Como todo científico, Emilio Malchiodi sabe que quizás no llegue a ver la implementación masiva de la vacuna para la enfermedad de chagas a la que dedicó más de 20 años de su vida. Pero justo ahora puede decir que está más cerca, que la fase 1 de prueba en humanos es inminente. Él es investigador UBA/Conicet y profesor titular de Inmunología en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires. También es director del Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral de la UBA/Conicet  y dirige un proyecto innovador, una vacuna sin agujas y de bajo costo a la que se llamó Crucivax. En el Día Nacional por una Argentina sin Chagas, conversa con Tiempo acerca de este proyecto avanzado e innovador.

Los primeros pasos del desarrollo de la vacuna

“El proyecto tiene un largo desarrollo, hace más de 20 años que estamos tratando de encontrar un antígeno y un adyuvante adecuados para una vacuna y hemos logrado una síntesis que consistió en tomar tres antígenos de trypanosoma cruzi y por ingeniería genética, formamos una nueva molécula que tiene partes de tres antígenos”, cuenta a Tiempo Malchiodi. Cuando habla de trypanosoma cruzi se refiere al parásito que causa la enfermedad de chagas y que transmiten las vinchucas. Con un adyuvante novedoso, comenta, formaron una dupla y comenzaron a ensayar en ratones. “Dio muy buenos resultados, se producía una gran cantidad de anticuerpos, moléculas y células del sistema inmune y es candidata para una vacuna porque genera una respuesta protectiva, cuando desafiábamos a los ratones con el parásito ellos sobrevivían, no perdían gran peso, lo combatían bien”, asegura.

En 2017, el equipo de científicos publicó el primer trabajo en torno a los resultados y se contactó con un argentino en Alemania para conseguir financiamiento. “La Unión Europea financió el proyecto con 8,4 millones de euros y eso abarca los estudios en tres especies animales: ratones, perros y primates no humanos”, señala. El proyecto Cruzivax recibió apoyo económico europeo, y está formado por un consorcio internacional de 11 grupos de investigación y desarrollo con capacidades complementarias, incluyendo al de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, tres grupos en Portugal, uno en España, otros en Francia, Hungría, Alemania y Bélgica.

Las pruebas realizadas en ratones finalizaron en los plazos que se habían proyectado y con un resultado prometedor. Pero las previstas en los demás animales comenzaron de forma reciente por la irrupción de la pandemia en el mundo, lo cual afectó el trabajo del equipo pero también de los laboratorios europeos con los que conformaron el consorcio. “Nos pasó que los perros para el estudio ya estaban dispuestos cuando empezó la pandemia y no pudimos trabajar en ellos, cuando se pudo ya tenían 2 años y eran perros adultos, no de 6 meses como necesitábamos”, cuenta. Asimismo, el ensayo en primates no humanos se dificultó debido todos habían sido destinados al desarrollo de las vacunas contra el Covid 19.

Una vez que se termine la fase en perros y primates no humanos, la fase 1 de prueba en humanos podría iniciarse, si no hay ningún inconveniente, en los próximos dos años y en voluntarios sanos, es decir, que no se encuentren infectados. “Analizamos una vacuna profiláctica y otra terapéutica, la profiláctica la van a usar personas que no están infectadas por el parásito y las terapéuticas las que ya están infectadas”, explica. La vacuna profiláctica, entonces, tiene como finalidad prevenir la  enfermedad “como ya lo hemos visto con el Covid 19, que las personas que están vacunadas pasan mejor la infección”, asevera.

Sin agujas y a bajo costo

La novedad de esta vacuna, además, es el método elegido: un spray nasal en lugar de agujas. “Ya existen otras vacunas aprobadas que se aplican por spray, hay una para la gripe o la del ébola (enfermedad ya extinta), el método es muy práctico porque no tenés que andar como me ha pasado con mis cuatro hijos, corriéndolos por todo el hospital para que se dejen aplicar las vacunas”, comenta el investigador. Pero sobretodo, se trata de una de las plataformas más baratas en el mercado para producir la vacuna de una proteína recombinante y un adyuvante, lo cual constituye una ventaja.

Acerca de su pronta implementación, Malchiodi resalta que todo proyecto de investigación y desarrollo requiere de tiempo, autorizaciones y pasos a seguir que no son inmediatos. No obstante, afirma: “Tengo muchísima esperanza en esta vacuna, pero hay que hacer todos los pasos que corresponden para asegurarnos de que no causa daño, la fase 1 busca probar que inmuniza, que la gente responde con anticuerpos, con células de sistema inmune y que no se enferma por la aplicación de la vacuna”. Asimismo, cuenta que este estudio es el resultado “de un trabajo en equipo de investigadores y becarios y nos llena de orgullo y de esperanza que la vacuna sea efectivamente protectiva en humanos, pero aclaro que por ahora seguimos en la fase de estudios preclínicos”.

El investigador resaltó la importancia de ponderar el trabajo científico, en una época electoral donde “hay candidatos que están proponiendo el cierre del Conicet y de los organismos de ciencia de la nación, no hay ningún país desarrollado que no tenga un sistema de ciencia y técnica muy avanzado”, asegura. Asimismo, expresa que “quienes trabajamos en el Conicet y en las universidades hacemos un enorme esfuerzo, trabajamos muchas horas, también los fines de semana en este tipo de proyectos pero  todavía hay personas que creen que los científicos no trabajan y que no son necesarios”.

Chagas, una enfermedad por la que mueren 12 mil personas al año

El chagas es una de las 20 enfermedades que la Organización Mundial de la Salud califica como desatendidas, y por ella fallecen unas 12.000 personas al año, en su mayoría en latinoamérica. En Argentina hay 1,6 millones de infectados y 7 millones en riesgo, según publicó la UBA en su sitio web.

El Chagas se transmite a las personas a través de una especie de chinche conocida como vinchuca. La transmisión ocurre cuando este insecto defeca en la piel de una persona, lleva a que esta se rasque y permita así la entrada del parásito Trypanosoma cruzi, causante de la enfermedad. La única forma en que se puede contagiar de persona a persona es a través de transfusiones de sangre, trasplante de órganos, o de una madre a su feto. Otra vía puede ser el consumo de alimentos y bebidas contaminadas con las heces de la vinchuca. Si bien el Chagas es casi totalmente curable si se trata en las etapas iniciales con medicamentos, el principal problema con esta enfermedad es que muchos desconocen estar infectados durante la etapa en que deberían ser tratados, ya que los 2 a 3 primeros meses son asintomáticos. A la vez, los fármacos utilizados en su tratamiento tienen importantes efectos secundarios en la salud de los pacientes.

En su sitio web, la universidad resaltó que “unas 70 millones de personas viven en áreas expuestas al Chagas en el mundo, donde prospera la vinchuca. Es endémica en 21 países, en su mayoría de América Latina. Mueren 12.000 personas por año, y unos 9.000 recién nacidos se infectan durante la gestación, por el hecho de que sus madres eran asintomáticas”.