Fanazul, las instalaciones de Fabricaciones Militares que generaban gran parte del oxígeno social y económico de la ciudad de Azul, en el interior de la provincia de Buenos Aires, resiste la sentencia a muerte que le había dictado el macrismo. De la mano de diferentes proyectos, la fábrica busca ser sustentable, y una de las iniciativas más avanzadas y coordinadas con otros sectores del Estado es el cultivo y la producción de cannabis medicinal y del cáñamo industrial.

Hace poco más de un mes, el Ministerio de Desarrollo Productivo presentó el proyecto de ley que busca regular toda la actividad vinculada con el desarrollo y los usos de la planta. Dadas sus infinitas propiedades, la cartera que conduce Matías Kulfas abordó el tema junto con Salud; el Inta; Ciencia, Tecnología e Innovación; el sector cooperativo; las pymes; y hasta hubo fluidos diálogos con Fabricaciones Militares, un área que estaba jerarquizada como Dirección Nacional en la cartera de Defensa y que Mauricio Macri convirtió en Sociedad del Estado.

“La decisión política de reabrir Fanazul ya estaba tomada por el ministro de Defensa Agustín Rossi y había sido un compromiso del gobernador Axel Kicillof y del mismo presidente Alberto Fernández” explica a Tiempo el presidente de Fabricaciones Militares, Iván Durigón, quien reconoce que el abastecimiento estricto de balas, armas y explosivos a la Fuerzas Armadas y de Seguridad no habría generado grandes ingresos: “Los números no eran alentadores, hoy no hay una demanda cierta que nos permita hacer una inversión, por lo que empezamos a analizar distintos proyectos alternativos para complementar esas funciones”.

Desde febrero de 2020, apenas asumieron las nuevas autoridades de Fabricaciones Militares, comenzaron las conversaciones con el Inta y el Conicet para analizar este proyecto. “Azul tenía dos grandes posibilidades para desarrollarlo: la capacidad, dado que cuenta con una serie de instalaciones donde podría hacerse el cultivo indoor y el procesamiento del cannabis; y, además, tiene una extensión de campo importante: más de mil hectáreas”, indica el titular del organismo.

Si bien la ley aún no fue tratada en el Congreso, Durigón cree que “en los próximos meses Fanazul estaría en condiciones de empezar a hacer algún tipo de inversión en este sentido. Ya hicimos la evaluación de costos e iniciaríamos con algunas cuestiones como la puesta en marcha del laboratorio y lo que tiene que ver con las semillas”.

La idea es que en la fábrica de Azul se elaboren diferentes productos derivados de la planta, sobre todo los de uso medicinal, y para ello se está trabajando con el Ministerio de Salud. “Queremos que Fabricaciones Militares se convierta en un jugador importante y estratégico dentro de ese esquema, que nos permita interceder en el mercado, que sabemos que mueve una cantidad de divisas importantes. La clave sería sustituir esa materia prima que hoy se importa y sumarle valor agregado”, señala Durigón.

Fanazul había quedado bajo la órbita de la Armada y en diciembre de 2020, a los tres años del cierre de la planta, volvió a manos de Fabricaciones Militares. Esto posibilitó el reingreso de unos 20 trabajadores para “custodiar el lugar y hacer algunos arreglos y refacciones”, explica Orestes “Beto” Galeano, que integra el Consejo Directivo Nacional de ATE, que, junto con las autoridades del organismo, elaboran los distintos programas que puedan darle viabilidad no solo a la fábrica de Azul, sino también a las otras cuatro que tiene esta Sociedad del Estado.

Además del proyecto vinculado al cannabis y el cáñamo, para Fanazul avanzan otras tres ideas: la destrucción de chalecos antibalas vencidos de las fuerzas de seguridad; la detección y extracción de amianto de las escuelas; y la producción de Mastermix y dinamitas, que también había sido discontinuada y, sin embargo, es objeto de una importante demanda regional.

“Visto del lado de los trabajadores, es un proceso que avanza muy lento, pero entendemos que la pandemia retrasó aun más todo. El reingreso de trabajadores se produce a cuentagotas, y todavía estamos muy lejos de alcanzar a los 250 compañeros que quedaron en la calle, pero comprendemos que si el proceso no es sólido, el neoliberalismo va a atacar de vuelta y terminar de liquidar Fabricaciones Militares”, resume el dirigente gremial.   «