Las elites dominantes del Partido Demócrata decidieron apostar a lo seguro y en lugar de dispersar el voto, horas antes de este supermartes bajaron a dos candidatos de centroderecha para darle su apoyo al ex vicepresidente Joe Biden. El miedo a un triunfo de Bernie Sanders puede más que cualquier cálculo y contra lo que muchos analistas sostienen, que el senador por Vermont sería el único en condiciones de ganarle a Donald Trump en noviembre -por su programa socialdemócrata y en defensa del medio ambiente-, pareciera que prefieren perder antes que remover las aguas de los consensos bipartidarios de tinte neoliberal que gobiernan en el país desde hace décadas.

Este lunes, Biden confirmó el apoyo de dos precandidatos que estuvieron en carrera hasta la semana pasada: el ex alcalde Pete Buttigieg y la senadora Amy Klobuchar. El excongresista Beto O’Rourke, ya se había bajado de la postulación antes de que comenzara la ronda, a principios de año. Todos ellos optaron,  con obediencia partidaria, por darle su espaldarazo explícito a Biden y esperar mejores oportunidades para ellos en lo personal.

Con este rediseño de la oferta de la oposición a Trump, quedan en carrera el Sanders; otra aspirante con propuestas de centroizquierda, la senadora Elizabeth Warren; la congresista Tulsi Gabbard y el hipermillonario Michael Bloomberg, que inicia este martes una carrera por la que ya gastó 400 millones de dólares de su amplio bolsillo -tiene una fortuna que supera los 60 mil millones- para llegar a la Casa Blanca. 

Acá podes ver: ¿Duelo de millonarios?

Este martes de celebran primarias en 14 estados. Las elecciones, como en las nacionales, son indirectas, de manera que los votantes eligen delegados que al final del camino, en la Convención Nacional Demócrata de Milwaukee a desarrollarse a mediados de julio, suman los porotos por cada candidato.

Para ganar en una primera ronda se necesitan 1991 delegados entre un total de 3979. Como sucede con ese tipo de sistema electoral, el que gana se lleva todos los delegados del distrito. En caso de que ningún candidato supere ese el piso mínimo, se agregan 771 “superdelegados”, cuya única función es la de inclinar la balanza en caso de incertidumbre.

Mientras que los delegados “comunes” atan su voto a la promesa electoral de la primaria, los superdelegados tienen las manos libres para tomar partido. De modo que acá es donde se juega la muñeca política o la fuerza interna que tenga cada aspirante llegados a esa instancia.

En las primarias que se desarrollaron hasta ahora, Buttigieg ganó en Iowa el 3 de febrero, en controvertida elección donde se denunció la manipulación del conteo electrónico en contra de Sanders (ver acá). Había 41 delegados en juego que tras la renuncia de su candidato y el apoyo a Biden deberían pasar al exvicepresidente de Barack Obama. Pero eso aún no quedó claro.

Tras sus triunfos en New Hamshire y Nevada, el senador centroizquierdista tiene 60 delegados y Biden 54 luego del aplastante resultado en Carolina del Sur. Este martes se disputan 1357 delegados de 14 estados, el 34% a nivel nacional, que dejaría una tendencia importante de cara al futuro porque quedaría resuelto el 40% del padrón de Estados Unidos.

Las joyas más apreciadas para este supermartes son California, donde se disputan 415 delegados; Texas, con 228, y Carolina del Norte, con 110.

Biden venía de capa caída luego de haber quedado en medio de la denuncia contra Trump en el impeachment fallido.  La causa tenía relación con negociados de su hijo en Ucrania y terminó en un fiasco para los demócratas en el Senado, algo que era previsible. 

Ver antecedente acá: La semana de gloria de Trump

«La prensa y los analistas habían dado esta campaña por muerta (…) Los estados del supermartes tendrán algo que decir al respecto», dijo ahora en Dallas, según refleja un cable de la agencia AFP.

Del lado de los republicanos, en tanto, todo muestra una calma chicha. Nadie tiene enfrente el empresario inmobiliario y su carrera para la reelección parece garantizada. Nadie intentaría cambiar de caballo en mitad del río y su carta de triunfo puertas adentro del oficialismo se dio en la votación por el juicio político. Salvo dos díscolos, todos se alinearon en el actual inquilino de la Casa Blanca.