“Queremos pedirles a las autoridades provinciales y locales que nos expliquen cómo puede ser que si estos venenos están circulando bajo la condición de que no entran a los cuerpos de las personas, nosotros los tenemos en el cuerpo. Cómo puede ser, si está demostrado que generan daño genético y eso es una especie de bomba de tiempo que nos puede activar diferentes tipos de cáncer, problemas de tiroides, una serie interminable de enfermedades que se habilitan a partir de la presencia de este veneno en el cuerpo. Cómo puede ser”, se indignó María Florencia Polimeni, miembro de la asociación Democracia en Red y del grupo de vecinos y vecinas de Lobos organizados para buscar evidencia sobre lo que ya sospechaban: que el glifosato está en sus organismos.

Según los resultados del proyecto PIS (Pesticidas Introducidos Silenciosamente), el 15% de la población estudiada en Lobos tiene plaguicidas en la orina. Principalmente, glifosato: considerado como posible cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud y con estudios que lo señalan como causante de daño genético.

PIS, impulsado por Democracia en Red, ya había arrojado resultados similares entre la población de Saladillo, en el corazón de la Provincia de Buenos Aires. También participaron otros distritos, como Mar Chiquita, La Matanza y CABA, cuyos resultados aún no se difundieron. La acumulación de evidencia ya no sorprende. Solo suma preocupación y la exigencia de medidas concretas.

Lobos, un caso pionero

No es la primera vez que Lobos logra reunir evidencia científica sobre el impacto del uso de plaguicidas en el ambiente. En mayo de 2021 la comunidad difundió –tras un arduo trabajo para reunir los fondos- los resultados de un estudio que probó la presencia de insecticidas y otras sustancias agroquímicas incluso en el centro de la ciudad, a varios kilómetros de las zonas de aplicación.

Aquel estudio contó con la participación y el apoyo de Virginia Aparicio, del laboratorio de INTA Balcarce y especialista en la materia. Su nombre quedó en medio de la polémica hace dos meses, cuando la entidad estatal para la que trabaja decidió suspender la difusión de los resultados de un informe internacional sobre agrotóxicos en los cuerpos. De todos modos, la evidencia aportada por ese Proyecto Sprint hizo ruido en las comunidades. Ahora se suma lo que aporta PIS, que además reúne una serie de herramientas, datos e información que apunta a facilitar la reducción del impacto de los agroquímicos desde los territorios.

“Somos vecinos de Lobos que participamos también en los análisis ambientales. Cuando vimos los resultados y que en el gobierno no nos daban bolilla y no podíamos avanzar con ninguna iniciativa, tomamos la decisión de meter un amparo, una acción en la justicia. Y nos dimos cuenta que uno de los grandes temas que existían entre los pueblos fumigados de la provincia de Buenos Aires es que nadie tenía recursos ni logística para poder hacer los análisis que nos permitieran saber cuál era el dosaje de estos venenos en los cuerpos. Como también soy parte de Democracia en Red, decidimos tratar de articular con asociaciones de la sociedad civil que tengan experiencia en estos temas y nos puedan ayudar a conseguir los fondos, científicas y científicos que nos respalden, y a comenzar esta investigación. Así surgió el proyecto PIS”, contó Polimeni a Tiempo. Su compañero –productor agroecológico de 49 años- fue uno de los voluntarios y supo que tiene glifosato en la orina.

Una de cada seis

En Lobos, las muestras se tomaron en marzo. Con el seguimiento de la bióloga Delia Aiassa, de la Universidad Nacional de Río Cuarto, igual que en el caso de Saladillo y otros distritos. Se tomaron muestras de 73 hombres y mujeres de entre 35 y 57 años, de distintas zonas urbanas y rurales. Los análisis se hicieron en el laboratorio Fares Taie.

Los resultados indicaron que una de cada seis de las personas analizadas tiene glifosato en su orina en niveles que van desde 1,1 a 9 microgramos por litro. La mayoría (82%) no trabaja ni está en contacto directo con agroquímicos. La mayor parte de las personas con hallazgo de glifosato (70%) vive a distancias de entre 20 y 300 metros de campos de cultivo, aunque también se registraron casos de personas en zonas urbanas. Los niveles más elevados se detectaron en habitantes de Villa Loguercio.

Glifosato en el cuerpo

“Nosotros sabíamos que existían posibilidades de que hubiera glifosato porque sabíamos lo que íbamos a buscar y sabíamos en qué porcentaje era probable que apareciera, pero siempre que aparecen estas cosas sorprenden. Porque darnos cuenta que el 15% de la población tenía ese veneno en el cuerpo fue un shock para todos, especialmente para las personas que tuvieron los hallazgos”, lamentó Polimeni.

Y siguió: “A partir de ahora vamos a profundizar los análisis, tratando de hacer análisis de genotoxicidad para demostrar el daño genético de la exposición a estos venenos y al mismo tiempo pedirles a las autoridades provinciales y locales que nos expliquen cómo puede ser que si estos venenos están circulando bajo la condición de que no entran a los cuerpos de las personas, nosotros los tenemos en el cuerpo. Estamos asustados pero al mismo tiempo con mucha fuerza y juntos en este proceso que esperamos que se haga cada vez en más pueblos y que finalmente el gobierno nos escuche, que decida hacer un estudio en profundidad de toda la población de Lobos y que ponga un freno de manera inmediata a la aplicación de este veneno por lo menos hasta que entendamos cómo llegó al cuerpo de estas personas y podamos impedir el nivel de daño que está generando hoy”.