan una formación profesional, acá hay primaria y secundaria pero los jóvenes no tienen oportunidad de seguir estudiando”, se quejó y contó que días atrás en la comunidad salieron a la ruta para reclamar que siguiera la inscripción para la carrera de enfermería intercultural, una de las demandas locales para el acceso a salud y derechos. “Que no haya más vulneración a los derechos de los pueblos indígenas”, pidió.

El de Florencia trascendió como el tercer femicidio en dos meses en Salta. Pero, desde las organizaciones, advierten que fue el cuarto. Cuentan, además del caso de Pamela, de Florencia y de Yésica Villagra (una mujer de 30 años en La Merced), el de Aldana Quico. Era una adolescente wichí de 18 años, quien falleció tras agonizar 12 horas en el Hospital Juan Domingo Perón, de Tartagal, donde reclamaba a los gritos una cesárea.

“Hay múltiples violencias que padecen las niñas en comunidades indígenas. La máxima expresión de la violencia misógina fue el femicidio de Aldana Quico en el hospital de Tartagal. Se dice oficialmente que hubo tres femicidios, pero para nosotros fueron cuatro”, contrastó Irene Cari, del Foro de Mujeres por la Igualdad de Oportunidades. “Con el tema del acceso a la justicia hay un siglo de caminar en busca de que te tomen la denuncia. Cuesta muchísimo que un abuso, una desaparición de una chica, una violencia de género puedan ser tomadas en estas comisarías o destacamentos. Siempre las corren (a las mujeres que denuncian). Las amenazan. Como movimiento de mujeres argumentamos que en el acceso a la justicia hay un retraso de cientos de años. Porque si no te escuchan, si no te toman la palabra en un marco legal, como sujetas de derecho, ni siquiera tenemos identidad. Solamente cuando son cadáveres nos nombran. Para prevenir femicidios, no nos nombran. Nos tratan como lo peor”, denunció Cari. Y recordó que ya hubo una denuncia contra la comisaría de Victoria Este –cercana a la comunidad en la que vivía Pamela- por los obstáculos para denunciar casos de violencia de género. Puso como ejemplo, además, “lo que está ocurriendo con el potencial femidica del hotel El Castillo de San Lorenzo (el juicio que comenzó la semana pasada contra el empresario John Johnston, por intentar asfixiar a su pareja, Laura Valdez). La justicia le está diciendo a la víctima que es una artista, una violenta, que prepara a su hija para hacer el mismo teatro. Ellas están vivas y no está la justicia protegiéndolas. En cambio, si hay un cuerpito sin vida, sí lo rodean todos”.