La ciencia y la tecnología argentinas vivieron este miércoles una jornada que quizás sea memorable, si el proceso de reconstrucción del sector, luego de los cuatro años de desguace macrista, sigue adelante y prospera. Con la presencia de varios funcionarios del gobierno nacional y de la Universidad de Buenos Aires, quedó inaugurado Cero + Infinito, un edificio que promete ser emblemático para la docencia y la investigación de las ciencias en el país.

Pensado en 2006, cuando el gobierno de Néstor Kirchner comenzaba a apostar a la ciencia, la tecnología y la innovación productiva, que poco después tendrían un ministerio propio, como puntales del desarrollo del país, el nuevo edificio inteligente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, en Ciudad Universitaria, ya es una realidad.

Cero + Infinito nació como solución al cuello de botella que el fuerte impulso a la ciencia a mediados de la década pasada, con un aumento significativo de la cantidad de investigadoras e investigadores y la consiguiente necesidad de sumar mayor equipamiento y nuevos espacios para la actividad. Hacia 2006, el entonces decano de Exactas, Jorge Aliaga, propuso la ampliación de esos espacios, lo que llevó al proyecto de crear un nuevo edificio. Este comenzó a concretarse gracias al aporte del graduado Sebastián Ceria, un matemático residente en EE UU.

Ceria fue quien le puso nombre, al ver el diseño propuesto por el arquitecto Rafael Viñoly, quien en 2010 elaboró y donó los planos del edificio. El impulso del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación hizo el resto. Ahora, el moderno edificio de 8.500 metros cuadrados destinados a aulas, oficinas y salas de uso diverso, pasa a manos de la UBA.

Foto: Victoria Gesualdi / Télam

El concepto de Cero + Infinito, que tiene dos plantas y un subsuelo de servicios y un perímetro completamente vidriado, lo que permite que todas las salas dispongan de luz natural, se inspira en dos jardines internos arbolados, cuyas formas remedan esos dos símbolos: el “cero” y el “infinito”. El techo es “verde” en toda su superficie, con un sistema de climatización termomecánica que permite un ahorro del 70% de la energía.

La planta baja tiene 10 aulas con capacidad para 50 computadoras cada una; 19 aulas con capacidad para 60 alumnos con mesas y sillas móviles, adaptables a diversas modalidades de enseñanza, y otras cinco aulas para seminarios, en forma de anfiteatro, para 100 personas. En el primer piso hay 56 oficinas destinadas a los grupos de investigación de los departamentos e institutos que se alojarán en el edificio: los departamentos de Computación y de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos; el Instituto de Cálculo, el de Ciencias de la Computación y el recién creado Centro Interinstitucional en Ciencia de Datos, dependientes del Conicet y la UBA.

La financiación total de la obra había sido gestionada en 2014 por el Ministerio de Economía, entonces encabezado por Axel Kicillof, ante elBanco de Desarrollo de América Latina. El anuncio público del proyecto se hizo en octubre de 2015, definiéndose que las obras se iniciarían el segundo semestre de 2016, con un plazo de ejecución de 20 meses.

Foto: Victoria Gesualdi / Télam

Recién en julio de 2019, el edificio quedó casi finalizado, restando refacciones menores, y el entonces presidente Mauricio Macri, en plena campaña para lograr su reelección, inauguró una obra que no había proyectado ni financiado. Postergado por la pandemia y la suspensión de actividades presenciales en Ciudad Universitaria, el traspaso a la UBA se concretó entonces este miércoles, a través de un acta que firmaron  el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, y el rector Alberto Barbieri.

El acto en el Cero + Infinito estuvo encabezado por el jefe de Gabinete Juan Manzur, que estuvo acompañado por el Secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, la asesora presidencial Cecilia Nicolini, el gobernador Axel Kicillof y el decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Juan Carlos Reboreda, quien encabezó la recorrida por el edificio junto a las autoridades nacionales.

“La ciencia y la tecnología no se desarrollan de un día para el otro, de un año para el otro o de un gobierno para el otro, por eso se requieren políticas estables, de largo plazo, que permitan que la Argentina cambie su matriz productiva y genere las condiciones para un desarrollo soberano y autónomo, pensado para mejorar las vidas de todas las personas”, dijo Filmus durante el acto en el hall del flamante edificio.