A diferencia de otros músicos que de la noche a la mañana vieron radios y discos inundadas con sus temas, Jazzy Mel venía persiguiendo un sueño hacía años. «A principios del ’88 me fui a San Pablo de mochilero y sin un peso –rememora Mario Petruzsky, uruguayo, 51 años–. Y a los ocho meses conseguí mi primer contrato y grabé mi primer disco: Jezzy Mel Rock, así, Jazzy con e. Fueron en inglés porque la TNT Record, que era una compañía independiente de hip hop, me dijo: portugués o inglés, en castellano no». Su objetivo de hacer rap en español se cumplió pronto, y para el verano del ’92, en todos los paradores sonaba su gran hit, que llegó recién en el tercer disco: «Fue amor, oh sí fue amor».

Tras un par de años de éxito, en pleno auge de la música tecno, Jazzy Mel consiguió un insólito contrato para grabar dos discos en Bélgica, y cuando regresó lo llamaron de BMG. «Pero yo quería hacer discos distintos, como todo músico que siempre busca algo nuevo, fresco, y ellos querían lo mismo. Así que a partir de ahí decidí no grabar más.» No dice cuánto le llevó asimilar el golpe, pero cuenta que con lo que juntó entonces se compró una casa («tener un techo fue fundamental») y se armó «un pequeño estudio de grabación que se convirtió en mi otra pasión».

Un cuarto de siglo después, Jazzy Mel sigue presentándose en fiestas retro de los ’80 y los ’90 con otro rapero exitoso en aquellos años, Machito Ponce. Dice que «el éxito es algo que nunca me preocupó, por algo elegí el rap. Es mi forma de vida, me dio muchos amigos, mucha música y una cultura que tiene que ver con el respeto, Sigo eligiendo esta música». «