Franco Cardozo tenía 25 años y un hijo de ocho. La noche del viernes 28 de mayo llegó ebrio a la casa de su novia y ella le pidió que se fuera. Él insistió y se quedó en la vereda, reclamando poder entrar a la casa. Un vecino escuchó y llamó a la Policía. Tres móviles del Centro de Operaciones Tigre (COT) y uno del Comando de Patrullas acudieron al lugar. Eran por lo menos nueve agentes. Una vecina llegó a filmar parte de la golpiza que recibió el joven. Los golpes siguieron al llegar a la puerta de la seccional, donde lo vieron tan herido que lo derivaron directamente a un hospital. En el primero no lo atendieron. Al segundo llegó muerto. Hasta el momento sólo hay un detenido, aunque intervinieron por lo menos una decena de efectivos. Están imputados por vejaciones y apremios a una persona privada de su libertad, que tiene una pena excarcelable. El reclamo es que se cambie la calificación a aplicación de tormentos seguida de muerte, que tiene como pena la prisión perpetua.

“El planteo que vamos a hacer es que tanto lo que sucedió en el momento de la detención como lo que siguió después corresponde el delito de aplicación de tormentos seguida de muerte. Que tiene como pena única prisión perpetua. Vamos a pedir que a los imputados que aún no indagaron lo hagan por este delito, y que a Cevasco (único detenido hasta ahora) le amplíen la indagatoria por este delito”, remarcó María del Carmen Verú, referente de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) y abogada que representa a la familia. 

“No hay delito más difícil para que los fiscales acusen que el de tortura. Pero el apaleamiento, objetivamente la figura de la que estamos hablando –un montón de gente apaleando a una misma persona-, está tipificado en todos los convenios internacionales como modalidad de tortura. Y en el caso de aplicación de tormentos seguida de muerte, la definición dice que va a perpetua si resulta la muerte con motivo o en ocasión de la tortura. Que es lo que pasó acá”, definió. El pedido de cambio de calificación será presentado esta semana. La causa tramita en el Juzgado de Garantías 5 de Tigre y en la Fiscalía Descentralizada de Don Torcuato. 

Según lo que se pudo reconstruir, en base a testigos y a declaraciones de los propios policías, Franco fue golpeado en el momento de la detención –a media cuadra de la casa de su novia-, así como en el móvil policial. Al llegar frente a la seccional, el inspector del COT de apellido Cevasco –que no estaba en los móviles de la detención- se sumó a la golpiza. “En la causa por la muerte hay diez entre policías bonaerenses e inspectores del COT imputados por vejaciones y apremios a una persona privada de su libertad. Ahí vamos a hacer el planteo de la calificación. Cevasco está preso y le rechazaron dos veces la excarcelación”, dijo Verdú. La otra causa en curso es la que se inició por la detención de Franco a partir de la denuncia de un vecino. Recién hace tres días la querella pudo acceder a ese expediente.

“Yo lo había ido a buscar a mi hermano, estaba la cuarentena hasta las 20. Él dijo que se venía caminando. Yo iba en auto. En la otra esquina lo agarró la policía. La novia sale y dice que le dejen de pegar. Lo tiran al piso. Lo esposan. A la novia la subieron a un patrullero, vio cómo le pegaron a él”, relató Gabriel Cardozo, hermano de Franco. Junto a un grupo de amigos se concentró frente a la comisaría para reclamar al día siguiente del crimen de su hermano: “Ahí hubo represión, detuvieron a ocho amigos”, contó. Los pedidos de justicia siguieron con una radio abierta y un mural. Este miércoles, a las 17, harán un corte en Panamericana y 202. El viernes, a cuatro semanas del hecho, “van a hacer el retrato donde vivíamos nosotros, frente a plaza Estrada, en don Torcuato”. El caso trascendió porque “una vecina de la zona presenció todo y filmó. Ella me dice que llegó a filmar un minuto nomás de todo el tiempo que le están pegando”.

“Hay solamente un detenido del COT, pero son más de 10 los que le pegan. Ese es el reclamo. Que esas personas estén detenidas. Con eso estaríamos más tranquilos. Lo mataron a patadas, injustamente, y se quieren lavar las manos”, denunció Gabriel. Y lamentó: “No puedo entender que alguien que ya está en el piso con esposas lo sigan pateando. Lo velé a mi hermano desfigurado. La boca hinchada, la frente, la cabeza, lleno de patadas en la cabeza. No sé por qué le pegaron tanto”.