Para sanear definitivamente el Riachuelo se necesitarán décadas. Generaciones. La educación (y promoción) ambiental de las infancias, entonces, se vuelve indispensable. Así se reflejó este fin de semana, cuando la cooperativa Aceitera La Matanza realizó una jornada de concientización ambiental y actividades lúdicas y recreativas para las infancias y adolescencias en el predio de la fábrica recuperada, bajo un objetivo mayor: mirar al futuro con optimismo.

Se hizo en el marco de un festejo atrasado del Día de las Infancias, en el predio de cuatro hectáreas ubicado en Av. San Martín 5840, en La Tablada. Fue organizado en conjunto con la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) y la Municipalidad de La Matanza.

Ambiente y producción van de la mano en una cuenca histórica, rodeado de contaminación pero también de polos industriales esenciales. Las familias que llegar a disfrutar de una jornada de juegos y educación ambiental se interiorizan primero de qué se hace en ese predio. “Nosotros nos dedicamos al proceso del aceite comestible, acá entra la semilla del girasol, se procesa, se refina y se envasa”, cuenta Maximiliano Correa, de 34 años, secretario de la Cooperativa Aceitera La Matanza. «Todo este proceso que describo se realiza acá y los clientes vienen a buscar el producto refinado que hacemos”, agrega.  

El mural, en la fábrica recuperada.

“Como colectivo mamamos del modelo de Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentina (IMPA), que no se trata solamente de hacer un modelo de producción, sino también de brindarles a todos los vecinos del pueblo, espacios en la planta para que armen bachilleratos, centros culturales y que realicen talleres”, explica el secretario, en relación a la solidaridad mecánica del sector.

En lo ambiental como en lo social y en lo productivo, la salida es colectiva. Añade: “Ahora estamos festejando en forma atrasada el Día de las Infancias y haciendo una jornada para informar sobre la cuestión ambiental y transmitir información del proceso que se viene desarrollando sobre la cuestión a los vecinos, las adolescencias y a los más chiquitos”.

Comportamientos ambientales

“La cooperativa Aceitera La Matanza, es una de las tantas que tenemos dentro de la cuenca y que están bajo nuestro trabajo de administración de sus comportamientos ambientales”, dice Bruno De Alto, director general ambiental de Acumar. La señala como un ejemplo de la política oficial del organismo para bajar el nivel de contaminación industrial. Cuenta que la cooperativa aceitera «tenía problemas ambientales como cualquier otra empresa, pero ya cumplió con las metas que nosotros les propusimos, es decir, han sido excluidos de la lista de agentes contaminantes el año pasado».

Revela que el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas «se organizó en el tema (de reconversión), de hecho ocupa un área del Ministerio de Desarrollo Social, que es la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas, que está a cargo de Eduardo ‘Vasco’ Murúa. Y encaramos un plan de acompañamiento a estas empresas que tenían que adecuarse, sobre todo las recuperadas”.

Durante la jornada aprovecharon para entregar algunas certificaciones de talleres que realizaron en el marco del Sistema de Gestión Ambiental. «Son capacitaciones para las empresas en general y las cooperativas”, enfatiza el director. Todas estas entidades “adhirieron a mejorar sus procesos productivos en relación con el medioambiente”, asegura.

Otra que recibió el certificado es la Cooperativa de Trabajo Vieytes «donde se reconoce que ha sido excluida del listado de agentes contaminantes”, subraya Bruno. «Es un reconocimiento muy importante, con ellos ya sumamos seis empresas recuperadas que dejaron de ser perjudiciales para el ambiente”.

Docencia

“Es una jornada de promoción ambiental orientada a las infancias y las adolescencias”, explica Lucía Reynoso, coordinadora de Vinculación de la Dirección de Fiscalización y Adecuación Ambiental de Acumar. No solo aprovecharon la fecha por el (postergado) Mes de las Infancias, sino también de una manera simbólica, «porque se están cumpliendo dos años de la adecuación ambiental de esta cooperativa (Aceitera La Matanza)”, remarca.

“Todos los sábados en el Galpón Cultural hacemos el taller de arte, actividad que aprovechamos a continuar en este evento –cuenta Abancay, docente en escuelas públicas, privadas y colaboradora en el espacio–. Tenemos dos grupos, yo estoy con los más chiquitos, los adolescentes participan durante todo el año del Programa de Jóvenes y Memoria, que la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) dicta hace más de 21 años”.

“Las juventudes también tienen mucha participación en la huerta”, apunta la docente. En el taller de arte participan 12 chicos y los adolescentes están en Jóvenes y Memoria, que suman otros 40 pibes y pibas.

“Estamos muy contentos porque la maestra es buena y comparte muchos momentos lindos con nosotros, nos enseña muchas cosas lindas y divertidas, le gusta jugar con nosotros todo el tiempo”, remarca Mauro, de 8 años. Y acota: “cuando no la veo por un tiempo la extraño mucho, porque ella es cariñosa con nosotros”.

“Me gusta mucho participar en el taller de arte, aprendemos y también jugamos entre todos a distintas cosas”, suelta Brenda, de 10 años. Y asegura: “cuando sea grande, quiero ser como la maestra y dedicarme a lo mismo que ella”.

Desde la militancia del barrio

“Nosotras acá en el mismo predio de esta fábrica recuperada tenemos un espacio que nos cedieron los compañeros de la cooperativa Aceitera La Matanza, porque todos los vecinos siempre apoyamos la lucha que ellos llevan adelante”, repasa la referente Liz, de la organización social Inventamos o Erramos el Galpón Cultural.

“También tenemos un espacio a seis cuadras de este lugar, al de este predio nosotros lo llamamos la Faca Cultural, ahí está el punto de venta del aceite que se hace acá y también los productos de distintas cooperativas –continúa–. Se trata de un almacén popular, que ahora se llama Bar Cultural HDP Hijos e Hijas de Perón”.  

En el medio, entre las enseñanzas de la importancia del trabajo, de la fábrica recuperada, y talleres de arte, se explica la relevancia social de una cuenca como el Riachuelo para toda la zona, en la cual La Matanza es clave por su volumen. Aunque suene a frase hecha, el cambio empieza por casa. Se les explica a las infancias cómo contribuir al cuidado ambiental, a reciclar, a crear huertas. Dar vida.

“Desde el 2015 estamos laburando con los chicos y los pibes y pibas del barrio con distintas actividades”, sostiene Liz. «Hay algo muy lindo que sucede con el pasar del tiempo y lo quiero destacar: cuando los chicos crecen, pasan a ser padres y madres, se suman a la lucha, nos ayudan con los más chiquitos y ver eso es una experiencia hermosa porque es el resultado del trabajo que hacemos”.