Este sábado temprano el barrio de Almagro amaneció con un nuevo operativo de desalojo. Esta vez las alertas sonaron más fuerte porque se trató de un lugar de trabajo social reconocido en el barrio.

La Casa Cultural Pringles ATR, ubicada en Pringles 340-342, cumple una función integradora desde lo social. Se trata de un espacio abierto a la comunidad habitado por decenas de personas, entre mujeres, infancias y niñeces, quienes antes de estar en el inmueble estaban en situación de calle, y en algunos casos en la cárcel.

Foto: Soledad Quiroga

Allí ingresaron hace poco más de un año, en el lugar que estaba abandonado por la Ciudad, y comenzaron a organizarse junto a asociaciones y grupos sociales, encabezando actividades: hicieron un merendero y brindan apoyo escolar.

También dan techo a quienes atraviesan situaciones de violencia de género. «Muchas mujeres, vecinas del barrio, encontraron en esta casa un lugar seguro, un espacio de acogimiento para trasladar inquietudes y problematizar las violencias que las atraviesan. En nuestras rondas de mates, conversamos sobre lo que implica terminar con relaciones dañinas y agresivas. La escucha de nuestras vivencias nos permite reconocer las estructuras patriarcales y racializantes que nos despojan a la intemperie, a la calle. Luego de muchas vulneraciones, logramos entramarnos y estamos reconstruyendo nuestras vidas”, cuentan desde adentro sus integrantes.

Nunca les interesó (a las autoridades) que las personas que estamos en situación de calle o en riesgo de estarlo, tengamos un lugar para vivir. Las únicas acciones que han generado, cómo alternativa posible, fue el uso y abuso arbitrario por parte de la policía de la ciudad que ha intentado desalojarnos por la fuerza sin orden judicial y ejerce hostigamientos permanentes sobre nosotras. Por eso, vamos a defender este espacio donde vivimos, porque no queremos ser arrojadas nuevamente a la intemperie.  Exigimos una respuesta urgente que tenga en cuenta nuestra situación. Porque nuestras vidas cuentan. La calle y la cárcel no son ni serán un lugar para vivir, tampoco para morir”, añadieron, como reproduce la revista El Abasto.

Desde la organización política y feminista YoNoFui denuncian que el Gobierno de la Ciudad y la Administración de Bienes, junto al Poder Judicial de CABA lo quieren desalojar con fines inmobiliarios, sin diálogo ni solución a la problemática habitacional.

La historia

El inmueble pertenecía a Eduardo Sívori, un pintor argentino que falleció en 1918. Según cuentan las activistas, el artista dejó su propiedad para que sea usada con fines sociales y culturales. Ese era su deseo.

En un momento el Gobierno de la Ciudad convirtió la casa en un archivo, que con el correr del tiempo dejó en estado de abandono por más de 30 años. La casa fue “subastada siete veces y nunca se concretó la venta”, aseguran desde la organización popular. «Además, las mujeres que permanecimos en el lugar restauramos la vivienda para darle fines útiles para el bien común”.

Cuenta Ariel Pennisi, ensayista, docente e investigador, que Eduardo Sívori dejó como heredero al pueblo de la ciudad para su uso cultural: «El pintor naturalista había logrado escandalizar a la Argentina conservadora con pinturas como ‘El despertar de la criada’, siguiendo una tradición de la denuncia de problemáticas sociales en el interior de su apuesta sensible y plástica. La trabajadora desnuda, de piel marcada, con sus juanetes detallados y sus tetas caídas que hacen lugar a un lamparón de luz (la pintora Lula Mari destaca ese cuerpo y esa piel ásperos para los cánones) contrasta con los retratos posados de los ricos de turno y exhibe la dignidad propia de quien se sostiene ante las injurias de una época».

«Experiencias como la Casa de Pringles y las organizaciones afines que acompañan, dan cuenta de posibilidades más novedosas como la gestión comunitaria, la autogestión, la articulación entre espacios de base, instituciones, leyes existentes, diversidad de actores, proyectos de nuevas regulaciones para una convivencia más democrática que garantice un suelo de empatía sin negar el enfrentamiento. Porque, sabemos, cada vez que se niega el conflicto o se lo carga en quienes son considerados ‘conflictivos’, la violencia tiene una sola dirección», completa.

El desalojo

Foto: Soledad Quiroga
Foto: Soledad Quiroga
Foto: Soledad Quiroga
Foto: Soledad Quiroga

La situación hasta el mediodía de este sábado, momento en que se publica esta nota, es con la policía y representantes judiciales y del gobierno porteño de un lado, las vallas negras en el medio, y del otro vecinos, vecinas, legisladores y representantes de organizaciones sociales.

María Medrano, de YoNoFui, comenta a Tiempo: «Ahora está todo vallado, cortado. Hay un camión del Gobierno de la Ciudad con muebles que sacó la policía de la casa, que lo quieren mandar a un depósito. Nosotros cortamos la calle y atravesamos autos para que no puedan salir los camiones, porque estamos esperando…».

Lo que esperan es qué sucederá con el pedido de nulidad de desalojo presentado tanto desde la Defensoría como desde el Centro de Acceso a la Justicia (CAJ) del Ministerio de Justicia de Nación como desde el Ministerio de las Mujeres de Nación. «Estamos esperando la respuesta –acota Medrano–. Y las chicas están todas adentro en la casa con las abogadas».

Desde adentro las mujeres se iban comunicando con las organizaciones. El desalojo parece no tener salida. Lo que empiezan a negociar es el después: «nos dijeron están muy cansadas, muy agotadas, quieren salir –resume Medrano–. Lo que acordamos es hacer una resistencia pacífica acá afuera hasta que terminen las negociaciones con el BAP (Buenos Aires Presente). Se está negociando que no las lleven al hotel de Ciudadela, donde dijeron que las iban a llevar, que es horrible, están tratando de negociar una salida mejor. Lo que sí pidieron es que no hagamos mucho quilombo acá porque no quieren represión, está toda la zona rodeada y quieren salir pacíficamente. Ese fue el mensaje de las chicas«.

«Responsabilizamos a Larreta, Vitale, Migliore y Burzaco por la integridad de quienes aún resisten dentro de la Casa. Convocamos a todxs lxs vecinxs de CABA y a todas las organizaciones sociales, políticas, de derechos humanos y al pueblo en general a frenar esta injusticia», enfatizaron las organizaciones e integrantes de Casa Pringles este sábado en un comunicado.