En el contexto de un preocupante desfinanciamiento de la ciencia y tecnología, a juzgar por el menguante presupuesto que el gobierno nacional prevé asignarles en 2017, uno de los íconos del área, el que acercó a multitudes los hitos del desarrollo argentino, llega a su final, nunca tan temprano, para dejar lugar a diversos emprendimientos privados de aquí a fin de año.

Desde su creación, en 2011, las primeras cinco ediciones de Tecnópolis cerraron bien entrado noviembre, y la de 2015, el día 29. La gestión Cambiemos optó por una megaferia modificada, no exenta de polémica –incluidos la efigie demolida de Zamba, el Club de Estilo que enseña cómo ser una It girl donde antes se explicaba qué es la energía nuclear, y el peligroso cartel negacionista que pone en duda la cantidad de víctimas del terrorismo de Estado– y, sobre todo, más breve. Y aunque Hernán Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, se ufane de la gran convocatoria que ha tenido la Tecnópolis Federal, organizada en junio en Salta y por estos días en Santiago del Estero, lo cierto es que es el predio de Villa Martelli, abierto al público de jueves a domingo, ofrecerá los logros de la ciencia argentina hasta el próximo 10 de octubre. Después, la tecnología liberará el espacio para la música.

Ya ha tenido música Tecnópolis, y mucha, con entrada libre y gratuita. Toque, el Festival Internacional de Percusión, trajo a artistas como Hermeto Pascoal o Carlinhos Brown; eventos gastronómicos como Raíz sumaban lo mejor del folklore, y Néctar, a los artistas del hip hop. Los multitudinarios Jesus Fest y Vitae Fest, de música cristiana, también fueron gratuitos. De hecho, sigue habiendo música, quizás con otro perfil. Anoche era el turno de A Pura Cumbia, con la presentación de El Polaco y Los Palmeras, entre otras figuras del género. Pero lo que vendrá después del cierre de la feria es estrictamente privado. Tecnópolis, que por la escasa demanda de entradas no albergó a mediados de septiembre los recitales de las bandas de hard rock Scorpions y Whitesnake (que pasaron al estadio Malvinas Argentinas), recibirá los días 14 y 15 de octubre al Festival BUE, organizado por DG Producciones, la productora de Daniel Grinbank, que anuncia a Iggy Pop y los Pet Shop Boys, con tickets que van de 1100 a 3000 pesos. El 13 de noviembre será el turno del Music Wins, un festival de música indie cuya primera edición, en el año 2014, se realizó en Mandarine Park, en Punta Carrasco, pero que ahora llega al Estadio del Bicentenario de Tecnópolis, con entradas desde $ 950.

Y el Shout Festival, inicialmente previsto para el 3 de diciembre, se suspendió por la enfermedad de la cantante estadounidense Selena Gomez. No es la primera vez que eventos pagos ocupan el predio de la feria. Un ejemplo es el Festival Nuestro de Música y Cultura, con artistas locales y precios mucho más módicos. Pero la megaferia de ciencia y tecnología no cerraba sus puertas. Entre 2011 y 2015, tuvo 22 millones de visitantes. La versión actual parece generar menos adhesión. Y su modalidad itinerante no ofrece datos concluyentes. La que se vio en Salta, por ejemplo, recibió a 450 mil personas de acuerdo al gobernador Juan Manuel Urtubey. Y 700 mil según Lombardi. «

Presupuesto para ciencia, en retroceso

Los miembros de la comunidad científica, reunidos en el Grupo Ciencia y Técnica Argentina, denunciaron el duro golpe que el Presupuesto 2017 asestará al sector. “Pone en riesgo los logros de la última década y atenta contra cualquier política de fomento del desarrollo económico soberano”, sostienen. Dicen que se verá incumplida la promesa electoral de llevar la inversión en ciencia y tecnología al 1,5% del PBI; al contrario, la participación del área en el Presupuesto nacional se verá reducida.

Los fondos asignados al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (incluidos el Conicet y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales) pasa del 0,71% del total al 0,59% para 2017, una reducción del 20 por ciento. También se reduce el financiamiento de los órganos descentralizados. El INTA reducirá su presupuesto real, cercenado por la inflación, en un 25%, y el INTI sufrirá un ajuste del 27 por ciento. Los científicos denuncian asimismo la intención de “hipotecar” proyectos de desarrollo soberano como el de la empresa satelital ARSAT.