Si Roberto Arlt se quejaba de un apellido con una sola vocal, qué queda entonces para el de Gustavo Ng, que no tiene ninguna. Nacido en San Nicolás de padre chino y madre argentina de raíces españolas, el codirector de la revista Dang Dai acaba de recibir un premio de la Administración Estatal de Prensa y Publicaciones de China por su aporte a la difusión de la cultura de esa nación. En una especie de sobremesa con Tiempo, Ng –descubrió en su primer viaje que es un apellido muy común en la tierra paterna- cuenta cómo fue recorrer 10.134 kilómetros en esa parte de Asia, como dice uno de sus libros, y meterse en recónditos lugares sin hablar el idioma pero comunicándose misteriosamente con pobladores nómades del Tibet o familias uigires en Xinjiang.

“Le puse mucha vida –explica de entrada- No tengo una relación formal con el gobierno, cuando me invitan a algún congreso o una reunión voy, pero somos periodistas y necesitamos conocer. Lo que implica conocer lo que te dicen y las cosas que no te dicen. En el caso de China lo que te dicen está muy sesgado”.

¿De qué manera?

-En un viaje a Tibet para periodistas y especialistas nos llevaron por donde consideraban que era conveniente para el gobierno. Pagan el viaje y te muestran lo que quieren que veas. Ese tipo de viajes por supuesto que los hice. Pero también consideré que había más para ver.

-¿No tuviste problemas?

-Nunca. Traté de meterme en lugares que podrían resultar más problemáticos o conflictivos, como la región de Xinjiang. Algunos medios de EE UU dicen que los chinos no te dejan entrar. No me pasó, pude entrar a todos los lugares donde quise sin restricciones.

Hay sitios de EE UU donde tampoco podrías entrar.

-Puede ser. Aunque hubo un lugar donde no pude entrar. Era un Museo del Desarrollo Nuclear o algo así. Después no tuve ningún drama. Y Xinjiang es un lugar particularmente caliente.

La región de los uigures.

-No tuve ninguna restricción, estuve todo el tiempo con ellos. Los uigures son el 40% de la población de esa región pero hay una ciudad donde son más del 90%, Kashgar. En esa ciudad fue donde pase más tiempo porque bueno, me interesan ellos.

-¿Cómo te comunicabas?

-Es difícil decir. Me comunicaba de muchas maneras… esa es la Ruta de la Seda, lugares donde hay mucho comercio, se hablan muchos idiomas y hay habilidades comunicativas muy extrañas. La Ruta es del siglo XIII y hay quienes todavía venden alfombras; en un negocio tenían algunas de Afganistán de hace 400 años. El tipo del local empezó a sacar y a mostrar alfombras y yo en un momento pensé “¿cómo me estoy entendiendo?”. No sé cómo me dijo de la alfombra, no sé si en inglés o qué. No sabes cómo pero te hablan medio en inglés, en italiano. El caso es que llegué a entenderme. El problema allí es que el terrorismo de Yihad Islámico entra por ese territorio.

-¿La mayoría es musulmana?

-Hay varias etnias musulmanas y los uigures son una. Hay musulmanes comunistas, que están superalineados con el gobierno de China, hay imanes que son líderes del partido comunista. Esos son con los que más hable. Es impresionante, porque son líderes religiosos musulmanes y a la vez son líderes del PC.

-Eso quiere decir que intercambiaste más de dos palabras.

-Había dos que hablaban bastante inglés. Y yo les preguntaba cómo hacían para contener el ingreso de terroristas. Porque se habían cometido algunos atentados bastante impactantes. Esa información no llegó acá porque China consideraba que divulgarla era darle entidad a los ataques, que eran realizados justamente para conseguir publicidad. La ciudad estaba hipervigilada por la policía, porque había habido un ataque terrorista unos días antes. Paraban a todo el mundo en la calle. A mí también me pararon, porque más que chino tengo aspecto de uigur. Todo bien, mostraba el pasaporte, decía Maradona y listo. Era el pase. Me paraban pero no me detenían. Yo era periodista, salía de la mezquita o estaba en las casas de té donde estaban los líderes políticos, la policía me veía entrar y salir de ahí y nunca tuve una restricción. De la misma manera traté de meterme en lugares donde pudiera ver nudos de la realidad china de este momento. Me interesó mucho ver cómo China está terminando con la pobreza. Hace un año y medio que declaró haber terminado con la indigencia.

-¿Esa era la región de mayor pobreza?

-Cuatro quintos del país son pobres: son los cuatro quintos casi vacíos del país. China está concentrada en la costa. Enseguida empieza el desierto y la gente que está es pobre. Me interesaba como argentino, porque acá también tenemos pobreza y me preguntaba cómo lo estaban haciendo los chinos. Fui específicamente a lugares donde el gobierno estaba trabajando con la población, viendo qué estrategias desplegaban. Estuve con gente que cultivaba en terracitas así de 50 centímetros en una montaña vertical, que vivían ahí desde la eternidad y siguen cultivando. Pero había otros a los que las terrazas se les desertificaron. Cómo hacía el gobierno con eso. Me interesaron en particular los tibetanos, que son budistas, porque también ahí hay conflicto. EE UU ha creado el conflicto del budismo y es muy fácil demonizar a China desde ese lugar, como que el gobierno no da libertad de religión.

-¿Y da o no da?

-Libertad de religión vi, y vi también un conflicto con la gente que quiere vivir de una manera muy tradicional. Básicamente son pastores nómades que andan por las montañas. Están por un lado quienes quieren mantener su forma de vida y por el otro el gobierno, que no quiere que haya más pobres.  Porque esa forma de vida incluye la pobreza.

-¿Cómo se manifiesta?

-Mortalidad infantil, falta de educación y condiciones habitacionales. Son carpas en el desierto donde no hay ni árboles para hacer leña. Todo lo que cocinan se calienta con bosta de vaca. Porque tienen vacas y ovejas.

-¿Con qué las alimentan?

-Con pasto, pero como hay tan poco, se pueden quedar en un lugar unos días y cuando los animales se comieron todo tienen que moverse. Por eso son nómades. Están aferrados a ese modo de vida, no quieren dejar de ser nómades. Se sienten parte del territorio. Son gente muy religiosa, ahí están sus dioses, sus ancestros, viven muy integrados. Ponele que hay un lago y son nómades alrededor del lago. No se quieren ir de ese lago, que es su patria. Tampoco es que tienen ambición de no ser pobres y, además, creen en la reencarnación. Si un hijo que se les muere no es tanto drama, va a reencarnar y le ponen el mismo nombre. Pero ahí se genera este conflicto con el gobierno que dice “en China no se muere más un chico de hambre, en China no puede haber un chico que no tenga la oportunidad de ir a la universidad”. Eso también es muy loable, el problema es que los dos tienen razón.  «

«Los periodistas, los escritores, no estamos solos»

Su libro 10.134 kilómetros a través de China fue publicado en una edición bilingüe por Blossom Press. Ese es apenas uno de los textos de Gustvo Ng en la búsqueda sus orígenes. Dice que lo tildan de demagogo porque considera que el premio que recibió en Beijing es injusto.

“Los periodistas no trabajamos solos, los escritores tampoco. Trabajamos con editores. En todos los libros que escribí hubo editores que me daban indicaciones, y esas indicaciones también son autoría. A mí me pueden dar un premio a la trayectoria, pero la parte más importante es por la plataforma Dang Dai, que la hice con Néstor (Restivo)”.

Los viajes a Tíbet terminaron en El regalo del Dios Viento. Otros dieron lugar a El tangram de China y La superación de la pobreza, este junto con Restivo.

“Cuando me invitan me indican qué tengo que ver y cuando yo miro asuntos que no son por la pasarela por donde ellos mandan, también lo reconocen -observa Ng- pero hay que decir que yo no hago propaganda del departamento de Estado demonizando a China, trato de tener una mirada argentina, o lo que yo creo que debería ser una mirada argentina, porque creo que una mirada proyanqui demonizando a China no le conviene a Argentina.