Comenzó siendo una niña que cantaba en peñas del interior hasta que a sus 15 años todo cambió para siempre. En 1996 irrumpió Soledad Pastorutti en el folklore nacional, y marcó un antes y un después para las cantantes locales y para la música popular.

Hoy, Soledad –41 años, casada y madre de dos hijos–, goza del galardón de haber podido modificar las opiniones tradicionalistas y puristas del mundo del folklore gracias a la aprobación de miles de fanáticos y fanáticas. Pero todo tiene un origen. Y fue un verano.

Cosquín. Hace casi 26 años. Un año antes había sido invitada para participar del emblemático festival cordobés, pero una disposición municipal prohibía que los y las menores de 14 años fueran expuestas ante las multitudes luego de la medianoche. Las peñas ya la conocían. Se venía hablando de su paso exitoso por esas tertulias que rodean y nutren al festival. Y su nombre había llegado a oídos de César Isella, que sería luego su padrino artístico.

“Habíamos avisado a toda la gente de mi pueblo, teníamos una ilusión tremenda. Estaba lista para subir, y antes de cruzar el telón una mujer me dijo que había una disposición municipal que no permitía a menores subir a cantar en el ámbito del festival. Al día de hoy me acuerdo de estar con mi hermana sentadas en el cordón de la vereda de la plaza Próspero Molina desahuciadas. Nos daba vergüenza volver al pueblo y decir que no habíamos subido”, relató Soledad en Mi camino al hoy, una serie de capítulos disponibles en YouTube donde repasa su vida. Su papá Omar le insistió volver a intentarlo. Cumplida la burocracia etaria, en 1996 Soledad volvió a la ciudad de Cosquín y a su festival para presentarse junto con su hermana Natalia.

Ese día marcaba el 26 de enero en el almanaque de 1996. «Se llama simplemente Soledad”, anunció el locutor Julio Mahárbiz sin saber que estaba por inaugurar una nueva era en la música folklórica. Ella tenía 15 años y salió al escenario con una energía nunca vista. Arrancó con “Salteñita de los valles” en una velocidad poco usual a lo que solía escuchar ese público. Llegaron los primeros tibios aplausos. Luego siguió con “A don Ata”, a manera de despedida porque solo le permitieron tocar dos temas debido a la apretada agenda nocturna. Fue ahí cuando decidió revolear el poncho intempestivamente, arengando a un público que explotó ante la irreverencia de la quinceañera.

El origen de ese ritual data de una noche durante un concierto en Villa Gobernador Gálvez. El público estaba apagado y la joven cantante divisó desde el escenario a un hombre mayor que se quitaba el abrigo y lo empezaba a revolear sobre su cabeza.

Ella lo imitó con su poncho y, ante la respuesta de la gente, decidió repetirlo en cada show. Hoy ese gesto es leyenda.

“Esta muchachita ha logrado conmocionar a esta plaza del canto popular”, aseguró en ese momento Mahárbiz, visiblemente incómodo, ante el pedido popular de más canciones. La producción del festival finalmente cedió y, ya en compañía de su hermana Natalia, cerraron la noche histórica con “Entre a mi pago sin golpear” y “Las moras”.

La Sole

Fue tal el suceso de su actuación que inmediatamente todos hablaban de ella. Se transformó en la revelación del evento, y recibió el premio Cosquín de Oro.

Casi de inmediato firmó su primer contrato discográfico para editar el disco Poncho al viento, que vendió más de 800 mil copias en muy poco tiempo, y sin una gran campaña de marketing que apoyara al lanzamiento.

Luego vinieron más discos, diez Gran Rex, la apertura a otros ritmos latinos, giras por Latinoamérica y Europa, Grammys, once premios Carlos Gardel, tocar en el Teatro Colón, participaciones en televisión y en cine, y un espectáculo junto a su ídolo Horacio Guarany. Cuando se cumplieron 20 años de su debut, La Sole recordó: “Escuchaba estos festivales en la radio, me acuerdo de pararme en la cama, con el desodorante de mi mamá como micrófono, y cuando presentaban a Horacio Guarany, subía el rugido de la gente y cerraba los ojos y me imaginaba que era para mí”. «

De su hermana Natalia a 14 bailarines

La actualidad de Soledad Pastorutti goza de un constante reconocimiento por parte del público local y de Latinoamérica. Esa vigencia fulgurante se reflejó en octubre pasado cuando ofreció tres conciertos a sala llena en el Movistar Arena. Entre los tres shows agotados reunió a 45 mil espectadores. Con una escenografía que impactó al público, Soledad presentó las canciones de Parte de mí, su último álbum de estudio, al mismo tiempo que ofreció un recorrido por sus poco más de 25 años de carrera profesional. En escena y acompañada por bailarines, la cantante le dio lugar a “Fiesta en el Sur” (su reciente y exitoso single) y al tema que nombra a su último álbum.

Más allá de los (varios) cambios de vestuario y una escenografía de gran porte, la santafesina no se olvidó de sus inicios ofreciendo un mix de chacareras. Si antes quien la acompañaba en el escenario era su hermana Natalia, ahora en escena se suman 14 bailarines con bombos y boleadoras que siempre dicen presente a la hora de traer de regreso algunas aristas de sus orígenes. En 2022, el Huracán de Arequito estará de gira por Argentina para seguir dando a conocer sus nuevas canciones.