“Estamos recontra contentos, emocionados, sorprendidos, pero sabemos que ahora hay mucho más por hacer”, dice Carolina Carrillo, bióloga, investigadora del Conicet en el Instituto César Milstein. “Sí, lo que sigue es lo más importante, que es planificar la producción y sacar este desarrollo a la calle. Esperemos que sea lo más rápido posible”, agrega su colega Adrián Vojnov, también biólogo, que el martes cumplirá 60 años, en cuarentena, pero que antes entregó una de las noticias más alentadoras de estos tiempos de pandemia.

Contrarreloj, en medio de la emergencia sanitaria más vasta que haya vivido el planeta, la ciencia argentina sigue ofreciendo a la sociedad sus mejores logros, algunos de ellos, como la que anunciaron el último viernes el presidente y sus ministros de Ciencia y Tecnología y Salud, de una trascendencia notable.

De bajo costo, operatoria sencilla y producción nacional, el nuevo kit de diagnóstico de Covid-19 permitirá indicar en una hora o menos, a partir de una muestra nasofaríngea, si una persona está infectada por el coronavirus SARS-CoV-2.

“La ventaja de este kit, respecto del uso de la técnica RT-PCR (retrotranscripción seguida por reacción en cadena de la polimerasa), es que, con la misma sensibilidad y precocidad para detectar la infección, permite obtener resultados con mayor velocidad, y además es mucho más sencillo de maniobrar, y requiere un equipamiento mucho menos costoso, porque la reacción tiene lugar bajo una misma temperatura y no necesita un termociclador, basta con una estufa que incube las muestras a 64 grados durante una hora. Y los resultados son fáciles de interpretar: si hay infección, los tubos viran de color”, explica Vojnov, coordinador del equipo del Milstein que obtuvo este crucial desarrollo tecnológico.

“Y es argentino”, acota Carrillo. En efecto, anunciado luego de recibir la aprobación de la ANMAT, este proyecto no surge de la nada, sino que es el fruto de una apuesta estratégica enmarcada en la Unidad Coronavirus Covid-19, creada en conjunto, apenas desatada la pandemia, por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, el Conicet y la Agencia Nacional de Promoción científica. En apenas dos meses, el país ya dispone de tests serológicos propios para estudios epidemiológicos (los que desarrolló el Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Leloir, que dirige Andrea Gamarnik) y ahora de un kit de detección molecular a un costo mucho menor que los que se importan y con mejores prestaciones. Un avance en términos de soberanía tecnológica que es además fundamental para el control de la enfermedad.

El Neokit-Covid-19 “detecta el material genético del virus apenas la carga viral ingresó al organismo, aunque no haya síntomas”, explica Carolina Carrillo. “Se basa en una técnica de amplificación isotérmica, un procedimiento ya descripto hace veinte años pero que logramos adaptar y sintetizar en un formato más sencillo y operativo”. Ese proceso multiplica el número de copias de un determinado fragmento de ARN, aislado de la muestra extraída al paciente. Esas muestras se colocan en tubos (hay 100 en cada kit) que tienen los reactivos con el genoma viral y colorantes. Si cambian de lila a azul celeste, el resultado es positivo.

Aspiran a producir 100 mil tests por semana. Vojnov explica que los de PCR, importados, cuestan entre 12 y 30 dólares cada uno, y que este kit podría bajar ese costo a entre 8 y 10 dólares. Y aunque muchos insumos son importados, ya muchos investigadores se ofrecieron para empezar a remplazarlos en el país. Como se requiere que previamente se purifique el ARN viral a examinar, y ese procedimiento, aunque breve (una hora más), requiere de cabinas de bioseguridad, el desafío inmediato es desarrollar un método que simplifique ese paso. Por eso, el equipo del Milstein -que también integran Santiago Werbajh, Luciana Larocca y Fabiana Stolowicz- no descansa. “Mientras terminamos la nave especial, ya tenemos el avión”, bromea Carrillo.

Del Chagas a un nuevo desafío

El Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein, donde se produjo este importante logro de la ciencia argentina, fue creado en 2007 a partir de un convenio de integración entre el Conicet y la Fundación Pablo Cassará. Es uno de los más importantes ejemplos de fusión público-privada para la investigación científica, y ha fomentado la creación de empresas de base tecnológica, como Neokit S.A.S., formada por Conicet y el Laboratorio Cassará.

“Hace mucho años, desde 2011, que trabajamos en kits de diagnóstico, y gracias al programa Empretecno, financiado por el Estado argentino, pudimos desarrollar este emprendimiento. Afortunadamente, ese financiamiento no se cortó en estos años”, explica Vojnov. Las convocatorias Empretecno fueron suspendidas en 2016, pero el trabajo de Neokit siguió. Presentaron un kit de diagnóstico rápido de Chagas. Y este año estaban por lograr la aprobación de otro para detectar dengue, zika y chikungunya, cuando se desató la pandemia de coronavirus. “Ahí frenamos todo y enseguida nos pusimos de acuerdo con Santiago Werbajh, que fue fundamental en todo esto, y nos decidimos a encarar este proyecto”.


En soledad
Los investigadores del Instituto Milstein no sólo lograron crear el Neokit-Covid-19 en tiempo récord. También lo hicieron en medio de una considerable soledad. Con prácticamente todo el Conicet licenciado por la cuarentena, salvo los científicos específicamente comprometidos en investigaciones sobre coronavirus, trabajaron estos meses casi sin personal de apoyo para las tareas de esterilización, lavadero y mantenimiento de equipos. En el edificio del Milstein, en la calle Saladillo, en Mataderos, eran sólo ellos y otras dos investigadoras en el piso de arriba.