PRÓLOGO

Mi nombre es Barbi y soy cantante de rock. Me llevó muchos más años de los que me gustaría darme cuenta de que lo soy solo por una serie de casualidades con suerte.

Cuando tenía siete años vi una película en la tele que se llamaba American Pop. En ella se relataba la historia de una familia musical de Estados Unidos a través de distintas generaciones. Por supuesto todos sus protagonistas eran hombres cis, pero en un momento, algún guionista distraído no se dio cuenta de que una mujer estaba entre ellos, moviéndose de manera fantasmal e hipnotizante. Era Grace Slick, con su banda Jefferson Airplane, interpretando “Somebody To Love”. Ese momento de apenas pocos segundos me bastó para saber que quería hacer exactamente eso por el resto de mi vida.

Una casualidad con suerte. La casualidad de encontrar esa película en la tele, la suerte de tener tele.

Veinticuatro años después me proponen, desde Futurock, hacer un podcast sobre las mujeres y el rock. Mi idea original era hacer capítulos sobre mis referentes: Patti Smith, Debbie Harry, Siouxsie, Patricia Pietrafesa. Pero en el proceso de escribir sobre ellas me encontré con sus referentes y leyendo sobre sus referentes me encontré con más y más. Entendí que, a pesar de haber adoptado a lo largo de mi vida figuras musicales como Iggy Pop, Lou Reed, David Bowie, Nick Cave, la razón por la que yo me había animado a hacer arte, la razón por la que ellas se habían animado a hacer arte, y sus referentes lo habían hecho, era siempre por otra par que las representaba y las hacía sentir seguras. Yo no sabía sobre ellas porque los libros que compraba no las nombraban, las revistas que leía no las nombraban, los documentales que miraba no las nombraban, las remeras en la bond street no las incluían, los posters que vendían no las pensaban, y la historia que conocía las invisibilizaba. Durante muchos años llegué a pensar que el rock era cosa de tipos y alguna que otra tipa que quería hacer lo mismo que ellos.

Pero lo que me impactó y cambió mi vida para siempre fue descubrir que las historias que estas artistas protagonizaban eran los momentos más fundamentales para la historia del rock. El primer blues grabado en la historia, la incorporación de cantantes afrodescendientes en las listas radiales, la invención de los sintetizadores, los primeros sellos autogestivos, los primeros movimientos políticos en la música, las canciones de protesta, los discursos más valientes hechos canciones, la revolución sexual, la lucha por los derechos civiles, por el aborto, por la emancipación de la mujer, por los derechos LGBTIQ+, todo esto siempre en manos de artistas mujeres cis, lesbianas, trans que eran un peligro para el sistema del cual la industria musical dependía.

En los tiempos que corren, Internet nos permite conocer, divulgar y consumir artistas sin  la necesidad estricta del éxito y la difusión masiva.

Por eso este libro termina a principios de los noventa. Porque no se trata de una recopilación de artistas importantes para la música –y de hecho aprovecho para anticiparles el disgusto de no encontrar a mostras como Stevie Nicks, Tina Turner, Madonna o quien sea que les rompa el corazón no encontrar–, en esta oportunidad pongo el foco en las artistas y en las historias que con mucho cuidado fueron borradas de la cultura del rock en la que estuve sumergida toda mi infancia y adolescencia.

Es una lista caprichosa y personal.

Cada artista tiene un ADN musical distinto. Y este libro lo escribí para poder documentar mi propio ADN musical con esos eslabones que tardé tantos años en encontrar.

Cuando era adolescente mi lectura favorita eran los fanzines y las novelas gráficas. Me hubiera encantado recibir este libro en mis manos a los quince años, y sé muy bien que la única forma de haberlo devorado hubiera sido con los dibujos e intervenciones de alguien como Power Paola.

Ojalá Mostras del rock llegue a las manos de todas las personas que tengan ganas de construir su propio ADN musical y puedan considerar esta parte de la historia del rock que sucedió y quedó olvidada. Y que posiblemente si algo de lo que se nombra en este libro no hubiera sucedido, el rock como lo conocemos en el presente no sería el mismo.

Con rabia y amor,

Barbi Recanati 

CONTRATAPA

Bienvenides a los archivos del subsuelo. En esta novela gráfica, Barbi Recanati nos invita a viajar a toda velocidad a través de los relatos borroneados, solapados, y traspapelados deliberadamente por la cultura del Rock.

Un poco manifiesto político, otro poco enciclopedia errática y fanzinera, Mostras del Rock nos acerca al margen más furioso, alegre y monstruoso de la música, el margen de quienes tuvieron que abrirse camino, y a la convicción de que las historias que contamos y nos cuentan pueden transformarnos la vida.

Paula Trama

BARBARA LYNN

Si pensamos en la primera chica al frente de una banda con una guitarra eléctrica colgando, ahí está Barbara Lynn. Zurda como hendrix y tan contemporánea que podrían haber compartido cartel.

Era líder de una banda adolescente enteramente de mujeres: Bobbie Lynn and her idols. Tocaba en bares y clubes siempre a escondidas para no ser expulsada del colegio.

Apenas fue vista de casualidad por el cantante Joe Berry, Barbara fue llevada, con el permiso de sus padres, de Texas a New Orleans para grabar su primer canción “You´ll loose a good thing”. Fue inédito para la época que le permitieran grabar, a una adolescente mujer afroamericana, una canción compuesta por ella misma. Lo que nadie esperaba es que la canción vendiera más de un millón de copias en semanas y terminara siendo un himno del R&B, luego inmortalizado por Aretha Franklin.

Ese gran éxito le abrió el camino para seguir escribiendo y grabando sus propias canciones como “You left the water running”, que tiempo después terminaría en las manos de artistas como Ottis Redding y The Rolling Stones.

Barbara Lynn era una máquina de hits de rock y soul, con una guitarra eléctrica que hacía sonar como pocos artistas, y un estilo digno de haber formado parte de los posters de una habitación. Pero a los 28 años se casó y tuvo hijos, lo que la obligó a elegir entre la crianza y continuar con su carrera.

Barbara Lynn desapareció de la escena musical hasta mediados de los ochenta, cuando su marido muere y ella vuelve a salir de gira. El mundo ya estaba en otro contexto musical y cultural, pero aún así logró seguir vigente y ser respetada.

Jamás juzgaría a una madre por querer dedicarse a la crianza, pero, lamentablemente, en las historias de este libro no parece una verdadera decisión con varias opciones sino más como una decisión entre estas cuatro únicas opciones:

1) no tener hijos

2) tener hijos y retirarse de la música

3) tener hijos y cargar con el estigma social de haberlos abandonado para dedicarte a la música

4) ser un hombre cis heterosexual y que a nadie le importa cuantos hijos tenes, si fue con tu esposa, la hermana, con tu sobrina de 14 o tu perro. De hecho se cuenta que un famosísimo ícono del rock arma sus giras alrededor de cada hijo que tuvo por el mundo así puede visitarlos una vez cada tanto.

La industria era rápida y fugaz, y la única opción para sostener una carrera era nunca desaparecer.