No hay razón para concluir que los informes existentes sobre UAP (fenómenos anómalos no identificados) tengan una fuente extraterrestre. Sin embargo, si reconocemos eso como una posibilidad, entonces esos objetos deben haber viajado a través de nuestro sistema solar para llegar aquí. Así como la galaxia no se detiene en las afueras del sistema solar, el sistema solar también incluye a la Tierra y sus alrededores. Por lo tanto, existe una continuidad intelectual entre las tecnofirmas extrasolares, el sistema solar SETI y la posible tecnología alienígena desconocida que opera en la atmósfera de la Tierra. Si reconocemos la plausibilidad de cualquiera de ellas, entonces deberíamos reconocer que todas son al menos plausibles”.

Con esas palabras la Comisión de Expertos que creó la NASA el año pasado para examinar datos relacionados con los UAP (un nuevo término para OVNIS que ahora abarca objetos o eventos anormales en el cielo, bajo el agua o en el espacio que no pueden identificarse de inmediato) presentó este jueves el informe esperado a nivel mundial.

El equipo de estudio independiente, creado fuera de la Nasa, utilizó datos no clasificados de entidades gubernamentales civiles, datos comerciales y datos de otras fuentes para fundamentar sus hallazgos y recomendaciones en el informe. Un problema marcado es que actualmente existe un número limitado de observaciones de alta calidad de UAP, lo que hace imposible sacar conclusiones científicas firmes sobre su naturaleza.

Las precisiones de eventos OVNI no abundaron, aunque la Agencia Espacial dejó abierta la puerta para que sea posible su presencia. Algo que hoy no está probado oficialmente. Eso sí: aclararon que las mejoras tecnológicas (desde el armado de naves que puedan llevar humanos a Marte, hasta satélites y telescopios como el James Webb) también ayudarán a poder encontrar vida extraterrestre, si es que la hubiera. Eso sí, en el documento aclaran que muchos de los avistamientos son “creíbles”, aunque no lo pueden afirmar.

NASA, OVNIS y vida extraterrestre

Durante una reunión en junio, los expertos subrayaron la necesidad de recopilar más datos, de una manera mucho más rigurosa que hasta ahora.

Al inicio de los trabajos se anunciaron tres objetivos: recopilar toda la información disponible públicamente, de gobiernos, empresas privadas, asociaciones e incluso particulares; determinar qué información falta y cuál es la mejor manera de recopilarla; y finalmente, pensar en cuáles son las mejores herramientas para analizarlos en el futuro.

Un mes después, a fines de julio, Bill Nelson (titular de la NASA) estuvo en la Argentina, firmando convenios con la Argentina. La suerte quiso que su llegada al país coincidiera con la audiencia inédita en el Congreso estadounidense donde declararon supuestos testigos de las Fuerzas denunciando que el gobierno de ese país cuenta con material de aeronaves extraterrestres, con pruebas que no da a conocer.

Y Nelson, que fue senador, miembro del Congreso durante años, funcionario del Tesoro y tripulante del Trasbordador Espacial desde el que pudo ver a la Argentina y Brasil en el espacio («con mis ojos podía ver la destrucción de la selva tropical»), se refirió precisamente a la existencia, o no, de ovnis y alienígenas: «He visto y he hablado con los pilotos de la Armada (que expusieron este miércoles en el Congreso). Esto fue en 2004, sobre el Pacífico, a la altura de San Diego. Hablé también con la gente del Pentágono. Decidí, como administrador de la NASA, ver esto desde un punto de vista científico, y de nuestros sensores científicos que están en el espacio, ellos recogen información».

«¿Hay vida allá afuera en el UniversoLes hice esta pregunta a nuestros científicos. Sabemos que el Universo tiene 13.800 millones de años de antigüedad. Y con nuestro Telescopio James Webb hemos recibido data sobre la formación de las primeras galaxias; la luz viaja 186 millas por segundo, y la luz que recibimos en el telescopio estuvo viajando durante 13.500 millones de años, es un espacio muy grande, Le pregunto a los científicos cual es la probabilidad matemática de que haya en algún lugar otro sol, o una estrella mediana, con un planeta rocoso mediano que orbite a su alrededor, a una distancia correcta como para no estar ni con demasiado calor ni demasiado frío, y que esté inclinado sobre su eje, para tener verano e invierno, y que tenga la composición química basada en carbono para crear una atmósfera habitable. Y los científicos me dijeron: la probabilidad es uno en más de un billón«.

Igualmente, Nelson aclaró que ellos estando buscando vida en otros planetas: «está en el contrato regulatorio de la NASA; en estos momentos estamos cavando en Marte, con el Rover Perseverance, unos tubos de titanio. Tenemos 42 tubos, 30 estarán cavando para ver cómo es la tierra y 10 ya se colocaron en la superficie. Están en diferentes lugares, algunos cerca de lo que era un río que llegaba a un lago. Cuando volvamos a principios de la década de 2030 y traigamos las muestras de estos tubos de titanio veremos si hay evidencias de que hubo vida».

Y completó: «También vamos a los asteroides: tenemos una muestra que está viniendo de un asteroide rocoso que llegará en septiembre de este año, se llama Bennu, pensamos que es rocoso nada más pero veremos si hay algún tipo de composición química que indique que este asteroide viene de otra cosa o chocó contra algo que tenía vida. Buscar vida es parte de nuestro mandato».

Bill Nelson en Argentina, meses atrás.
Foto: Embajada de EEUU en Argentina

Informe

El informe encargado por la NASA a una comisión independiente de expertos parece más una hoja de ruta que una recopilación de eventos anómalos, que también están mencionados en el informe.

Una de las conclusiones es que, si bien los instrumentos gestionados por la agencia espacial, satélites y telescopios de diversa naturaleza, no están ideados para la identificación y resolución de estos fenómenos anómalos, el hecho de mejorar las capacidades de los instrumentos de la agencia, calibrando los sensores de sus instrumentos o multiplicar el número de medidas tomadas, pueden ser formas en las que la NASA contribuya a detectar o resolver estos fenómenos anómalos en el futuro.

“La flota de observatorios satelitales de la Tierra de la NASA debería asumir un papel de soporte a la hora de determinar las condiciones ambientales que coinciden con los UAP”, señala el informe en uno de sus puntos.

Fenómeno anómalo no identificado

“El nuevo Director de Investigación de UAP de la Nasa desarrollará y supervisará la implementación de la visión científica de la Nasa para la investigación de UAP, incluido el uso de la experiencia de la Nasa para trabajar con otras agencias para analizar UAP y la aplicación de inteligencia artificial y aprendizaje automático para buscar anomalías en los cielos. La NASA hará este trabajo de forma transparente en beneficio de la humanidad”, aseguró este jueves Bill Nelson, dando pie al nuevo rol creado en el organigrama de la Agencia Espacial que se encargará exclusivamente se seguir estos temas.

Lo que hace un fenómeno anómalo no identificado es justamente que no sabemos qué es. Pero la resolución de que algún episodio analizado sea catalogado como visita alienígena, tendrá que esperar.

En el informe citan varios casos, algunos de ellos ya abordados por la Fuerza Aérea estadounidense. Dos de estos ejemplos fueron resueltos como aviones comerciales. Otro UAP mencionado en el informe, que aparenta ser una esfera metálica observada por un dron MQ-9 en un lugar de Oriente Medio, permanece sin resolver.

La Fuerza Aérea de EE UU sacó la All-domain Anomaly Resolution Office (AARO), un departamento dedicado a estudiar anomalías como los UAPs creado también en 2022. Según aseguraron, NASA y AARO seguirán trabajando juntas en el tema.

Se puede decir que 2023 fue el Año de los OVNIs: desde los militares que hace dos meses testificaron en el subcomité del Congreso estadounidense dedicado a los UAP, donde sostuvieron que el Gobierno estadounidense no solo tenía constancia de la visita de inteligencias extraterrestres a nuestro planeta, sino que tenía tecnología extraterrestre en su poder; hasta lo ocurrido hace unos días en la Cámara de Diputados de México. Allí acudió el ufólogo Jaime Maussan con ejemplares de lo que, declaraba, eran los cuerpos de alienígenas.

Otra fuente de controversia fue el hallazgo de restos de lo que podría ser un meteorito interestelar. Restos minerales de un asteroide que se estrelló frente a las costas de Papúa Nueva Guinea en 2014.

Demasiadas preguntas, muy pocas respuestas.