En la obra clásica de Franz Kafka “La metamorfosis” Gregorio Samsa, un sencillo empleado de empresa, después de un sueño intranquilo, amanece convertido en un insecto, con vientre agrandado y fuertes mandíbulas.

Rechazado por su familia, con la inicial excepción de su hermana, y también por unos inquilinos de la casa familiar, que antes de su metamorfosis el mantenía, Samsa decide encerrarse en su habitación y no comer hasta morirse cuando su hermana se pliega al rechazo.

En la historia de un país, veinte años son como una noche para una persona. Así, el Ecuador en dos décadas del siglo 21 sufrió una metamorfosis y pasó de estado pacífico y democrático a narco estado y estado fallido.

Ahora con el decreto presidencial del presidente Guillermo Lasso declarando a la criminal narco delincuencia como terrorista, y encargando a las fuerzas armadas la tarea de liderar la lucha contra ella, el país está  transitando un peligroso sendero, con el riesgo de que su Estado se  convierta en Estado asesino sino se toman en consideración experiencias de otros países.

Scott E. Sundry y María Ángeles Pérez, de la academia norteamericana,  en un ensayo conjunto señalan que en la “Guerra contra el Terror” se camina siempre en la cuerda floja de aplicar la violencia estatal y preservar los derechos civiles de la población. Además concuerdan en que cada país debe elegir su propio camino, tomando en consideración las lecciones aprendidas de ejercicios en otros países.

Analizando primero la experiencia de Estados Unidos está claro que en ese país George W. Busch tuvo que enfrentar el ataque terrorista contra las Torres Gemelas de Nueva York con más de tres mil víctimas. Y la lucha contra Saddam Hussein en Irak, a quien acusó, falsamente, de tener armas de destrucción masiva.

Había dos causales importantes que invocar para justificar una guerra contra el terror. El ataque en Nueva York y la invasión de Irak, declarado estado terrorista a miles de kilómetros de distancia de EE UU. Y una razón personalísima, que eran que la opinión pública no le diera importancia mayor a los negocios previos de Washington con la familia de Osama Bin Laden, el entonces líder del terrorismo musulmán.

Es importante señalar que el ex presidente George Busch padre ya había guerreado contra Saddam para sacarlo de Kuwait, pero se había negado a avanzar hacia Bagdad, con la experiencia e información de quien era veterano político, diplomático y  ex director de la CIA.

El balance es que George W. Busch impulsó la guerra contra el terror en Medio Oriente, que se extendió a Libia y Afganistán, con una duración de veinte años y un costo millonario en vidas humanas.

México vivió entre 2006 y 2012 una experiencia  de guerra contra el narcotráfico en el sexenio del presidente Felipe Calderón. Ese período ha sido analizado por muchos académicos y periodistas mexicanos. César Morales Oyarvide sostiene que la guerra de Calderón fue fallida y da sus razones. Se  argumentó para justificarla poner al frente de la guerra antinarco a las fuerzas armadas que México había dejado de ser país de tránsito y que se estaba convirtiendo en país de consumo. Esto no era cierto porque el consumo nacional era muy pequeño, comparándolo con el de EE UU, según cifras de los organismos nacionales e internacionales.

Se arguyó que la violencia personal crecía, cuando según un famoso estudio de Fernando Escalante la tasa de homicidios en 2006 había bajado. El argumento de que la inseguridad crecía es discutible porque efectivamente habían aumentado los robos y asaltos de la delincuencia común, más relacionados con agudización de la pobreza.

Se dijo también que el narco intentaba suplantar al Estado, cuando estudios de varios académicos especializados en el tema señalan que el narco mexicano siempre trató de ser cómplice subordinado de funcionarios estatales, generalmente de rangos medios o bajos.

El más exitoso caso de asociación ilícita de alto nivel fue el de Genaro García Luna, precisamente el jefe de la lucha antinarcóticos del gobierno de Felipe Calderón. Hoy García Luna pasó de inversionista millonario en EE UU  a presidiario después de un juicio por tráfico de drogas.

Las consecuencias de la guerra de Calderón contra el narcotráfico son controversiales y patéticas. La cantidad de muertos tiene diversos guarismos y fuentes, que van de 150.000 a 300.000. La de desaparecidos también fluctúa entre 70.000 y 100.000. El número de carteles aumentó en tres veces, aunque algunos dicen que por fragmentación de los mismos.

El mercado principal del narco mexicano sigue siendo Estados Unidos y ha diversificado su oferta pasando de la cocaína a los opioides y hoy al fentanilo, a causa del cual están muriendo cerca de 100.000 jóvenes norteamericanos por año.

La acción de EE UU  en la lucha contra el narco mexicano tuvo su capítulo especial en el llamado operativo Rápido y Furioso, supuestamente concebido para vender armas marcadas a los narcotraficantes y luego seguirlas para atrapar a sus compradores.

Sus únicos resultados tangibles fueron el incremento de las ventas de las empresas que comercializan armas en EE UU y la producción de una serie de televisión vista por millones. Las industrias de armas y del entretenimiento fueron los únicos beneficiarios tangibles.

Retomando el caso de Ecuador, hay que señalar que siendo la situación económica y el nivel de vida de la población uno de los factores de influencia en el crecimiento de la narco delincuencia, vale señalar algunos datos:

*El PIB per cápita de México es de cerca de 10.000 dólares y el de Ecuador de algo más de 5.000.

*En México hay el doble de subsidios para apoyar a la población vulnerable.

*El gasto público per cápita de México en educación, salud, vivienda, entretenimiento popular, es superior al de Ecuador.

*El costo de la canasta básica en Ecuador se está calculando en más de 500 dólares y en México es menor.

Las condiciones ecosociales para que la delincuencia organizada florezca son mayores en Ecuador que en México. Por tanto, la lucha ecuatoriana contra el narcotráfico será más compleja y difícil que la que se hace en México. Y la guerra contra los narcoterroristas se puede prever mucho más cruenta. Volviendo a nuestro personaje kafkiano, el Estado ecuatoriano no se suicidará como el personaje de La metamorfosis. El presidente Lasso puede parecerse al personaje del escritor ruso Fiodor Dostoievski en su genial novela Crimen y Castigo. Rodión Románovich padece sufrimientos de conciencia y termina condenado por el asesinato a su anciana prestamista.

Al respecto, hay en Quito caminando un juicio político para destituir al presidente Lasso. Su desarrollo y resultado son inciertos. La pobreza, la desigualdad y el desempleo creciente  pueden provocar un estallido del ejército de los desesperados cuyo desenlace es impredecible.