La guerra de Rusia contra Ucrania libra una batalla paralela fuera del campo en el que caen los misiles y la metralla, y es una vez más la guerra de la desinformación, la censura y las noticias falsas o, en inglés, fake news.

Apoyos inexistentes, refugiados que no son tales, recortes maliciosos, muertos que pertenecen a otras guerras y hasta bombardeos sacados de videojuegos vienen siendo propagados por el vasto universo de las redes sociales en los últimos días, y también por los medios de comunicación tradicionales, permeables a la agenda de impacto e inmediatez que instalan Twitter, Facebook, Instagram, Tik-Tok o WhatsApp.

Entre numerosos casos registrados, el del videojuego Arma 3 representó quizá el mejor ejemplo. Circuló por cientos de miles de cuentas y llegó incluso a la TV argentina. En el noticiero de La Nación+ que conduce Eduardo Feinmann se proyectó un clip de este juego con la intención de mostrar el conflicto y el supuesto heroísmo de un piloto ucraniano presentado como «el Fantasma de Kiev». «El video del piloto ucraniano es una cosa impresionante. Mirá bien el avión, esa mancha que ves en el cielo. Le tiran de todos lados», decía el conductor, mientras su colega en el piso advertía que el avión no parecía ser «un MIG-29», sin que quedase demasiado claro si la difusión era a conciencia o los periodistas del canal tomaron por cierto el video por su circulación viral, ya que no lo aclararon posteriormente.

“La imagen fue obtenida de un videojuego de combate táctico desarrollado por Bohemia Interactive, una empresa con sede en República Checa”, advirtió la división Factual de la agencia AFP, encargada de verificar este tipo de informaciones. “La AFP ya verificó otros contenidos que vinculan imágenes creadas digitalmente al conflicto entre Rusia y Ucrania en 2022, así como otro material gráfico”, apuntó. Según la agencia, el video había sido compartido “más de 450 mil veces en redes sociales desde el 24 de febrero de 2022”. También circuló en Facebook la foto de un hombre posando con un avión de fondo, y el siguiente mensaje: “Este es el piloto ucraniano que ha acabado con la mayor cantidad de aeronaves rusas en combate. Lo llaman ‘El Fantasma’. Aquí lo vemos llenando combustible en una de las pequeñas carreteras de Ucrania”, apuntó el sitio argentino Chequeado.com. La idea de la valentía se repitió en una foto del presidente ucraniano Volodimir Zelenski vestido de fajina junto a otros militares, como si fuera un soldado más a punto de enfrentarse a los rusos. La verdad es que la imagen corresponde a un despliegue de tropas en Lugansk en 2019.

Otro video, en este caso de una secuencia real de lanzamientos de misiles en un escenario nocturno, fue compartido miles de veces desde las primeras horas de la invasión como si fuese parte del ataque contra Ucrania, acompañado por la frase “Bombardeos y cortes de energía en Kiev y Jarkov”, cuando en realidad se trató del disparo de cohetes desde la Franja de Gaza hacia Israel, registrada el 12 de mayo de 2021.

En un programa de TV del periódico alemán Bild se mostró a cientos de soldados rusos lanzándose en paracaídas. El conductor del especial sobre la ofensiva rusa aseguró que la escena había sido captada en la ciudad ucraniana de Járkov. La cadena oficial Deutsche Welle (DW) debió aclarar que en realidad se trataba de un video de 2016 en el que se ve un entrenamiento de soldados en territorio ruso, compartido por miles en Facebook.

Otra información muy viral fue la de la supuesta muerte de un periodista de la CNN llamado Bernie Gores, como consecuencia de la explosión de una mina colocada por grupos prorrusos en Ucrania, muerte que ya habría ocurrido un año atrás en Afganistán. Los usuarios acusaron a la cadena estadounidense de inventar muertes con el objeto de sembrar pánico, algo similar a lo que ocurrió con las muertes por coronavirus.

“Es falso que la CNN haya informado de la muerte en varios conflictos del mismo periodista, que ni siquiera existe como trabajador de esta empresa. La compañía jamás publicó esos tuits, que fueron difundidos por cuentas falsas”, confirmó EFE Verifica.

La misma agencia también verificó que el Parlamento Europeo “no ha aceptado la solicitud de Ucrania para unirse a la Unión Europea ni se ha iniciado un procedimiento especial de adhesión, tal y como sostienen mensajes virales que malinterpretan una petición de la Eurocámara para que se reconozca a este país como candidato al ingreso”.

En forma opuesta, se difundió que la foto muy compartida de una mujer malherida con un vendaje en la cabeza correspondía a una explosión de gas en 2018. Sin embargo, las agencias que verifican estos datos aseguran que, efectivamente, es una víctima de uno de los ataques rusos a la ciudad ucraniana de Chuguev el 24 de febrero de 2022.

A su vez, según el sitio Euractiv.com, Rusia estaría promoviendo “desinformación para minar la solidaridad y apoyo de los polacos con los refugiados ucranianos”. El sitio cita al “jefe de policía de Przemysl, la ciudad a la que llegan los refugiados ucranianos en tren”, que afirma que en los últimos días aumentaron las noticias falsas en las redes sociales polacas, según las cuales “los refugiados están cometiendo delitos”.

Medios, usuarios y políticos suelen subirse a la propagación de este tipo de contenidos, que buscan generar un clima favorable hacia uno u otro bando, crear un falso mito de heroísmo o anticipar una noticia deseada. Periodistas y dirigentes en Argentina contribuyeron a viralizar una falsa tapa de la revista Times con fecha del 28 de febrero, ilustrada con una foto del presidente ruso Vladimir Putin combinada con el rostro de Adolf Hitler. Una vez difundida la desmentida, algunos de quienes la habían compartido justificaron su posteo por el hecho de estar “de acuerdo con la imagen”. En la línea de la batalla por el discurso pueden enmarcarse las acciones de censura de plataformas contra los medios rusos Sputnik y Russia Today (ver aparte), un debate que también llegó al país donde ingresó un proyecto de ley para retirar un canal ruso de la Televisión Digital Abierta (TDA). 

Pautas diferentes

El abogado y doctor en Comunicación especializado en el sistema interamericano de DD HH Damián Loretti advierte que, “con relación a la aplicación de cancelaciones o censuras, lo que no se puede hacer en América Latina y Caribe, donde rige la Convención Americana sobre DD HH, es usar las pautas del sistema europeo de DD HH en forma automática. La Convención Europea permite censuras, restricciones, formalidades y condiciones, y también responsabilidades por el ejercicio de libertad de expresión, además de que, específicamente, a los servicios de radiodifusión se les puede plantear mecanismos de autorización previa. La Convención Americana prohíbe la censura y cualquier hecho que, directa o indirectamente, restrinja u obstaculice la libre circulación de informaciones y opiniones. Solo admite responsabilidades ulteriores y no censuras ni prohibiciones previas. Son dos andariveles diferentes, con principios y jurisprudencias propios.