Más allá de la sensación de que “la pandemia ya pasó”, que se vive en gran parte del mundo a pesar de los récords de contagios, la posibilidad de que surja una nueva cepa va a seguir latente por bastante tiempo. La razón la da un número clave: África tiene apenas el 15% de su población con al menos una dosis, y sólo el 9,7% con el esquema completo.

De ese continente surgió Ómicron hace un par de meses, y días atrás Francia anunció la nueva variante IHU, que se encuentra “en observación” por la Organización Mundial de la Salud (OMS), también originada en África. La primera salió de Sudáfrica, que tiene 32% de vacunados (27% con dos dosis), y la última fue en Camerún, que cuenta con el 3,1% de su gente inmunizada con una dosis (2,4% con dos).

Especialistas lo llaman “Apartheid de vacunas”: el 73% de las dosis contra el Covid–19 en el mundo se reparten en solo 10 países. Es por eso que en noviembre el CELS, junto a diferentes organizaciones internacionales, iniciaron acciones legales contra Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Noruega y Suiza por violar los convenios a los que suscriben, al permitir “una distribución desigual y racista de la vacuna”.

En la Organización Mundial de Comercio (OMC), India y Sudáfrica encabezan un pedido desde el 2020 para que se liberen las patentes de las vacunas, pero las potencias –sobre todo Reino Unido, Suiza y la Unión Europea– y los grandes laboratorios lo rechazan. “Es difícil de entender cómo es posible que, un año después de que las primeras vacunas contra la covid-19 se desarrollaran, tres de cada cuatro trabajadores sanitarios en África estén todavía sin vacunar”, denunció a fines de diciembre Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS.

En vistas a los costos económicos (ya no solo sanitarios) que generan las nuevas cepas, cada vez más países abogan por la liberación, que podría tener novedades hacia mitad de años. “Seguramente en los próximos meses vamos a tener novedades”, adelantó el embajador argentino ante la OMC, Federico Villegas Beltrán, que presidirá este año el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Hay un antecedente: hace exactamente 20 años se liberaron en el mundo las patentes para producir fármacos contra la gripe aviar.

Fiebre nacionalista

Estimaciones de Amnistía Internacional (AI), en su informe ‘Dosis doble de desigualdad’, revelan que solo las tres grandes farmacéuticas Pfizer, BioNTech y Moderna tuvieron ingresos estimados en 130 mil millones de dólares entre 2021 y 2022. Sin embargo, aún con el enorme excedente de ganancias, las patentes siguen sin liberarse, y Pfizer y Moderna ya anuncian posibles cuartas dosis y nuevas modificaciones para que pueda afrontar las cepas. No se ataca la raíz de

La OMS apuntó que el 70% de la población mundial debería estar inmunizada para ir pensando en dejar atrás al virus, sin embargo sólo la mitad de los países del mundo tiene más del 40% de su gente vacunada. Al mismo tiempo, países como Canadá o Estados Unidos cuentan con siete veces más vacunas que la cantidad de personas disponibles para inocular. Incluso, con tanto stock, Canadá tiene menos porcentaje de vacunados que Argentina: 84% frente al 85% de nuestro país. Y los Estados Unidos aún peor: 74%.

Ya hace un año, en el enero anterior, el secretario general de las Naciones Unidad, António Guterres, lamentaba el fenómeno autodestructivo de la “fiebre nacionalista de vacunación”, y recriminaba a los gobiernos la falta de solidaridad, recordándoles que ningún país saldría airoso del Covid-19 en solitario.

El director de la OMS en África, Matshidiso Moeti, condenó el «acaparamiento de las vacunas» que sólo prolonga y retrasa la recuperación del continente: «Es profundamente injusto que los africanos en situación de mayor vulnerabilidad se vean obligados a esperar las vacunas mientras los grupos de menor riesgo de los países ricos se ponen a salvo».

Al mismo tiempo, la agencia para la salud advertía que cuanto más tiempo se tardara en acotar la propagación del COVID-19, mayor sería el riesgo de que surgieran nuevas y más resistentes variantes a las vacunas. Aún no habían salido ni Delta ni Ómicron. Tedros calificaba la distribución desigual de las vacunas de «fracaso moral catastrófico». Ya con Delta recorriendo el mundo, agregó que las variantes del virus estaban ganando la carrera contra las vacunas “debido a su producción y distribución inequitativa”.

“Una vergüenza”

«Hay condiciones desiguales para quienes acceden. Sudáfrica estaba pagando el doble que la Unión Europea (UE) por la misma vacuna y el argumento era que la UE había invertido en investigación. Lo que no se decía es que Sudáfrica había puesto el cuerpo para los ensayos”, remarcaron tiempo atrás a este diario las investigadoras del Conicet Belén Herrero (Área de Relaciones Institucionales, FLACSO Argentina) y Marcela Belardo (del Instituto de Estudios Sociales en Contextos de Desigualdades de la Universidad de José C. Paz, UNPAZ).

“Estamos ante una crisis sanitaria sin precedentes, y las vacunas hoy son una de las principales herramientas para el control de la enfermedad (no la única). Sin embargo, y a pesar de contar con vacunas seguras y eficaces hace ya más de 12 meses, la producción y distribución de las dosis, lejos de responder a la lógica de equidad y acceso universal, continúan regidas por las leyes de la oferta y demanda –enfatizó Herrero–. El resultado es la escasez y el acceso desigual a las vacunas. Y por supuesto, la aparición de nuevas variantes, que preocupa, pero que no debe sorprendernos. Es esperable que eso suceda ante la capacidad de mutar del virus. El problema es que cuanto más se prolongue la pandemia, más chances damos a la aparición de nuevas variantes que puedan poner en riesgo la efectividad de las vacunas. La inequitativa e injusta distribución global de las vacunas no solo prolonga la pandemia, sino que se traduce en más y más muertes”.

Belardo añadió: “Lo que sucede en África no solo es una vergüenza para la humanidad, sino que nos pone a todos en peligro. El mapa actual de distribución y aplicación de vacunas es un escándalo. Exceptuando Marruecos y Túnez, el resto de los países del continente africano casi no ha aplicado vacunas o lo hizo en un porcentaje bajísimo. África es el continente con la cifra más baja de vacunados del mundo debido al acaparamiento de las vacunas por parte de los países centrales. La cifra de vacunados es del 7%, aunque hay países donde prácticamente nadie vio una jeringa como en Burundi, República Democrática del Congo y Chad”.

Hasta el momento se distribuyeron más de 8.200 millones de dosis en el mundo, pero 73 países de bajos ingresos no cubren el 40% de su población inmunizada: 44 de ellos están en África. Mientras tanto, los diez países con más stock ya analizan una cuarta inoculación de refuerzo.

La mayoría de las grandes potencias optaron por realizar arreglos bilaterales con laboratorios. El multilateralismo quedó reducido al programa de cooperación internacional Covax, promovido por la ONU, que nunca logró despegar: ante la escasez de reservas y las prohibiciones a las exportaciones, entregó hasta el momento 610 millones de dosis, muy lejos del objetivo de 2.000 millones propuesto originalmente para 2021.

“Las vacunas son cada vez menos eficientes para evitar que nos contagiemos del virus, pero siguen siendo muy útiles para evitar que quienes estamos vacunados suframos una enfermedad grave –advirtió  virólogo molecular y exrector de la Universidad de Quilmes, Mario Lozano –. De cualquier manera, ante la inequitativa distribución en el mundo, siempre estaremos con el riesgo potencial del surgimiento de otra variante más peligrosa que Ómicron en alguno de los países que se están dejando desatendidos. Por eso es muy importante que las vacunas comiencen a adaptarse para frenar a las variantes que circulan. Varias compañías lo están haciendo y las cuatro vacunas que se están desarrollando en Argentina tienen esa perspectiva”.