Especialistas en aracnología lo saben: cada vez que ocurre un hecho como el de Tigre, donde un hombre murió por la picadura de una araña del rincón no tratada a tiempo, las consultas se multiplican. Les llegan fotos y preguntas de gente preocupada que cree haber visto un ejemplar de esos arácnidos venenosos en su casa. En la gran mayoría de los casos, la respuesta es que no se trata de la especie en cuestión. Porque lo cierto es que la mayor parte de las arañas presentes en la Argentina son inofensivas. Sólo tres son venenosas, sobre un total de más de 1600 especies con un rol clave para el ambiente, opacado por su mala fama construida a base de mitos y desconocimiento. Sobre todo en las grandes urbes, donde crece la «biofobia».

«Cuando hay un caso así explotan las consultas. Sobre todo en Facebook. El tema queda olvidado y cuando pasa algo así todo el mundo cree que encontró a esa especie. Es muy común que se la confunda con otra similar, pero no peligrosa: la araña de los timbres. El macho tiene un aspecto muy similar pero es totalmente inofensiva. Vive en las casas, en gran parte del país. De cada diez consultas, ocho son por esta especie que es inofensiva, una es por alguna otra y una es del rincón», detalla Luciano Peralta, biólogo y aracnólogo de la Universidad de Mar del Plata y referente del grupo Reivindicando a las Arañas, que apela a la difusión de información para contrarrestar el «gran desprecio y temor» que recae sobre estos seres.

Araña del rincón

Odio a los bichos

Para analizar este fenómeno, el museólogo, naturalista y docente Claudio Bertonatti apunta a las biofobias: «Como la mayoría de las personas vivimos en ciudades o pueblos, lejos de ecosistemas silvestres, la distancia entre los humanos y el resto de la naturaleza se agranda. Ese alejamiento también es intelectual y emocional. Conocemos poco el mundo natural y ese desconocimiento, en algunas personas, genera temor o, peor aún, fobias. Eso auspicia la aversión, falta de empatía, maltrato o muerte sin sentido de animales que cumplen una función importante en la naturaleza».

Existe una fobia específica a las arañas (aracnofobia), pero la biofobia va más allá. Para la filósofa española Heike Freire, autora del concepto de «pedagogía verde», la biofobia es «una cultura a la que llega la criatura. La cultura de ‘No toques eso que te vas a manchar’, ‘No subas al árbol que te vas a caer’, ‘No agarres ese bicho que te vas a enfermar’. Es decir, una cultura de miedo».

«Las fobias tienen tratamiento y eso es de mutuo beneficio porque mejora la calidad de vida de quien la padece y de los demás seres. De ahí la importancia que lugares como el Parque de la Biodiversidad de Córdoba programen espacios educativos para enfrentar este problema», aporta Bertonatti sobre la próxima apertura de un área educativa sobre arañas en el ex Zoológico de esa provincia.

Picadura de araña del rincón

Tres no es multitud

«En el museo recibimos muchas consultas de gente que manda fotos o trae ejemplares en recipientes diciendo ‘apareció este bicho en mi casa, ¿es peligroso?'», cuenta Cristian Grismado, de la División Aracnología del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. Explica que, de las más de 1600 especies de arañas conocidas en Argentina, sólo hay tres géneros con especies peligrosas. Además de la araña del rincón (Loxosceles laeta), señala a las viudas negras (Latrodectus) y la araña del banano (Phoneutria nigriventer). «Para las tres arañas de importancia médica hay antídoto específico y se fabrica en el Instituto Malbrán», remarca.

Sobre la primera, explica que «no está en todo el país en grandes cantidades, ni presenta una distribución uniforme, pero es más frecuente en ambientes urbanos. En CABA, La Plata y otras ciudades, en determinados microambientes pueden encontrarse poblaciones bastante grandes, especialmente en sótanos u otros espacios oscuros con muebles amontonados y poco movimiento, como depósitos. Allí suelen prosperar, pudiendo llegar a ser abundantes localmente».

Esta especie “tiene un veneno necrótico, destructor de tejidos, que –en alrededor del 15% de los casos– puede generar un cuadro como el que resulta potencialmente fatal, lo que se conoce como cuadro ‘cutáneo-visceral’. En la mayoría de los casos (si bien posee una acción bastante fuerte e impresionante de destrucción de tejidos) se limita a nivel local, en las áreas cercanas a la picadura». Peralta agrega que el Malbrán recibe ejemplares para producir el suero: «a pesar del veneno peligroso no es agresiva. Hay accidentes. Cuando quedan atrapadas dentro de la ropa o al meter la mano detrás de un mueble. Con precauciones, se la puede poner en un frasquito. A diferencia de otras, no trepa el vidrio»,

Las viudas negras –más comunes en el Noroeste, oeste y la Patagonia-, y las arañas del banano –que habitan Misiones, Corrientes o Formosa, pero pueden alcanzar otros puntos por medio de transporte pasivo, como cajones de fruta–, no son frecuentes en ambientes urbanos: «estas dos tienen un veneno neurotóxico, que afecta más bien el sistema nervioso. La manifestación externa no es tan visible como la que se observa con el veneno necrótico de la araña del rincón. En estos casos, el riesgo más grande es de alteraciones cardiovasculares y edema de pulmón», explica.

Un ladrillo en la pared

«Un medio ambiente saludable está compuesto por muchas piezas que se regulan y se necesitan entre sí. Las arañas constituyen un grupo muy presente y muy importante. Controlan plagas a través de su alimentación, y a la vez de ellas se alimentan otros grupos que hacen que el ambiente esté bien diversificado. Si las sacamos del ambiente, es como empezar a sacar ladrillos de una pared: se puede caer», grafica Luis Giambelluca, investigador del Conicet y del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores, donde estudian la importancia de las arañas en el cinturón frutihortícola de La Plata. «En ambientes donde no se fumiga, cuanto más arañas haya habrá menos pulgones, menos orugas. Las arañas no le hacen nada malo al cultivo; al contrario, lo defienden. El productor va a poder gastar menos dinero, porque no tiene que poner biocidas para controlar plagas, y el consumidor se va a ver beneficiado porque no consume biocidas»,

En 2017 impulsó la creación de la aplicación para celulares Android “¿Es araña o escorpión?”, que ya tiene más de 13 mil usuarios y generó más de 1800 respuestas. Funciona a partir del envío de fotos y datos de geolocalización de arácnidos. “Así como hay gente que sale a mirar aves, hay gente interesada en naturaleza y arañas”, asegura. La puesta en funcionamiento de la app, con un fin más ligado a la divulgación, terminó repercutiendo en el ámbito académico: “Recibimos muchísimas fotos y en una por ejemplo detectamos una ‘araña ogro’ en Mendoza, que no estaba citada para esa provincia. Terminó dando lugar a una publicación que amplió la distribución geográfica de esa especie”.

Desde Reivindicando a las arañas, Peralta insta incluso a la preservación de los ejemplares y su aporte a la ciencia. ¿Qué pasa si alguien se topa con una araña del rincón, la más presente en ámbitos urbanos entre las peligrosas? «Por lo general la gente las mata, pero uno le puede recomendar adónde llevarla. A otras especies les diríamos de liberarlas en un lugar abierto. Como estas viven dentro de las casas, lo ideal es llevarlas a lugar donde se investigue. Como el Malbrán, que las recibe para producir el suero. La araña a pesar del veneno peligroso no es agresiva. Los accidentes son eso: accidentes. Cuando quedan atrapadas por ejemplo dentro de la ropa cuando una persona se viste o al meter la mano detrás de un mueble. Con precauciones, se puede ponerle un vaso arriba y un papel por abajo, para ponerla en un frasquito. Esta araña -a diferencia de otras- no trepa el vidrio, tomando cuidados básicos se puede atrapar para transportar».«

Viuda negra, una de las tres venenosas del país
Un grupo de reivindicación y divulgación

El grupo Reivindicando a las Arañas surgió en 2009, en Facebook. «Faltaba información al público sobre la diversidad de arañas nativas de la Argentina y la región. Desmitificar eso de pensar a todas como peligrosas. Derribar los mitos y saber que las peligrosas son menos del 1%», cuenta su impulsor, Luciano Peralta, aracnólogo en la Universidad de Mar del Plata.

Hoy tienen más de 26 mil seguidores. «En el grupo hubo un cambio importante, aumentó mucho el conocimiento. Pero en el grueso de la población, no. Cuando alguien se despierta con una marca le dicen ‘te meó una araña’. Es totalmente falso. Lo que orinan o excretan es inocuo. Es un mito falso y muy común». Y defiende su preservación: «La idea es no matarlas. En tu casa podés llegar a tener a una peligrosa y varias inofensivas. Si matás a las inofensivas, estás dejando el nicho libre para que lo ocupe la peligrosa. Se pueden soltar en el patio, en un lugar más alejado, pero no tiene sentido matarlas. La clave es hacerse el ojo, es lo que tratamos de fomentar, para reconocer a las peligrosas. Sería fundamental que hubiera algo más formal de divulgación. Se pueden prevenir casos como el que pasó esta semana con conocimiento del público y formación de los médicos. Muchos no están preparados para recibir estos casos, no se lo imaginan».

Grupo Reivindicando a las Arañas
El caso Occelli: picadura y denuncia de mala praxis

Gustavo Occelli empezó a sentirse mal el 6 de septiembre. Tenía «fiebre alta, náuseas, escalofríos y una lesión necrótica en su mano», según describió su familia. Fue al Hospital de Diagnóstico Inmediato de Benavídez, en Tigre. Le indicaron que se trataba de «una picadura de araña», pero sólo le recetaron un antibiótico y un analgésico. Sin realizar estudios ni suministrar el antídoto que Malbrán envía a todos los distritos.


El cuadro empeoró. Volvió. Le dijeron que esperara el efecto del antibiótico. Lo mismo en el Hospital de Pacheco. El jueves 8, el hombre de 52 años ya vomitaba sangre. Lo llevaron a la clínica Santa Catalina de Benavídez, y derivado de urgencia al Hospital de Garín. Tenía hemorragia interna, neumonía y estaba anémico. Por su gravedad fue trasladado al Hospital de Escobar. Al día siguiente falleció. La familia apuntó al «mal accionar» de los hospitales de Pacheco y Benavídez: «el doctor de guardia nos dice que su muerte fue a causa de una picadura de araña venenosa que había generado la necrosis en su mano y la posterior falla multiorgánica.

Claves

Luciano Peralta cuenta cómo reconocer a las tres venenosas:


La del rincón es color marrón o caramelo. Tiene una mancha en forma de violín. Con las patas estiradas, mide de uno a cuatro centímetros. Si está en el patio entre las plantas, seguramente no sea esta especie porque vive en lugares bien escondidos.


La viuda negra tiene cuerpo globoso, patas finitas, es negra y con alguna mancha roja por lo general en el vientre. Mide tres centímetros.


La del banano es más rara. Mide de 10 a 15 cm. Es marrón clarita con una franja negra longitudinal en el dorso, manchitas amarillentas en las patas. Color rosado o rojizo de quelíceros, parte anterior con la que muerde.

Qué hacer si nos pica

Ante la picadura de un animal ponzoñoso (que tiene una glándula productora de veneno y la capacidad de inyectarlo a otro ser vivo), el Ministerio de Salud de la Nación recomienda primero, «lavar la herida de la zona picada o mordida solo con agua y jabón». Luego, «desajustar prendas, sacar, anillos, pulseras, relojes». En el caso de picadura por arañas o escorpiones, se indica colocar hielo. Y, fundamentalmente, «mantener al accidentado tranquilo y asistir de inmediato al centro asistencial más cercano». No apretarse ni frotarse, y no buscar aplastar una araña peligrosa.