Atravieso una etapa de la vida en la que, en apariencia, cursé todas las materias como hijo. Sin embargo, muchas veces, cuando voy a la cancha de Racing vuelvo a sentir que el que me lleva de la mano es mi viejo, como cuando tenía seis o siete años.

También, presuntamente, completé la parte principal de mi carrera de papá con mis dos hijas. Un día de estos –pero no hoy, porque prefiero que nada interrumpa el agasajo– les voy a preguntar a ellas, que me llaman Pappo, a ver qué nota me pone esa rigurosa mesa examinadora.

Mientras tanto, y parafraseando a un viejo general, es bueno que sepan que, aun cuando la palabra abuelo me suena deliciosa, llevo en mis oídos la más maravillosa de las músicas, cuando me saludan con un «Hola Pá».

En los últimos(¿30?) años al hombre se le complicaron y opacaron sus roles tradicionales, como lo que siempre fue, el trazador de rumbos vitales, el estimulador de deseos, el gestor de valores, el consejero y el protector, el reproductor y el proveedor, la autoridad difícil de discutir. Por mucho de todo esto, y por el indudable y maravilloso crecimiento de las mujeres, al edificio del varón le faltan detalles de terminación, del mismo modo que muchos padres no pueden subirles el precio a sus acciones.

Aunque venga caracterizada por un casi ofensivo y exclusivo concepto comercial, la fecha de este día propicia recordar al «autor de nuestros días», al «progenitor», a «papi», al «viejo, mi querido viejo», como dice el himno que Piero y José compusieron hace más de 40 años, cuando esa figura era, para bien y para mal, una institución difícil de discutir y, por entonces, más temida que reconocida.

Hay padres incorrectos que, salvo su rol de padrillos, no cumplen con otras cuestiones , pero veo con cuánta gracia, dedicación y compromiso muchos padres sub 30 y sub 40 se ocupan de tareas que hasta no hace tanto eran pura obligación femenina. Hay padres para los que los intereses y necesidades de sus hijos resultan jeroglíficos indescifrables. Y hay otros que hacen todo lo que está a su alcance para entenderlos y traducirlos. Hay padres que todavía se sienten representados por aquella cantilena doméstica que preludiaba sanciones, el «ya vas a ver cuando se lo cuente a tu padre». Y son legión los que se quitaron para siempre el disfraz de cuco y eligieron otras moralejas de crianza: la del esfuerzo, la libertad, la solidaridad.

Hay padres que no predican con el ejemplo. Le condenan al niño un estallido de violencia durante el fútbol, pero se olvidan que pocas horas antes por un «rózame ahí ese auto» y en su presencia, se le prendió al cuello de un taxista con pretensión de ahorcarlo.Hay padres que le piden a su hijo adolescente que se aparte de la costumbre de ingerir sustancias todavía prohibidas, olvidando que desde hace tiempo recae en el muchacho la obligación de comprar los hipnóticos que consume para poder pegar un ojo, mediante unas órdenes truchas de un recetario que un tío médico dejó al morir. Hay padres que se escandalizan por una mentirita escolar, sin pensar que en numerosas ocasiones el chiquilín fue obligado por su papá a atender el teléfono para que dijera que él no se encontraba en casa. Hay padres que exigen a sus pequeños que demuestren amor a la patria y esperanza en el porvenir sin tener en cuenta en cuántas ocasiones el menor le escuchó maldecir con rabia al país.

Hay padres y padres: abandonadores, protectores, necios, inteligentes, privilegiados, desprotegidos. Padres que jamás miran a su alrededor y papás que anoche volvieron a dormir en la calle. Padres que tienen todo y papás que tienen que explicarles a sus hijos por qué se han quedado sin trabajo. Hay padres impenetrables y padres vulnerados. Padres que se hacen cargo y que salen adelante y padres que únicamente saben huir hacia adelante.

Hay padres innecesarios que ignoran, olvidan e incluso matan y hay padres imprescindibles como los de la Plaza de Mayo que en nombre de sus hijos que no están siguen reclamando memoria, verdad y justicia. En un tiempo de innegable crisis patriarcal, y en el que a hasta San Martín, el padre de la Patria, se le discute la curvatura de su sable, aparece como un indicio positivo que Ricky Martin o Marley expresen y concreten el propósito existencial de ser padres.

Hay padres madres, padres en solitario y también madres-padres, las valerosas ma-pá. A todos, y a todas, el deseo de que en este domingo reciban el abrazo que más esperan. <