Las fuerzas progresistas y de izquierda en España buscan reagruparse y fortalecerse en el último tramo de la campaña para las elecciones generales del próximo domingo, en las que el tradicional Partido Popular puede lograr acceder al gobierno si concreta una alianza que parece cantada -aunque no asumida del todo- con los ultraderechistas de Vox.

El sector mayoritario del PSOE, que integra el gobierno de Pedro Sánchez, ve con preocupación cómo los números de las encuestas fluctúan en su contra, sobre todo después de un controvertido encuentro “cara a cara” del lunes, un debate televisado entre Sánchez y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, donde el “popular” literalmente acorraló al presidente con acusaciones y chicanas sin que se diera la oportunidad de un verdadero debate de ideas.

Según la encuesta encargada por el diario El País y Cadena SER, el PP incrementó desde el lunes su caudal de intención de voto al punto de ganar, según el porcentaje de 32,6% que augura el sondeo, 11 bancas en solo tres días. Esto le daría un total de 136 escaños, que sumados a los 39 de Vox, llegarían a 175, apenas un diputado por debajo de la mayoría absoluta. El PP podría concretar un gobierno, tal como establece la Constitución española, en coalición con Vox y en línea con lo logrado en la región de Extremadura este viernes, donde la presidenta local del PP, María Guardiola, fue investida para presidir la comunidad con la mayoría absoluta conformada por los 28 diputados del PP y los cinco de Vox, convirtiéndose en la primera presidenta que encabezará un gobierno de coalición en esa región y la primera mujer en el cargo.

Por estos motivos es que los partidos del gobierno están lanzados en movilizar a su electorado con consignas más aguerridas. Tanto el PSOE de Pedro Sánchez como Yolanda Díaz, la líder de la multicoalición de izquierda aliada, Sumar, apuestan a esa posible remontada final que esbozan algunas de las últimas encuestas. La estrategia se basa en el miedo que infunde la ultraderecha y las propuestas progresistas de futuro que apuntan a equilibrar una economía desbalanceada en materia de distribución, producto de las contingencias causadas por la pandemia y la guerra, en palabras de Sánchez.

Díaz, vicepresidenta segunda del gobierno y ministra de Trabajo, llamó a los suyos a movilizarse para frenar a Feijóo, con su plan recesivo y de “recortes” basado en políticas «fracasadas» que generan más desempleo. En un encuentro de campaña en Galicia dijo que Feijóo es un «experto en mentir» y que pretende, con su alianza con los ultras de Vox, llevar al país «a los años 50». Sumar y Unidas Podemos (exPodemos) ya habían resuelto ir en alianza a estas elecciones, hace cosa de dos meses. La fuerza otrora liderada por Pablo Iglesias perdió fuerzas desde que este se renunció a la vicepresidencia del gobierno. Perdió diputados en las legislativas y tuvo un bajo desempeño en las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo, al igual que al partido de gobierno.

Para estos últimos tramos, Sánchez parece haber aprendido la lección de aquellos comicios, para los que presentó una campaña fracasada que se centró en su gestión. Esta vez lo que se escucha de su boca y de sus voceros es una apelación directa a su electorado para enfrentar a la ultraderecha. Se centra en denunciar una y otra vez lo que suponen los pactos entre PP y Vox. Contribuyen a esta idea la concreción de estas alianzas en muchos ayuntamientos y alguna comunidad autónoma, como se cuenta aquí.

Frente a la experiencia ajustadora de Feijóo en sus cuatro períodos al frente de la junta de Galicia, los consejos que recibe de otra derechista, la presidenta de Madrid, Isabel Ayuso; y su indefinición con la derecha extrema; la izquierda multiplica sus promesas para estimular la economía y reducir la desigualdad, en un país muy marcado todavía por una fuerte precariedad, a pesar de registrar un crecimiento dinámico.

Sánchez prometió la gratuidad de la matrícula universitaria para los estudiantes que aprueben sus exámenes a la primera, además del transporte público sin pagar hasta los 24 años, una medida cuyo costo no fue precisado.

La líder de Sumar detalló igualmente la medida clave de su programa: una ayuda de 20 mil euros que se concedería a todos los jóvenes que la solicitaran entre los 18 y 23 años, sin requisitos de ingresos. Con un costo estimado de unos 10.000 millones de euros, se financiaría en parte con un impuesto a las fortunas. Este subsidio recibe el nombre de «herencia universal» y busca reducir las desigualdades de patrimonio permitiendo a todos los jóvenes que financien sus estudios, su ingreso al sistema de “oposiciones” para aspirar a la administración pública, o la creación de un negocio.

Foto: César Manso
La teoría de no proponer ni explicar nada

Se vio claramente en el debate “cara a cara” entre el presidente español, Pedro Sánchez, y el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, aspirante a sucederlo. En lo que muchos consideraron una pelea ruidosa y sin ideas de fondo, donde el candidato popular apeló a las emociones más básicas y a argumentos que los dirigentes y analistas cercanos al PSOE califican de “falsos”.


No estaría muy alejado de la realidad, según esta aclaración del mismo Feijóo días atrás en una entrevista, acerca de cómo fue asesorado para armar su discurso: «Oye, es un problema de actitud, olvídate de los datos e intenta hablarles a los ciudadanos con un lenguaje que no va de porcentajes ni de datos, sino que va de las cosas concretas», contó Feijóo que le dijo Miguel Ángel Rodríguez, asesor estrella de la derecha española, según el diario El Público.
Recuerda a aquella confesión de Federico Sturzenegger de que Jaime Durán Barba le sugería para un debate “no proponer nada” y “no exlicar nada”, en cambio hablar “de la familia”.


Rodríguez es el responsable del asenso meteórico de la madrileña Isabel Díaz Ayuso, muy venerada por la derecha argentina. Parte del discurso de la presidenta de Madrid, mucho más radicalizado y más a gusto de los votantes de Vox, fue captado por Feijóo. Se apropió de uno de los términos más usados por Ayuso: “ganas”, también repite el fantasma de un fraude mediante los votos por correo o el que emparenta al PSOE con el pasado terrorista de ETA, por su posible alianza con el partido independentista vasco EH Bildu.

«Feijóo confunde adversarios»

Las alianzas regionales entre el Partido Popular y el ultraderechista Vox parecen anticipar lo que puede ocurrir si el PP obtiene un triunfo electoral el próximo 23 de julio. Una posible coalición de la derecha que le permita la mayoría legislativa para conformar un gobierno de coalición. Lo curioso es que el principal candidato popular, Alberto Núñez Feijóo, viene negando esta posibilidad. Acaso envalentonado por una performance redituable en el debate con el presidente Pedro Sánchez, salió a captar a los votantes de Vox, convencido de que esa mayoría puede lograrla con bancas propias. “No es imposible sacar esa mayoría porque tenemos un proyecto en el que cabe la mayoría de los españoles”, dice en los encuentros partidarios. Ha llegado a señalar que “no sería bueno para España” un gobierno de la derecha y la extrema derecha, aunque en su discurso, nunca cierra esa puerta. De hecho, una alianza entre ambas fuerzas logró investir este viernes a una dirigente del PP como presidenta de Extremadura (ver «El debate electoral…»).


Quien no está conforme con esta actitud es el líder de Vox, Santiago Abascal. Según publica la agencia EuropaPress, advierte que el líder del PP «confunde a los adversarios» y «parece estar más preocupado por ganar a Vox que por ganar al Partido Socialista». Para Abascal, quien se inclina abiertamente por aliarse al PP en un eventual gobierno, Feijóo renuncia “a la alternativa con Vox” con esas expresiones. “No podemos estar más lejos de esa posición, creemos que es la mayor amenaza a la alternativa”, criticó.