Un debate crucial para la libertad de expresión y los controles sobre discursos de odio en las redes se desarrolla en el Senado de Estados Unidos, pero está tan teñido con el agrio aroma de la campaña electoral que quizás luego del próximo martes todo quede en el recuerdo. Mientras tanto, los CEOs de las principales plataformas de internet, Jack Dorsey de Twitter, Sundar Pichai de Google y Mark Zuckerberg de Facebook, comparecieron ante el Comité de Comercio de la cámara alta estadounidense y se escudaron en la ley que protege a esas empresas por el contenido publicado por terceros para responder las críticas de los legisladores.

A escasos seis días de un comicio clave para la reelección de Donald Trump, los republicanos, que componen la mayoría en esa sala, recriminaron por boca del titular del comité, Roger Wicker, senador por Mississippi, que esas plataformas se hayan convertido “en un poderoso árbitro de la verdad y el contenido al que los usuarios pueden acceder”.

Más aún, cuestionó a Twitter que “dictadores extranjeros publiquen su propaganda sin restricciones, mientras usted limita sistemáticamente al presidente de Estados Unidos”. Y resaltó que el público suele estar mal informado “sobre el proceso de toma de decisiones cuando el contenido es moderado y los usuarios tienen pocos recursos cuando son censurados o restringidos»-

El presidente estadounidense viene cuestionando precisamente que muchos de sus mensajes en la principal fuente de contacto con su público hayan sido censurados. Su argumento es que si tienen la facultad de decidir qué se puede difundir y qué no.

Cien millones de amigos de Trump

Es así que Trump se queja de que le hayan bloqueado tuits donde revela maniobras que bien deberían considerarse corruptas del hijo de su oponente, Joe Biden.

Y no oculta su intención de poner coto a las redes, aunque al menos hasta ahora no lo pudo conseguir.

Intento de controlar las redes

Amenaza de quitar la protección legal

Paralelamente, el discurso de odio que se difunde a través de las redes sociales alarma a los bien pensantes de todo el mundo y llevó a que desde la Unión Europea se plantearan investigar a esas mismas plataformas que ahora los republicanos quieren poner contra las cuerdas. Cierto que todo esto salió a la luz luego de haberse conocido el programa de manipulación creado por la empresa Cambridge Analityca.

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Dorsey, el gerente general de Twitter, le respondió a Wicker que la red del pajarito responde todo lo rápido que puede para moderar contenidos que se consideran inapropiados. Su colega de Google, el indio Pichai trajo a colación la sección 230 de la ley vigente a la que describió como «un acto fundacional del liderazgo estadounidense en el campo de la tecnología» y alertó sobre las consecuencias de un cambio en esa normativa para las empresas pero también para los particulares.

Los republicanos quieren modificar ese aspecto de la ley porque aducen que las firmas arbitrariamente bloquean contenidos conservadores en las redes. Lo cual sienten que perjudica a Trump en esta elección, sin embargo esos mismos contenidos lograron en otros lugares del mundo el triunfo de candidatos xenófobos y retrógrados.

Zuckerberg, a su turno, no objetó la posibilidad de cambiar la ley, pero que las empresas podrían censurar para evitar riesgos legales.  El fundador de Facebook señaló que ve como más correcto “actualizar la ley para asegurarse de que funcione como está previsto”.

La sección 230 de Ley de Decencia en las Comunicaciones fue creada en 1996 a nivel federal para protege a las compañías de internet de responsabilidades legales. “Ningún proveedor o usuario de un servicio de ordenadores interactivo deberá ser tratado como el publicador o emisor de ninguna información de otro proveedor de contenido informativo”, especifica. Esto es, que ninguna empresa de Silicon Valley puede ser penalizada por un contenido racista o que implique la comisión de un delito.

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Convocado como experto en la cuestión, Ashkhen Kazaryan, responsable de libertades civiles en la ONG TechFreedom, indicó que la normativa vigente “es una ley crucial que creó internet tal y como lo conocemos. Todo el mundo depende de ella, desde los pequeños blogs a las grandes plataformas».

Y alertó que una posible modificación implicaría mayores costos legales y administrativos para las plataformas que a la larga terminarían por fortalecer a los pesos pesados de internet. «Solo las grandes plataformas pueden hacer esto. Las otras acabarán siendo demandadas y sacadas fuera del sistema», explicó.

Es un dilema al que se enfrentan las sociedades en la actualidad.

«Las grandes empresas tecnológicas han estirado su escudo de responsabilidad más allá de sus límites y el debate público está sufriendo por ello», aseguró la senadora Marsha Blackburn.

«Deberían tener cuidado con lo que quieren, porque sin la Sección 230 todos estos racistas, homófobos, xenófobos e islamófobos serían expulsados de las plataformas», dijo Hany Farid, especialista en plataformas de la Universidad de Berkeley, para agregar luego «en YouTube (perteneciente a Google), el 70% de los videos vistos son ‘recomendados’.  Entonces estas plataformas son editores, no solo anfitriones, ya que ellos deciden, con sus algoritmos, qué contenido ves».

El tema del monopolio en las redes fue una de las inquietudes de la senadora Elisabeth Warren, precandidata demócrata a las presidenciales. Pero también para organizaciones de derechos humanos.

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Que demócratas y republicanos lo vean como un tema preocupante puede significar que finalmente sea tratado de un modo más serio. Pero los intereses son muchos y muy poderosos.