Desde que el macrismo administra la Ciudad de Buenos Aires, su obsesión es “recuperar” el espacio público que «usurpan» los trabajadores informales: la avanzada es por momentos silenciosa, aunque también registra episodios violentos, pero es meticulosa e implacable. Los escenarios más conflictivos de esta disputa son hoy Parque Rivadavia, Parque Centenario y la calle Defensa, en San Telmo, donde los feriantes parecen haberse convertido en los nuevos enemigos del gobierno porteño, en una época en la que escasea el trabajo.

La situación es por demás compleja. A veces, los vecinos se oponen a la utilización de parques y calles para esta actividad y otras tantas están a favor y coexisten con los feriantes en una sana convivencia. En ocasiones, entidades vecinales reclaman por la liberación de espacios cuyos puestos ya son parte del paisaje. Hay, de un lado y del otro, denuncias, amparos judiciales, recursos y apelaciones que eternizan los procesos.

Parque Centenario

“El viernes 25 de enero a la mañana, me llamó uno de los delegados para decirme que la Fiscalía 14 había organizado una movida muy grande que incluyó allanamientos a depósitos donde confiscaron y decomisaron estructuras, maderas, lonas y mercadería de los compañeros”, explica Liliana Irrati Barcia, quien desde hace siete años vende sahumerios a continuación de la denominada feria de Cafrune, en Parque Centenario. “Ahí nos había emplazado Ferias y Mercados en 2013, tras un desalojo por el conflicto de la instalación de las rejas”, agrega.

Liliana, que es delegada de la Confederación de Trabajadores la Economía Popular (CTEP), asegura: “Nosotros no usurpamos. Ferias y Mercados nunca más había aparecido por el predio, hasta que comenzaron a censarnos al día siguiente de los allanamientos.”

Desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño informaron que actualmente funcionan allí tres ferias: la de manualistas y la de libros, reguladas por la Ley 4121; y la de artesanos, que se rigen por la ordenanza 46.075.

“En enero se realizó un operativo para evitar que se instalen quienes ocupaban los espacios ilegalmente, compitiendo deslealmente con quienes desempeñan sus actividades dentro de la normativa vigente y saturando los espacios de recreación de los vecinos”, argumentaron voceros del área, que afirman que se conformó una mesa de trabajo con los delegados de este sector, a través de la cual ya se han podido gestionar 70 permisos de uso precario en Parque Centenario y otras ferias, como la de Parque Lezama.

Liliana sostiene que el acuerdo debe ampliarse: muchos trabajadores informales, de los más vulnerables, quedaron relegados. “La mayoría son desocupados, mayores, jubilados si es que cuentan con ese beneficio. Este gobierno no nos escucha, nos margina, nos deja afuera. Su única política es hambrear”, concluye.

Parque Rivadavia

Para el gobierno porteño, allí funcionan tres ferias y están todas reguladas por la Ley 4121: la de libros (de lunes a domingo), la de objetos de colección (domingos) y la de filatelia y numismática (domingos).

A principios de año, el tradicional paseo de los libreros fue desmantelado, al desempolvar un viejo proyecto de 1928, contemplado en la última modificación del Código de Planeamiento Urbano de septiembre del año pasado, para la apertura de la calle interna Beauchef, desde Rosario hasta la Avenida Rivadavia, quitándole al parque 600 metros cuadrados de espacio verde.

Para la concreción de estas obras fueron trasladados unos 75 puestos provisoriamente a la vereda Rivadavia, que, según prometieron desde Espacio Público, volverán al interior del parque. “En principio, no estaría mal que se renueve la feria y el mobiliario. Había sitios inaccesibles donde se juntaba basura y olor”, reconoce Pablo Cafaro, quien desde 1998 tiene un puesto donde comercia CDs originales, vinilos, libros y memorabilia.

“El gobierno siempre quiso darnos los puestos en comodato, con lo cual nunca serían nuestro. A eso nos oponemos. Por ahora eso se congeló”, comenta Cafaro, quien revela que desde que están sobre Rivadavia, “el gobierno aumentó los controles y toma lista tres veces al día. La cuestión es que tenemos un público diferente, vendemos menos y nos obligan a permanecer en el puesto sin luz ni ningún otro servicio”. Así fue que Jorge Dilorenzo, titular del puesto 42, se descompensó por el calor a fines de enero y murió en su lugar de trabajo.

El fin de semana pasado, miles de vecinos participaron de un abrazo simbólico al parque y una suelta de libros, en protesta contra el proyecto del gobierno porteño.

San Telmo

La calle Defensa es otro de los escenarios de la avanzada contra los feriantes. Según fuentes de Ambiente y Espacio Público, hay seis ferias: Defensa (entre Hipólito Yrigoyen y Chile), Humberto Primo (entre Defensa y Balcarce), Pasaje Giuffra (entre Defensa y Balcarce), Paseo Defensa (entre San Juan y Cochabamba), Paseo La Recova (Defensa al 700 y Chile entre Defensa y Balcarce) y Pasaje San Lorenzo (entre Defensa y Balcarce).

“Unos 220 feriantes que se encontraban agrupados en forma ilegal en las cuadras de Defensa entre Independencia y el pasaje Bethlem fueron reubicados en la feria del Paseo La Recova; y a los 35 que se encontraban en Defensa entre Chile e Independencia se les ofreció un permiso en Defensa entre Hipólito Yrigoyen y Chile”, precisaron los voceros.

La Asociación de Anticuarios y Amigos de San Telmo y unos pocos vecinos del lugar se quejaban de la presencia de manteros y puestos informales que pululaban sobre la arteria. Las autoridades aprovecharon las obras de renovación del empedrado para negociar con algunos de estos grupos, como la cooperativa El Adoquín, nucleada en la CTEP, que logró su reubicación. Otros cientos de trabajadores perdieron su lugar, y denunciaron que el gobierno porteño metió la cola en el asunto. Así, unos 600 feriantes quedaron privados de ejercer la actividad que les daba el sustento diario.

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