Ya se ultiman los detalles para el evento climático más importante del año. La XXV Conferencia sobre el Cambio Climático (COP25) arranca este lunes en Madrid, tras la cancelación del evento en Chile ante la crisis social y política que aún sacude a ese país. Pero, aunque se cambió la sede, Chile sigue presidiendo la Conferencia, por lo que las problemáticas ambientales de la región, también las que afectan a la Argentina, tendrán una importante presencia en las discusiones. 

Las expectativas son muchas y el debate por la emergencia climática será seguido por más de 20 mil periodistas y observadores de todo el planeta. La mirada estará puesta en los acuerdos a los que puedan arribar las delegaciones,  en la palabra de los expertos y en las nuevas voces que se alzan para denunciar la catástrofe ambiental, como la de la joven activista sueca Greta Thunberg, que aún cruza el Atlántico a bordo del velero La Vagabonde y difícilmente llegue a tiempo a la capital española para el inicio de la cumbre.

Habrá que esperar dos semanas para ver si las demandas de los Jóvenes por el Clima y de tantos otros colectivos ambientalistas calan en las autoridades políticas. La COP25 es, en cualquier caso, una nueva y decisiva oportunidad para que los países procuren cumplir las metas pautadas en 2015 en el Acuerdo de París, con el fin de limitar el aumento de la temperatura en este siglo muy por debajo de los 2° C y reducirlo a 1,5° C en el mediano plazo. Tarea que, de acuerdo al último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, no se estaría logrando con los actuales planes nacionales. Por el contrario, se está en camino de aumentar la temperatura al menos 3 grados, lo que tendría devastadoras consecuencias para la Tierra.

¿Qué se discute?

Esta Convención organizada por las Naciones Unidas reunirá a representantes políticos de casi 200 países, del sector privado y organizaciones internacionales, para tratar de avanzar en las discusiones que quedaron pendientes de la cumbre del año pasado en Katowice, Polonia (COP24), y poner todo en marcha para la gran fecha: 2020, crucial para las cuestiones ambientales, porque vence el Protocolo de Kyoto –en vigor desde 2007– y será reemplazado por el Acuerdo de París.

Durante dos semanas, se discutirán experiencias y resultados sobre mitigación (la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero) y adaptación (la capacidad para afrontar las consecuencias del cambio climático).

Los países presentes deberán negociar en torno a asuntos centrales, entre otros, la implementación y el aumento de la «ambición» de los NDCS –es decir, las contribuciones de reducción de emisiones de cada país, y la posibilidad de ampliar esas metas– y también la financiación del llamado Mecanismo de Varsovia de «pérdidas y daños», que busca compensar a los países más vulnerables por los efectos del cambio climático.

El aumento de la «ambición» permeará con fuerza las discusiones. Según el IPCC, si los países no incrementan el alcance de sus planes ambientales de reducción de emisiones, el calentamiento de la Tierra aumentará, afectando gravemente la supervivencia de millones de personas.

«Puede que, para muchas personas, el mar abierto, el Ártico, la Antártida y las zonas de alta montaña parezcan muy distantes», dijo el economista surcoreano Hoesung Lee, presidente del IPCC, «pero dependemos de esas regiones, que inciden directa e indirectamente en nuestras vidas de formas muy diversas, en lo concerniente al clima, el agua, la energía, el comercio, el transporte, la salud y el bienestar, la cultura y la identidad». Aunque se redujeran drásticamente las emisiones, sostuvo, las consecuencias del calentamiento global seguirían siendo un desafío, pero no tan difícil de gestionar para los países con mayor vulnerabilidad.

Otro de los temas calientes serán los mercados de carbono. Ya funcionaban con el Protocolo de Kyoto. Según los expertos consultados, este Mecanismo de Desarrollo Limpio ha sido fallido, tanto en su contabilidad como en su funcionamiento, y en Madrid se buscará traducirlo a una versión mejorada.

«Los mercados de carbono, en esencia, buscan generar incentivos para que aumente la acción en la reducción de las emisiones. El problema es cuando se empieza a cambiar el foco y se busca generar dinero más que reducir las emisiones», afirma Enrique Maurtua Konstantinidis, asesor en Política Climática de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y uno de los expertos argentinos presentes en la COP25.

La discusión no es sencilla. La de Brasil, por ejemplo, fue una de las voces disonantes en la negociación de este tema en la última Convención, porque fue uno de los ganadores con los mercados de carbono de Kyoto, y se muestra más proclive a su continuidad.

Las emisiones argentinas

La Argentina es uno de los 25 países que más emiten a nivel mundial. Para reducir considerablemente sus emisiones en consonancia con lo comprometido en París, uno de los desafíos centrales al que tendría que hacer frente el país es la deforestación. Hasta hace unos años, la Argentina se encontraba entre los diez países que más deforestaban del mundo. Según el último informe de Greenpeace, en 2018 se deforestaron más de 110 mil hectáreas, sobre todo en las provincias del norte. «El 80% de los desmontes se concentra en la región chaqueña, en las provincias de Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa, donde en los últimos cinco años la deforestación por ganadería intensiva fue más del doble que la provocada por agricultura», alertan desde esa organización ambientalista.

Tanto Greenpeace como FARN consideran que el sector agropecuario es el principal responsable de la pérdida en el país de bosques nativos, esenciales para la vida en el planeta porque son fuentes de absorción de las emisiones de dióxido de carbono.

Otra problemática ambiental a la que el país debe prestar atención es la generación y el consumo de energía. El 80% de la matriz eléctrica depende de los combustibles fósiles. Estos recursos energéticos, junto con el transporte, suponen algo más de la mitad de las emisiones totales del país.

El transporte individual y de carga es una importante fuente de emisión, aunque muchos especialistas lo ven como una oportunidad para generar proyectos de eficiencia energética que podrían tener consecuencias muy positivas rápidamente. Según Maurtua, de FARN, «el transporte es un desafío grande para la eficiencia energética, pues si se implementa a gran escala podría ser algo muy rápido y favorecer mucho la reducción de las emisiones en el corto plazo».

La clave, en todo caso, es la quema de combustibles fósiles. «Sería importante –cierra Maurtua– que buena parte de la clase política y parte de la población abandonaran la obsesión por Vaca Muerta y acompañara la transición hacia energías renovables. La situación tiene que cambiar urgentemente. Hay que abandonar los combustibles fósiles. Si se quiere cumplir con las emisiones comprometidas, no hay otra opción».

Gentile: «Un sistema que premie a los países que reducen emisiones»

Carlos Gentile es el secretario de Cambio Climático y Desarrollo Sustentable del ex Ministerio de Ambiente que aún dirige Sergio Bergman, y ya está en Madrid junto a la delegación argentina en la COP25. Se espera que el presidente Mauricio Macri arribe a España para la inauguración de la cumbre. También llegarán legisladores, jefes comunales y representantes de organizaciones de la sociedad civil.

La Argentina forma parte del grupo ABU junto con Brasil y Uruguay. Dos semanas atrás, funcionarios de los tres países se reunieron para consensuar posiciones, salvo en materia de mercados de carbono, donde la postura de Brasil es contraria a una revisión del mecanismo actual.

“No tenemos exactamente la misma posición que Brasil en todo –explica Gentile a Tiempo–. Respecto del Artículo 6, nos gustaría que saliera, pero no sentimos que haya un consenso y no estoy seguro que pueda haberlo en esta COP. Nosotros consideramos que deberíamos lograr que el tema cierre este año y en general creemos que tiene que ser un sistema que premie y no perjudique a los países más ambiciosos en temas de reducción de las emisiones”.

El Artículo 6 del Acuerdo de París es precisamente el centro de la discusión. Regula el mercado de «resultados de mitigación», por el cual los países que reducen emisiones pueden comercializar esos resultados a países o incluso compañías, como las de aviación, que no lo hacen.

La gestión Bergman llega a Madrid con tres logros recientes: la aprobación en el Congreso, la semana pasada, de la Ley de Adaptación y Mitigación del Cambio Climático; un Plan Nacional de Adaptación y Mitigación, publicado el miércoles; y la publicación, anteayer, en vísperas de la COP, del tercer Informe Bienal del estado ambiental del país, titulado «Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero».

«Llevamos buenas noticias», asegura Gentile, y dice que en tiempos en que los Estados Unidos han iniciado formalmente el abandono del Acuerdo de París, «es más necesario que nunca dar señales de aumento de la ambición».

Vaca Muerta

Según apuntan desde la ONG ambiental FARN, el 80% de la generación eléctrica en la Argentina proviene de combustibles fósiles. Expertos del Observatorio Petrolero Sur, por su parte, alertan sobre los peligros del fracking en Vaca Muerta, el yacimiento que alberga una de las reservas de ​shale gas y ​shale oil más importantes del mundo. El megaproyecto neuquino generaría altas emisiones e impactos en la tierra, el aire y el agua, no sólo de las localidades próximas. Desde estos dos organismos animan a dar una vuelta de tuerca a «la promesa argentina» si se quiere cumplir con los compromisos climáticos.

La cumbre social


En paralelo a la COP25 que reunirá en el predio ferial de IFEMA, en Madrid, a cientos de funcionarios nacionales y expertos en cambio climático, organizaciones de la sociedad civil de todo el planeta tendrán su Cumbre Social por el Clima. El viernes 6 de diciembre, en Atocha y también en Santiago, habrá masivas movilizaciones.