La ley votada este miércoles perpetúa la explotación y el sufrimiento de los mil quinientos presos del Zoológico de Buenos Aires. Así lo manifestaron integrantes de las organizaciones de defensa de los animales, que se dicen estafados por el proyecto de “ecofraude”, como lo llamaron, en lugar de “Ecoparque”, que había sido bien recibido en junio pasado, cuando lo anunciaron el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y su ministro de Modernización, Andy Freire, pero que, de acuerdo a la normativa ahora aprobada por la Legislatura, permitirá en los hechos que continúe la exhibición de los animales, además de su eventual traslado a otros zoológicos del país, es decir, una lógica de lucro y uso que en nada difiere de la que hasta hoy lleva adelante el zoo porteño.

El proceso de reconversión del Zoológico en Ecoparque no será, entonces, el que los proteccionistas esperaban. “¿Cuántas muertes más vamos a tener que lamentar para darnos cuenta de que continuar con la exhibición y el cautiverio de estos animales peca de sinrazón y sinsentido con absoluta alevosía?”, se preguntaban, autoconvocados en una ruidosa protesta frente a la Legislatura.

En la maratónica sesión que comenzó a las 9:30, y antes de que se tratara la iniciativa del Ecoparque interactivo, los legisladores del PRO, con apoyos diversos en cada caso, lograron la aprobación de otras dos leyes polémicas propuestas por el Ejecutivo: la recuperación del Autódromo, que incluye la cesión de parte del predio para su explotación por privados, y la modificación de la traza de la Autopista Illia en el tramo que atraviesa las villas 31 y 31 bis, con fondos que, reclaman los vecinos, deberían dedicarse a la urbanización del asentamiento de Retiro.

Luego se trató la cuestión del Zoo, aprobándose –con 38 votos positivos, ocho negativos y once abstenciones– un proyecto que supone la reducción paulatina de la presencia de animales, pero manteniendo la exhibición y con un cuestionado sistema de traslado de las especies.

“El proyecto presentado en junio no tiene nada que ver con lo que se votó hoy –explicó la activista Malala Fontán, de la agrupación SinZoo–. Nosotros habíamos presentado una iniciativa de Jardín Ecológico en 2015, luego trabajamos ocho meses en un proyecto unificado, y nunca quisieron tratarlo. Logramos cambiar el paradigma cultural: ya nadie acepta que un animal pueda estar preso de por vida como forma de entretenimiento humano. La concesión vencía en 2017, y el gobierno porteño algo tenía que hacer, entonces hicieron anuncios maravillosos para neutralizar el activismo. Nosotros compramos ese discurso. Pero nos defraudaron”.

En su pomposa letra, el proyecto del Ejecutivo habla de un Ecoparque enfocado “en la conservación de la biodiversidad, la promoción de la educación ambiental, el fomento de la innovación para el desarrollo sustentable y la concientización y recreación de la población por medio de la experiencia interactiva con los componentes de la naturaleza”. Crea, además, una comisión de Seguimiento y Control de la Transformación progresiva del ex Zoológico de Buenos Aires, que integrarán once diputados. “Con esta iniciativa, los animales dejan de estar para entretener a las personas”, se ufanó Freire, titular de la cartera que monitoreará los cambios.

Sin embargo, los cuestionamientos de organizaciones como SinZoo y de varios legisladores pasan por la modalidad del traslado de especies y por la continuidad de su exhibición. Los defensores de los animales, que siguieron el debate en el recinto, aprovecharon para recordar que una de las últimas muertes del zoo porteño, la de la jirafa Lara, ocurrió durante su traslado a otro zoológico, en Río Negro, y no una reserva animal adecuada para recibirla, o bien a su hábitat natural. El artículo 3 inciso D de la ley dice explícitamente que los animales exóticos podrán ser enviados a otros predios del interior del país. O sea, zoológicos. En la Argentina no hay santuarios.

«La clave de todo esto es la transferencia de animales a otros zoológicos y la posibilidad de que el Ecoparque siga funcionando como un zoológico más chico», puntualizó el legislador Adrián Camps (PSA), y precisó que, según el texto de la ley, la transformación progresiva del zoo permitirá «la adecuación de la colección faunística existente a las posibilidades del predio». Es decir, que el Zoo porteño siga exhibiendo especies animales como lo ha hecho durante más de un siglo.