En medio de un recambio político que pone en tela de juicio la premisa de que la maternidad será deseada o no será y promete retrocesos en materia de diversidades, una muestra expone las múltiples formas de construir familias por adopción. Un nene adoptado a los 13 tras oficiar de papá de sus hermanos menores. Una mujer trans que se convirtió en mamá de su sobrino biológico y evitó que creciera en un hogar de niños. Dos hermanas que eligieron ser mamás solteras por adopción -de una adolescente y un bebé con un delicado estado de salud-, y al mismo tiempo construyeron vínculos de tías por adopción. Un mundo del que se conoce poco, pero que es mayor al que se cree.

Las anteriores son sólo algunas de las 13 historias que conforman “Red, Familias por Adopción”, un trabajo documental realizado por la fotógrafa Nora Lezano y las productoras Patricia Carrascal y Rocío Irala y Hernández, que puede verse hasta el 10 de diciembre en el Centro Cultural Recoleta.

“Se necesitan innumerables redes visibles e invisibles para lograr una familia por adopción, pero sobre todo hay infancias y adolescencias que a pesar de haber transitado situaciones de vulnerabilidad, se animan a ser parte de una nueva familia, de una nueva RED –remarcan las autoras–. Todavía hay muchos niños, niñas y adolescentes que esperan: a todos ellos va dedicada esta muestra”, que cuenta con la participación de la actriz Inés Estévez y sus hijas entre las fotografiadas.

Según datos del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos –que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación– este año hay 1777 personas o parejas inscriptas con deseos de adoptar. Y hay alrededor de 2200 niños, niñas y adolescentes en situación de adoptabilidad. Pero la gran mayoría –en torno al 85%- de las y los solicitantes desean una criatura de pocos años. Menos del 1% en ahijar a alguien de más de 13 años.

Con traje de abogado

Lezano, fotógrafa de la muestra, pidió a quienes accedieron a participar que eligieran objetos y prendas de vestir que los representaran. Luciano Salvador quiso posar con su traje de abogado. A los 32 años, se dedica al Derecho de Familia y se topa con historias de vulneración de derechos como la que le tocó atravesar.

Cuando tenía nueve años, decidió dejar su casa junto a sus hermanos pequeños. Pasó más de tres años en un Hogar, donde se encontró en el rol de papá de sus hermanitos: “lo asumí de manera casi intuitiva porque éramos más de 30 chicos en el hogar, con cuatro o cinco ‘tías’, como llamábamos a las cuidadoras. La ecuación no daba y yo me sentí en ese rol de cuidarlos”.

Estaba entrando en la adolescencia cuando le hizo un pedido vehemente a la jueza a su cargo: que buscara familia para sus cinco hermanos y hermanas menores. Así pasó. Y Luciano también tuvo su propia familia, a los 13. En su vida adulta, se encarga de que no se corte el vínculo con las y los hermanitos que en su momento protegió.

“La muestra es una manera de visibilizar la problemática que hoy sigue estando en Argentina respecto a quienes están esperando en un hogar. Sobre todo, adolescentes. La idea es mostrar que los niños-adolescentes no somos extraterrestres y somos capaces de desarrollar una vida plena. Hay mucho prejuicio al respecto”, dice sobre la dificultad que tienen chicas y chicos ‘grandes’ para ser adoptados.

Los grupos de hermanos y hermanas también se enfrentan a una dificultad extra. De las familias que hoy se postulan, más del 63% apunta a un hijo o hija. Algo más del 35% desea dos hermanos o hermanas. Solo 21 familias (1,18%) aceptarían grupos de tres. Y una única familia está registrada para adoptar a cuatro hermanitos o más.

Foto: Nora Lezano

Maternidad trans rioplatense

Nicole Vázquez llevaba una década en Argentina cuando recibió el llamado de un juzgado de su país natal, Uruguay. Le avisaban que su sobrino de ocho meses estaba viviendo en un hogar: había sido abandonado. La mujer trans comenzó entonces un periplo hasta lograr la adopción del bebé que hoy es su hijo de nueve años, mientras tramita la adopción de su hermano de 14.

“Estuvimos un año vinculándonos hasta que empecé el trámite en la Justicia. Pero en la audiencia la jueza me dijo que no, pese a todos los informes favorables. Me lo negaban porque soy una travesti”, afirma Nicole. Después de la apelación, “al año y ocho meses me lo dieron. Pero la jueza me obligaba a ir todos los meses a Uruguay y me renovaban el permiso. Estuvimos como cuatro años así. Una locura. Pasamos hambre, frío, no teníamos dónde quedarnos, a veces nos quedábamos en la estación. No se lo hubiesen hecho a otra persona no travesti”. Cuando en 2018 logró la tenencia, fue la primera transexual en la historia de Uruguay que pudo adoptar a un nene: “quedó un precedente”.

“No se habla mucho de la maternidad trans. Mi objetivo (al participar de la exposición) es mostrar eso. Nosotras podemos ser madres travestis. Yo pasé por la prostitución, pero empecé a golpear puertas y pude terminar los estudios, conseguir trabajos. Me costó un montón y la maternidad es algo que siempre quise. Pero si sos travesti y pobre es casi imposible que seas madre, porque aparte de transfóbica la justicia es clasista. No iba a soportar que una jueza me dijera que no podía maternar”. Lo judicial es también un problema económico. Hay juicios que le demandan más de 500 mil pesos a la persona que quiere adoptar.

Foto: Nora Lezano

Solas pero juntas

Como Nicole, Ana Avellaneda también supo siempre que quería ser madre. Desde chica, cuando jugaba con muñecas. Siempre. Pero los años pasaban y su deseo no se cumplía. Hasta que a los 38 años tomó la decisión: iba a adoptar. Y se inscribió.

No recibió el llamado del juzgado, sino que vio en una convocatoria pública a quien sería su hija. Se trata de las búsquedas «abiertas» que se realizan excepcionalmente, cuando se agotan las instancias previas para encontrar una familia postulante. Esa convocatoria presentaba a Cayetana, una adolescente salteña de 15 años que quería una mamá. Solo una mamá.

María Silvina, hermana de Ana, también eligió ser madre por adopción. Vivía en Catamarca cuando leyó en la prensa local que había un bebé con hidrocefalia en situación de adoptabilidad. No fue elegida para criarlo, pero siguió inscripta como postulante. A los seis meses la llamaron de un juzgado para contarle que había un nene internado en Córdoba, con una patología de desnutrición grave. Viajó y se internó un mes con él, así empezó el camino para ser su mamá.

Hoy Ana materna a una joven de 23 años; y María, a un adolescente de 17. Son mamás y a la vez tías por adopción. “Decidimos participar de la muestra porque busca concientizar acerca de la adopción y vamos a apoyar siempre esta causa. Nuestra experiencia nos lleva a ratificar una y mil veces que la adopción es una forma más de ser familia. Podemos maternar de la misma manera. Si alguna persona o pareja aún no se anima, quisiera que nuestra historia les pueda dar tranquilidad y ese empujón que les falta para concretar esa familia”, se emociona Ana.

Como Ana y María, cada vez más personas se animan a las familias monomarentales o monopaternales por adopción. Entre quienes están inscriptos hoy, 1297 son matrimonios o uniones convivenciales, y 480 son solicitantes individuales: casi un 30 por ciento.

Y así como Ana está entre la minoría que adopta adolescentes, María se encuentra en el reducido grupo que acepta adoptar a un menor con discapacidad o enfermedad. En el registro actual, poco más del 17% de las y los inscriptos contempla esa posibilidad.

El Estado y la restitución del derecho

“La adopción es una institución jurídica que viene a restablecer un derecho, el de todos los niños, niñas y adolescentes a crecer en una familia. Como tal, tiene que tener un marco legal y estar regulado por el Estado. Hemos avanzado desde las adopciones directas, hace años, a poder tener un sistema donde hay una lista, se evalúa a los postulantes. Falta mucho trabajo, pero por supuesto no estoy de acuerdo con esos sistemas que tenían que ver con adopciones directas, atravesadas por abogados. Es un trámite legal y gratuito en Argentina. Eso se tiene que mantener, así como la mirada de los distintos actores que la componen. No puede ser un vínculo privado”, advierte Patricia Carrascal, una de las productoras de la muestra, en un contexto donde todo lo que tiene el manto estatal es cuestionado por la dirigencia electa.
Carrascal, mamá por adopción, es productora audiovisual. Además del documental “El día que nos conocimos” produjo la serie “Familias para armar”, por Canal Encuentro.
“El objetivo de la muestra es tomar un tema tan complejo como la adopción a partir de un hecho artístico y comunicar distintas historias que tienen que ver con diversidad. La muestra habla sobre adopción en general, pero sobre todo sobre adopción y diversidad. Teniendo en cuenta no solo la diversidad desde los NNyA sino también desde los tipos de familia”, plantea. Y sostiene que si bien “cada vez se habla más” de adopciones, “todavía hay cuestiones que falta profundizar. Buscamos que se entienda que no hay una familia ideal, sino que la única que existe es la que se construye”.

Poner el tema en agenda

La muestra RED, Familias por Adopción se realiza con el apoyo de la Defensoría de la Ciudad, la Fundación Itaú, la del Banco Ciudad y el Mecenazgo de la Ciudad. Junto a la exposición, propone una serie de charlas libres y gratuitas en el Centro Cultural Recoleta.
El miércoles 29, a las 15, “Desafíos y compromisos para garantizar el derecho de los niños, niñas y adolescentes a vivir en una familia”, con María Rosa Muiños (defensora del pueblo porteña), Carolina Stanley (asesora pública tutelar) y Juan José Jeannot (director nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos). A las 18:30, “Historias en primera persona”, una charla con familias que participaron de la muestra. El jueves 30, a las 19, se proyecta el documental El día que nos conocimos, de Patricia Carrascal y Camilo Antolini. Refleja cuatro historias de adopción contadas a partir de cómo fue el día que se vieron por primera vez.