Quince años después del más cruento atentado terrorista contra una población civil, que abrió el fuego en diversos frentes, algunos de ellos sin fundamento demostrado, el terrorismo internacional ha logrado reformularse y resurgir desde distintas vertientes para seguir demostrando a Occidente que la salida guerrerista, al menos en los términos en que está planteada, no es la mejor solución para pacificar el mundo. La campaña de la coalición antiterrorista en Siria ha demostrado su fracaso con el anunció de un cese de incursiones contra objetivos terroristas que no evitaron la propaganda ni las acciones extremistas.

El 11 de septiembre de 2001, la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos, sufrió el violento ataque contra las Torres Gemelas del Word Trade Center, que se extinguieron casi en el acto. Casi 3000 personas murieron y otras 6000 resultaron heridas luego del impacto de aviones comerciales secuestrados y piloteados por extremistas suicidas. En el playón ubicado en el Distrito Financiero de la isla de Manhattan, hay dos fuentes cuadradas y enormes, que ocupan el espacio de aquellos edificios de más de 520 metros de altura. El sonido del agua dirigiéndose al pozo del centro dispara los sentidos hacia aquella secuencia trágica de derrumbes.

Más allá del debate aún vigente sobre un supuesto autoatentado del gobierno estadounidense, la CIA o el poder económico involucrado en la industria armamentística, alimentado día a día por versiones de investigadores independientes y organizaciones antisistema, las agrupaciones vinculadas oficialmente con el ataque, como Al Qaeda, siguen reivindicando aquella masacre. Al igual que las surgidas en los últimos años, que intervienen al menos en la mitad de los conflictos bélicos en el mundo actual, llaman a perpetrar nuevas acciones que pongan freno a los “crímenes” de EE UU, que en los últimos años ha participado directa o indirectamente en conflictos en más de 70 países y una erogación de un billón de dólares en menos de diez años, según la investigación de dos académicos de la universidad de Harvard y de California, Linda J. Bilmes y Michael D. Intriligator.

Apenas dos días atrás, el sitio que recopila información de diversas plataformas web vinculadas con grupos extremistas, SITE, reveló que el líder de Al Qaeda amenaza con repetir «mil veces» los atentados del 11S. En un video difundido el viernes, el sucesor de Osama bin Laden, Ayman al Zahawiri, advirtió a Estados Unidos que si continúa con sus «crímenes», el 11S se repetirá. «Recordamos en estos días el paso de casi 15 años desde las afortunadas invasiones en Washington, Nueva York y Pensilvania», aseguró Al Zawahiri en el video, según la traducción realizada por SITE. «Mientras sus crímenes continúen, los acontecimientos del 11 de septiembre se repetirán mil veces, si Alá lo permite», señaló el líder de Al Qaeda. Esta organización liderada entonces por Bin Laden, por la que el presidente George W. Bush lanzó una guerra en Afganistán, como la “sede” de posibles fuentes de abastecimiento, que luego derivó a Irak en busca de supuestas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron y la consecuente caída de Saddam Hussein, parecía desterrada del campo de acción tras la muerte de su líder por ejecución sumaria de un comando de marines. Sin embargo, en estos días, el director de la CIA, John Brennan, aseguró que, aunque Al Qaeda fue «mermada» por los esfuerzos antiterroristas, todavía siguen siendo una «amenaza muy grave».

Al mismo tiempo, SITE divulgó que un medio web simpatizante del Estado Islámico, la agrupación yihadista con mayor protagonismo en los atentados terroristas de los últimos tiempos, sobre todo en Europa y Medio Oriente, incita en un mensaje a que “lobos solitarios ataquen los Estados Unidos hasta que la bandera negra (del EI) flamee sobre el Pentágono”. Los llamados “lobos solitarios” parecen constituir la nueva arma de las organizaciones, al menos para infundir el miedo en las sociedades que amenazan. Tal como se contó en estas páginas, se trata de marginales, caídos del sistema con odios a punto de ebullición, que asumen las banderas del terror más allá de que alguna organización los contenga y promueva sus acciones.

La mayor devastación se presenta en Siria, donde hay una guerra civil que lleva ya cinco años, con 4,5 millones de desplazados, y alrededor de 250 mil muertos y 13,5 millones que necesitan asistencia humanitaria urgente. La crisis se agrava con la actuación de la coalición liderada por Estados Unidos, dirigida a atacar objetivos extremistas. Tras una reunión extensa con Rusia, se anunció que a partir de mañana regirá un acuerdo para un alto el fuego de una semana en ese castigado país, con la opción de sostenerlo en el tiempo. «