El ex presidente de Brasil Michel Temer calificó por primera vez la destitución de su antecesora Dilma Rousseff como un «golpe» de Estado, tal como el Partido de los Trabajadores (PT) caracteriza al proceso de juicio político que terminó con aquel gobierno.

Una vez conocida la declaración de Temer, Rousseff reaccionó hoy afirmando que «Temer volvió a cometer un sincericidio», pero que, de todos modos, «no dijo que el golpe de 2016 fue para regimentar a Brasil dentro del neoliberalismo».

Temer (2016-19), quien este año fue detenido en dos ocasiones por corrupción, afirmó que nunca apoyó el «golpe» contra Rousseff (2011-16).

El Congreso brasileño abrió un juicio político contra la presidenta en 2016 debido a maniobras irregulares para cuadrar las cuentas públicas. Tras su salida, la entonces mandataria fue sustituida en el cargo por Temer, quien era su vicepresidente.

El ex presidente, de 78 años, se defendió anoche de las acusaciones vertidas contra él, quien, todavía en su condición de vicepresidente, fue uno de los articuladores del juicio político que despojó del poder a Rousseff.

«Yo no podría articular un golpe porque llegaría muy mal al gobierno», señaló Temer durante la entrevista televisiva, reseñó la agencia de noticias EFE.

«Michel Temer cometió nuevamente un acto de sincericidio en el programa Roda Viva; admitió que sufrí un golpe de estado y dijo que si Lula hubiera asumido en mi gobierno (como jefe de gabinete) no habría habido impeachment», reaccionó hoy Rousseff.

«Lo que no dijo Temer es que el golpe de 2016 fue para regimentar a Brasil dentro del neoliberalismo», declaró la ex presidenta al Blog do Sakamoto, y completó que «el programa económico aplicado por Temer, el Movimiento de la Democacia Brasileña (MDB) y la antigua oposición del PSDB construyeron a partir de 2016 el germen del actual modelo económico llevado adelante por Jair Bolsonro llamado Puente para el Futuro».

Temer fue compañero de fórmula de Rousseff desde su primer mandato, en 2011, pero tras el juicio político se distanció completamente del PT, formación dirigida por el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que lo acusó de «golpista».

Todavía como presidente, Temer se convirtió en el centro de un escándalo de corrupción y fue centro de diversas denuncias, aunque no llegó a ser procesado durante su mandato debido a que los hechos delictivos supuestamente fueron cometidos antes de llegar a la Presidencia.

Temer dejó el poder el 1 de enero de 2019 tras la victoria del ultraderechista Bolsonaro y este año fue detenido en dos ocasiones por corrupción, aunque actualmente responde a las acusaciones en libertad.