Parecen no tener relación, y en la vorágine cotidiana hogareña la mayoría de las familias ni se percatan, pero el secarropa genera accidentes con niñas y niños cuyas consecuencias de gravedad se repiten más veces de lo pensado. Incluso desde el Garrahan debieron salir a alertar por esta situación que llega a demandar la atención de un chico por semana.

El secarropa es un electrodoméstico de gran uso dentro de la población y tiene la particularidad de girar a gran velocidad: 2.800 revoluciones por minuto. Pero además cuenta con otra atracción peligrosa para las niñas o niños pequeños: tiene la tapa a poca altura. Los casos de accidentes que más se repiten son los de aquellos bebés que recién empiezan a caminar. Y que suelen imitar a las y los adultos.

En muchos hogares, sus padres o madres manipulan y alteran los sistemas de seguridad del secarropa (el freno del tambor al abrir la puerta o la imposibilidad de abrirla al tener el motor encendido), para que siga funcionando aún con algún componente roto.

“Los casos más comunes se dan ante un descuido de los adultos, cuando el niño o niña introduce la mano y el brazo dentro del tambor de un aparato alterado, que sigue funcionando con la tapa rota o sin ella”, alertó Rodolfo Goyeneche, jefe del servicio de Ortopedia y Traumatología del Garrahan. 

“El trauma se produce por torsión y fricción, por ese motivo, los y las pacientes suelen presentar múltiples fracturas que abarcan huesos de la mano, antebrazo, brazo, hombro y en ocasiones tronco y rostro”, agregó

Según relató, gran parte de las heridas blandas «son por exposición de las fracturas, las cuales se tornan más propensas a infecciones”. También pueden ocurrir lesiones vasculares y nerviosas, aunque con menor frecuencia. Pero cuando suceden, producen graves secuelas funcionales. «En los casos más graves se producen amputaciones traumáticas del miembro superior, estos últimos resultan de lesiones severas donde los reimplantes son dificultosos y con poca probabilidad de éxito», añadieron desde el centro de salud pediátrico de referencia nacional.

Ya en 2018 el Garrahan alertaba por la crecida de casos del llamado «brazo de secarropas»: notaron un aumento entre 2014 y 2017 hasta llegar a un caso por semana, que casi no disminuyó en estos años. La gravedad y frecuencia se repite. Según sostienen, el incremento se debió a que cada vez hay más de estos equipos en las casas. De esos pequeños, que parecen inofensivos, pero que centrifugan a altas revoluciones y que en contacto con niños puede llegar a producir graves consecuencias.

Recomendaciones del Garrahan

En caso de poseer un secarropa es importante corroborar que esté en buen estado y con la tapa/puerta indemne. Si el aparato no funciona, debe ser arreglado por la asistencia técnica recomendada por el fabricante.  

El tener un secarropa funcionando sin su tapa es la causa principal de estos accidentes. Mantener a niñas y niños alejados del aparato. Preferentemente que se encuentre en un lugar inaccesible para ellos en todo momento, o al menos cuando esté en funcionamiento. 
 
Ante un trauma por secarropas deben acudir de inmediato a la guardia del hospital más cercano. Ciertas fracturas pueden tratarse gracias a inmovilización con yeso, y otras requieren tratamiento quirúrgico, según su gravedad.