Entre crisis, guerras y récords mundiales de calor, el reclamo del sur estará presente en la inminente Conferencia de las Partes del Cambio Climático (COP) 28, que se desarrollará del 30 de noviembre al 12 de diciembre en Dubái.

Son los países centrales o desarrollados los que deben hacer el mayor esfuerzo para alcanzar los compromisos asumidos durante el Acuerdo de París, aquella promesa bienintencionada y refrendada en 2015 para reducir las emisiones de carbono, revertir el peligroso ritmo del calentamiento global y apoyar a los países en vías de desarrollo, víctimas de la contaminación de las potencias.

Para el país es una situación anómala. La comitiva argentina que viajará será, en homenaje a la verdad, una dupla: la secretaria de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación, Cecilia Nicolini, y la directora nacional de dicho organismo, Florencia Mitchell. Pero lo harán como representantes de un gobierno que ya no estará en 15 días, reemplazado por La Libertad Avanza, explícitamente negacionista del cambio climático, de estas cumbres y de la Agenda 2030.

Acreedores ambientales

El reclamo que llevarán las funcionarias nacionales se centrará, según pudo conocer este medio, en «el fortalecimiento de la agenda de financiamiento, partiendo del hecho de que se observa una avanzada de los países desarrollados en invisibilizar el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas».

Desde la cartera de Ambiente explican que «todavía se está lejos de poder alcanzar los compromisos asumidos en el Acuerdo de París. Sin embargo, la discusión para nuestra región es quién tiene que hacer ese esfuerzo de manera prioritaria. Hay mucha presión sobre los países en desarrollo, se está ejerciendo un negacionismo que intenta que se deje de hablar de responsabilidad financiera de los países centrales».

La postura general de los representantes de América Latina, con matices, es postular que el 86% de las emisiones de gases de efecto invernadero son producidas en el hemisferio norte. «Pese a este desequilibrio, se le exige a nuestra región niveles de compromiso que son incumplidos por quienes los reclaman», advierten los voceros.

Las crisis climáticas, una constante en estos años.
Foto: Twitter

Según un artículo de Periodistas x el Planeta publicado en LatFem, desde la adopción del Acuerdo de París, en 2015, hasta 2019, los flujos de financiación climática pública de las naciones desarrolladas a los países en vías de desarrollo pasaron de 30.000 millones de dólares a unos 40.100 millones. Muy por debajo de los 100.000 millones de dólares que, en 2009, las potencias prometieron recaudar por cada año, con el fin de compensar las necesidades de mitigación y adaptación.

La cuestión no es nueva. En 2004, durante el discurso de cierre de la COP 10 realizada en el predio de La Rural de Buenos Aires, el entonces presidente Néstor Kirchner sostuvo frente al auditorio: «No existe razón para que los países desarrollados no cumplan con los compromisos asumidos». Después agregó: «quienes cargamos con deudas de increíble peso en materia financiera somos a la vez los mayores acreedores ambientales en el planeta».

Financiamiento

La Secretaría de Cambio Climático adelantó que defenderán la posición de Argentina con tres ejes: financiamiento climático, balance de la implementación en el mundo del Acuerdo de París y puesta en marcha del fondo de pérdidas y daños. Aseguran que existe la intención, por parte de un grupo de países de Latinoamérica, de pedir una reunión conjunta con el presidente de la COP 28, Sultan Al Jaber, para acercarle personalmente las propuestas, lo que podría significar un hito en las negociaciones globales sobre el cambio climático.

Vale recordar que durante la Cumbre G77 + China (grupo formal de negociación que tenemos los países en desarrollo) se convocó a una reunión de todos los ministros, presidentes y jefes de gobierno que asistan a los primeros días de la COP 28.

La agenda de financiamiento incluye, en simultáneo, que los países que son acreedores ambientales promuevan instrumentos como los de canje de deuda por conservación o acción ambiental.

Desde el Ministerio de Ambiente destacan que «Argentina trabaja desde hace un año en esta línea, con un proyecto que involucra a Parques Nacionales» y aseguran que se sienten conformes por llevar el reclamo del sur global hasta esas tierras de Emiratos donde aguardan los líderes mundiales. Sin embargo, en la intimidad, son los mismos funcionarios los que no son capaces de disimular el escepticismo: «la concreción de esta operación –aceptan con un tono amargo– dependerá de la próxima administración».

Javier Milei, próximo presidente de la Argentina, confeso negacionista del cambio climático.
Foto: Pedro Pérez
Menos combustibles fósiles, más energías renovables

Más que una conclusión, parece una sentencia: Argentina debe dejar de desarrollar proyectos de combustibles fósiles e impulsar las energías renovables con financiamiento internacional. Así se desprende del último informe de Climate Transparency, que analiza y hace recomendaciones específicas para cada país del G20 con respecto al cambio climático. Además, llamó a todas las naciones de ese grupo a «desarrollar e implementar planes ambiciosos de transición energética justa».

En el informe «El tiempo se está acabando para el petróleo y el gas», la asociación global que estudia la acción climática en los países del G20 afirmó que se necesita avanzar hacia la eliminación gradual del petróleo y el gas para limitar el aumento de la temperatura del planeta, en la previa a la COP 28. En su apartado sobre Argentina, el informe sostuvo de manera categórica que «el país debe dejar de financiar y desarrollar proyectos e infraestructura de combustibles fósiles».